Trabalibros entrevista a Javier Pellicer, autor de "Leones de Aníbal"

miércoles, 16 de enero de 2019
"En la novela histórica es la historia la que debe servir a los protagonistas y no al revés".
El escritor valenciano Javier Pellicer inició su andadura a través de los relatos. Tras una novela corta titulada "La sombra de la luna" saltó a la narrativa larga con la novela histórica "El espíritu del lince", por la que fue elegido autor novel finalista en los IV Premios de Literatura Histórica Hislibris. Con su segunda novela "Legados" viajó a lo fantástico con una obra homenaje a las aventuras clásicas del género, así como a los juegos de rol.

Bruno Montano de Trabalibros ha tenido la oportunidad de entrevistarle acerca de su última obra titulada "Leones de Aníbal", una novela en la que Javier Pellicer narra de forma ágil, entretenida y llena de pasión la epopeya que estuvo a punto de cambiar el curso de la Historia y la figura del mayor estratega de la historia: Aníbal (editorial Edhasa).

Leones de Aníbal (Javier Pellicer)-Trabalibros- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Leones de Aníbal” arranca justo en el momento histórico en que terminaba tu anterior novela “El espíritu del lince”, es decir, la invasión cartaginesa de la Península Ibérica y la toma de Sagunto por Aníbal, hecho que precipita la Segunda Guerra Púnica. Recuperas la fascinante epopeya del gran general cartaginés, pero sin embargo éste en tu novela ocupa un papel secundario en la trama, en detrimento de sus “leones”. ¿Qué te llevó a tomar esta importante decisión argumental?

Javier Pellicer (J.P.): Existen infinidad de obras donde el protagonista es Aníbal o su contrapartida, Escipión el Africano. Es algo habitual tener el punto de vista de las grandes personalidades, pues son las más jugosas de desarrollar a priori. En ese sentido, buscaba diferenciarme de novelas ya presentes en el mercado editorial y aportar algo diferente al lector, en este caso, la perspectiva de los grandes desconocidos de la Historia, los eternos secundarios: los soldados y mercenarios que siguieron a ese gran líder. ¿Cuántas novelas hay donde el protagonista sea un íbero o un celtíbero? En comparación, muy pocas. Y como autor me parecen personajes tan o más apasionantes de desarrollar que las grandes figuras. El dibujo de estos líderes épicos resulta más sincero a través de las impresiones subjetivas de un protagonista sin un lastre histórico tan denso, y nos ofrece un acceso más fresco al modo de ver la vida de unas sociedades y pueblos rara vez representados con fidelidad en las obras literarias históricas.

- B.M.: Insistes a lo largo de la novela en el hecho histórico de la composición multiétnica (libios, íberos, celtíberos, galos…) del ejército de Aníbal. Aseguras que el “batallón sagrado”, el contingente de los cartagineses dentro del ejército púnico, era el menor. Y que, a pesar de esto, la gran epopeya fue un éxito. ¿Podríamos decir que el mensaje último de tu novela es que la colaboración exitosa entre diversos pueblos, etnias o culturas puede ser posible si existe un gran objetivo común?

- J.P.: La novela se apoya en diversos puntales argumentales con intenciones reflexivas, y este es sin duda uno de ellos (el otro sería, por ejemplo, el significado de la identidad personal), probablemente el más importante. Cuando, durante la documentación de mi primera novela, descubrí la fascinante idiosincrasia multicultural del ejército cartaginés (especialmente a través del liderazgo de la familia Barca), supe que ahí había una mina argumental que explotar. Una que he podido explorar en esta novela de manera mucho más profunda. La pregunta que me asaltaba una y otra vez era “¿cómo podía ser que un grupo de individuos y clanes tan distintos entre sí, enfrentados en ocasiones, trabajaran juntos por un objetivo común?”. Decir que fue por el liderazgo de Aníbal sería tal vez simplificarlo demasiado, pero es obvio que el carisma del estratega púnico debió ser la principal baza para lograr que aquella amalgama de pueblos viajara, viviera y lucharan juntos durante años, en tierras lejanas, y en una guerra que no les afectaba directamente.

07.Javier Pellicer
- B.M.: En un momento dado de la novela Tabnit, uno de los “leones” cartagineses, afirma que “Aníbal y su sueño están muy por encima de Cartago”. ¿Esto significa que los diferentes pueblos que componían el ejército púnico no combatían por Cartago, sino que lo hacían por Aníbal? ¿Tan grande era el poder de seducción de este gran estratega? ¿Más que un ejército eran un león y su camada?

- J.P.: Siempre he defendido que aquel no era el ejército de Cartago, era el ejército de Aníbal. Teóricamente, la mayoría de los soldados eran mercenarios que luchaban por un botín y por la adquisición del orgullo que se asociaba a la guerra. Esos son los motivos originales por los que el clan de Leukón se une a Aníbal. Pero eso no explica, como decía antes, que resistieran durante tantos años en lejanas tierras, pasando penurias y enfrentándose a la muerte. De hecho, antes de cruzar los Pirineos hubo muchas deserciones, como nos cuentan los historiadores clásicos grecorromanos, cuando algunos pueblos se enteraron finalmente de los planes de Aníbal. Pienso que los soldados íberos y celtíberos se aliaban con el púnico por un interés práctico, pero que la personalidad de Aníbal, sus modos de hacer las cosas, y el respeto profundo que tenía por sus hombres (no olvidemos que él creció en los campamentos de su padre, junto a íberos y celtíberos, y que incluso se casó con una noble íbera), los fidelizaba para siempre. Por eso la novela se titula "Leones de Aníbal", y no "Leones de Cartago".

- B.M.: Estoy seguro de que uno de tus referentes literarios ha sido en esta ocasión el clásico “Aníbal” de Gisbert Haefs. Al autor alemán la crítica literaria lo ha tachado siempre de antirromano. Después de leer tu novela yo no te acusaría a ti de procartaginés o antirromano, más bien de proibérico, teniendo en cuenta como destacas el papel fundamental de los pueblos íberos y celtíberos en tu novela y el canto que haces a su bravura. ¿Estaría en lo cierto?

- J.P.: Tomar partido por un “bando” no tiene mucho sentido, pues en la guerra no hay bando bueno o bando malo. Las cosas son bastante más complejas. Haefs vino a mostrarnos un punto de vista distinto en aquella época, de ahí que su novela se convirtiera rápidamente en un clásico. Es justo lo que yo pretendía hacer, pero en mi caso dando voz a íberos y celtíberos, como bien apuntas. Como lector de histórica siempre he echado en falta un relato basado en los pueblos autóctonos de la península ibérica, para aproximarme a su cultura y a su sociedad. Pero pocos autores lo han abordado hasta el momento, y me parecía una pena porque en parte estábamos haciendo lo mismo que romanos, griegos o cartagineses tantos siglos antes: ningunear unas culturas que, por estar alejadas de las grandes urbes de la época, se las tenía por incivilizadas. Sin embargo, cuando uno se enfrenta a la documentación de los pueblos íberos y celtíberos se da cuenta de la profunda riqueza de sus culturas, a nivel social y sobre todo artístico. La Dama de Elche no es una obra romana o griega, es íbera.

02.Javier Pellicer
- B.M.: Desde que Aníbal viola el Tratado del Iber firmado por su cuñado Asdrúbal hasta que su ejército cruza la Galia apenas existe información histórica. ¿Cómo has conseguido documentar esta primera parte de tu novela?

- J.P.: Es exactamente como indicas, los historiadores clásicos pasan de puntillas por esa etapa del viaje y apenas mencionan los pueblos que Aníbal se encontró a su paso por el norte de la península, una vez cruza el Ebro. Tanto es así que incluso popularmente (y de manera errónea) se cree que el ejército siguió una ruta costera. Afortunadamente, los investigadores actuales sí han realizado ciertos estudios al respecto, algunos de los cuales pude aprovechar. El análisis orográfico de la zona interior de Cataluña también ayudó a comprender cuál debió ser la ruta más factible. A partir de ahí, como digo, entra en juego la imaginación del autor para rellenar las lagunas mediante subtramas coherentes con lo que sí se sabe y que resulten interesantes al lector. Es con toda probabilidad la parte más ficticia que existe en la novela, y aún así trata de ser escrupulosamente realista.

- B.M.: Conozco tu fascinación por la literatura épica y así calificaría yo a “Leones de Aníbal”, pero por debajo de la gran epopeya militar del estratega de Cartago subyace una intensa historia de amistad y camaradería entre sus “leones”, cosa por otra parte habitual en las largas contiendas bélicas. ¿Lo épico y lo profundamente humano deben ir de la mano en la buena literatura?

- J.P.: Para mí es absolutamente necesario. Como dices acertadamente, me encantan las grandes historias, las que suponen desafíos enormes. Pero con el tiempo y los años de experiencia como autor he comprendido que por encima de cualquier trama o argumento están los personajes, sus particularidades, sus formas de afrontar los conflictos a los que los sometemos. Su desarrollo emocional y vital es en sí mismo un argumento, a veces más interesante que la trama principal. ¿No te ha pasado nunca que, en una serie o película, de pronto te interesa más el futuro del personaje que la resolución de la historia general? Los buenos personajes salvan historias. Tienen que ser individuos realmente humanos para que empaticemos con ellos (algo todavía más importante en novela histórica) y no limitarse a estar al servicio de la historia, sino más bien al revés: es la historia la que debe servir a los protagonistas.

01.Javier Pellicer
- B.M.: Freud decía que todo aquello que no está bien resuelto desde el punto de vista psicológico en la vida de una persona no deja de aflorar desde el inconsciente de diferentes formas (sueños, actos fallidos, fantasías, culpa…) Uno de tus personajes principales, el saguntino Alcón, sufre el tormento de la culpa que se manifiesta en su conciencia a través de las voces de su mujer y su hijo. La culpa, que en tu novela llamas “la eterna voz acusadora”, puede destruir a un hombre, pero ¿también lo puede llevar al heroísmo? ¿En el fondo muchos actos de valor podrían ser intentos de superación de la culpa?

- J.P.: Es la base de la mayoría de héroes: la culpa por no haber hecho más cuando tuvieron la oportunidad es una semilla muy utilizada por ejemplo en los cómics de superhéroes. No puede existir un héroe sin un conflicto que vencer, y los conflictos más duros no vienen de fuera, sino de dentro. Y claro, cuando uno se enfrenta a un conflicto, siempre tiene la posibilidad de perder. De esa posibilidad es de donde surge el miedo y la tentación a tomar el camino sencillo, que en el caso de Alcón desemboca en la culpa que, en un círculo vicioso, lo vuelve a enfrentar a otro conflicto. La línea que separa el heroísmo de la cobardía o el simple conformismo es tan fina que resulta apasionante a la hora de desarrollarlo en un personaje.

- B.M.: Las escaramuzas por tierras hispanas, la batalla del Ródano, los encontronazos con los montañeses en los Alpes, la conquista de Taurinum, el enfrentamiento en el Ticino, son una preparación para la gran victoria de Aníbal en Cannas, a las puertas ya de Roma. ¿Cómo sería hoy el mundo si Aníbal hubiera conquistado Roma en vez de sucumbir en las agrestes llanuras de Zama? ¿Te atreverías a hacer una novela ucrónica al respecto?

- J.P.: No solo me atrevería, sino que estuve planteándola durante un tiempo. La idea era partir de un suceso concreto de mi primera novela, cuando el protagonista, Icorbeles, está a punto de derrotar a Aníbal. Resultaba suculento pensar lo que habría pasado de haberlo logrado. Quizás entonces los pueblos íberos hubieran hecho lo que jamás hicieron, esto es, formar una alianza común. O no. Lo mismo sucede con la que planteas: si Aníbal hubiese tomado Roma, tal vez nunca hubiera existido un imperio romano. ¿Habría gobernado Cartago como fuerza conquistadora? Con Aníbal todo hubiese sido posible, incluso que superara la naturaleza colonial de una Cartago que jamás mostró la ambición de expandirse territorialmente (salvo a través de sus colonias comerciales). Las ucronías son un ejercicio fascinante para la imaginación, y muy divertido.

Desde Trabalibros agradecemos a Javier Pellicer el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la editorial Edhasa el haber hecho posible el encuentro con este autor.
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