Use Lahoz nos sorprendió con "Los Baldrich", novela por la que fue nombrado Nuevo Talento Fnac 2009 y que recibió el aplauso unánime de la crítica y el público. A continuación publicó "La estación perdida", obra distinguida con el Premio Ojo Crítico de Narrativa 2012. Es autor además de los poemarios "Envío sin cargo" y "A todo pasado". También ha ganado el premio La Galera Jóvenes Lectores 2011 por la obra "Volverán a por mí", coescrita junto con Josan Hatero.
Su último libro "
El año en que me enamoré de todas" ha sido galardonado con el
Premio Primavera de Novela 2013 que convoca la editorial
Espasa y el Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Esta novela ha sido definida por los propios editores como "una celebración de la intensidad de la vida, la amistad y el amor, llena de personajes luminosos que nos reconcilian con el mundo y nos demuestran que todo es posible".
Bruno Montano de
Trabalibros tuvo la oportunidad de entrevistar a
Use Lahoz acerca de su última novela. El resultado es la siguiente conversación:
- Bruno Montano (B.M.): Sylvain y Metodio son los protagonistas principales de tu novela. Metodio es un adulto precoz y Sylvain es un adolescente tardío. Para matizar bien la diferencia entre ambos has usado el recurso de la doble línea narrativa. Una novela, "Abierto por amor", dentro de otra novela, "El año en que me enamoré de todas". Dos personalidades diferentes y por lo tanto dos estilos de escritura diferentes. ¿Qué te ha resultado más complejo de esta técnica?
- Use Lahoz (U.L.): Lo más complicado ha sido trabar las dos historias para que acaben siendo una, dotarlas de dos estilos narrativos distintos (una es más líquida y la otra más decimonónica) y escribir en primera persona. Eso ha sido lo más complicado porque no estaba acostumbrado; en esta novela no hay un narrador omnisciente, manejas tú todo, dudas más, es más arriesgado.
- B.M.: Es interesante que en vez de describir el personaje de Metodio es él mismo el que se describe a través de su novela, que se supone que es autobiográfica. Es un personaje totalmente contrario a Sylvain.
- U.L.: Son personajes antagónicos. Esa era la intención. Además, yo quería que el paso a la madurez de Sylvain se viera influenciado por la lectura del manuscrito de Metodio.
- B.M.: Afirmas que el manuscrito en el que Metodio narra su vida e ilumina a Sylvain es "un homenaje a la literatura que nos abre los ojos al mundo y nos ayuda a ser más felices". ¿Crees en el poder redentor de la literatura, en su capacidad para cambiarnos la vida?
- U.L.: Redentor y cambiar la vida son palabras mayores. Pero sí que ayuda, puede descubrirte cosas, hacerte ver la realidad con otros ojos, que cambies de punto de vista en algunas cosas. Descubrir un mundo nuevo y los personajes que tienen que ver contigo, aunque tú no lo sepas. Para eso existe la literatura, para despertarnos, para hacernos más felices.
- B.M.: Al principio de la novela dices que Sylvain "se acerca peligrosamente a los 30". Tradicionalmente en los manuales de psicología evolutiva se habla de una crisis existencial alrededor de los 30 años, es una edad clave en nuestra biografía. A los 30 tu vida suele estar encarrilada pero aun estás a tiempo de darle la vuelta si no te satisface. Sin embargo, ahora esta crisis vital tiene otro contenido; ahora llegas a los 30 como Sylvain y tu vida sigue en estado de inmadurez. ¿Crees que la crisis económica y laboral puede crear una "generación perdida", desubicada, que con 30 años todavía no ha encontrado su lugar en el mundo?
- U.L.: Sí, hay gente que sigue así a los 30, a los 34 y a los 36. Es una generación perdida, es una estafa. Ha sido una generación sobrepreparada, con muchas oportunidades. Somos los hijos de otra generación cuyos padres se sacrificaron por sus hijos para darles oportunidades que ellos no pudieron tener y nosotros ahora no tenemos dónde trabajar. Hay una generación obligada al exilio y de alguna manera esta generación se siente estafada.
- B.M.: A nuestros padres les robaron la infancia y a esta generación le están robando el futuro.
- U.L.: Sí, así es.
- B.M.: He encontrado un verso de Cummings; dice que en un momento dado descubrimos que nuestra vida se parece cada vez más a algo que no ha sucedido. En el momento en que descubres esto viene la crisis, esto es un poco lo que le pasa a Sylvain. ¿Crees que el amor es clave para hacer que este algo suceda, que puede ayudar a que la vida se transforme en algo parecido a nuestros sueños?
- U.L.: Sí, yo creo que el amor te ayuda a equilibrar y a encontrar tus sueños. Pero también soy de los que piensan que los sueños a veces es mejor tenerlos que cumplirlos. Y claro, esto es una historia, esto es una novela, dura un año sólo y luego no sabemos qué es lo que pasa.
- B.M.: Como has comentado antes, en "El año en que me enamoré de todas" aparcas al narrador omnisciente de tus novelas anteriores y te enfrentas a la primera persona. Además la historia la has ambientado en un momento y unas circunstancias muy similares a las vividas por ti.
- U.L.: El narrador y el autor siempre tienen mucho en común, pero en este caso más.
- B.M.: ¿Ha resultado especialmente dura, catártica o estimulante para ti la escritura de "El año en que me enamoré de todas?
- U.L.: No, ha resultado muy melancólico ahora, al final, cuando ya no me pertenece. Ha sido algo doloroso porque he cantado todo lo que he perdido, como decía Machado "se canta todo lo que se pierde". He escrito todo lo que he perdido (el amor, los amigos, los primeros años, los viajes, las ciudades). Todo lo que he perdido está ahí y entonces, mientras podía corregirlo y manipularlo todavía no lo había perdido, pero ahora que ya no me pertenece empieza el duelo. Daría las tres novelas por recuperar todo lo que he perdido y volver a escribirlas. Lo digo desde el punto de vista optimista, hay cosas que he perdido pero también hay cosas que he ganado, pero duele. Mientras yo todavía podía manipularlas aun me pertenecían, ahora siento que ya no.
- B.M.: Sin embargo Metodio, que es todo lo contrario a Sylvain y que no ha perdido estas cosas, también siente melancolía.
- U.L.: Sí, él siente melancolía por lo que no ha tenido, porque lo ha tenido todo demasiado pronto y a veces no es bueno ni tenerlo todo tan pronto ni tan tarde.
- B.M.: Tu novela es cosmopolita, en cierta manera es un homenaje a París y a Madrid. Tus personajes son viajeros. En tu literatura está muy presente el viaje como forma de conocimiento. ¿Crees, como decía Ibn Batuta, el gran viajero árabe, que "quien no viaja no conoce el valor de los hombres"?
- U.L: Es una sentencia demasiado drástica. No sé si es necesario, porque hay grandes escritores que han escrito sin salir de su casa (Proust, Pla...) No es necesario pero sí que ayuda; es muy importante, muy interesante y muy estimulante. Te ayuda a despertar y no te va a traer nada malo, pero de ahí a que sea algo necesario y fundamental... Pero a mi, por ejemplo, de las cosas más bonitas que me han pasado en la vida ha sido poder estudiar fuera. Siempre voy a recordar esa primera noche en que llegué a una residencia de estudiantes, el estar solo y no saber lo que va a pasar, el salir de la burbuja del hogar, abrirte al mundo y conocer gente nueva.
- B.M.: Es una forma estupenda de romper esquemas, no el hacer turismo sino el quedarte, hacer una estancia prolongada en un sitio.
- U.L.: Sí, vivir fuera, aprender idiomas, todo eso es espectacular. Pero ya te digo, tampoco es fundamental. Se puede conocer al ser humano sin necesidad de ello. Mira Proust cómo conoció al ser humano, encerrado en su casa. O Flaubert, cómo conoce a Emma Bovary.
- B.M.: Eso es interesante, porque de repente tienes escritores como Conrad que se pasó media vida navegando y escribe estupendamente y luego tienes a otros como Proust, que no salió apenas de su habitación. Es la intuición del lenguaje y el talento narrativo lo que les convierte en genios de la literatura.
- U.L.: La intuición y el talento, pero también considero que la experiencia es la gran herramienta de la vida. La vida siempre es muy digna de ser novelada; eso hay que combinarlo con la imaginación y con el trabajo. Una de las principales experiencias es la memoria; sin memoria no hay experiencia de vida.
- B.M.: Y la lectura.
- U.L.: La lectura, claro. A escribir se aprende leyendo y escribiendo. Por eso me gusta este oficio, porque es de autodidactas, porque no hay una univesidad en la que te enseñen a escribir. Por eso puede haber un pastelero que escribe, sin estudiar, porque es algo artesanal.
- B.M.: Un pastelero como Metodio, que dice que le gusta la escritura porque es artesanal como la panadería.
- U.L.: Sí, y consiste en levantarse a las cinco de la mañana también.
- B.M.: A mi me gusta conocer la vida de los escritores y observo que muy pocos de los que admiro han pasado por talleres de literatura, o son licenciados en Filología. Es impresionante el caso de Rafael Sánchez Ferlosio, que es una de las cabezas más brillantes de este país y su formación es en gran medida autodidacta.
- U.L.: O Juan Marsé, que es uno de mis favoritos, que trabajó en un taller de joyería desde los trece años.
- B.M.: Albert Camus escribió una frase sobre la que comentas que construiste el personaje de Santiago, de tu novela "Estación perdida". Dice así: "Aquel calor hermoso que imperó en mi infancia me vedó de cualquier resentimiento". He encontrado otra frase de Camus en el mismo libro que me gustaría leerte: "...la obra de un hombre no es sino ese largo caminar para recuperar, pasando por los desvíos del arte, las dos o tres imágenes sencillas y grandiosas a las que se le abrió el corazón una vez primera".
- U.L.: Es una frase espectacular. A mí Camus me parece el intelectual más luminoso del siglo XX.
- B.M.: Creo que esta segunda frase de Camus tiene que ver con lo que tú llamas los "años fundacionales" o "proezas fundacionales" en tu última novela "El año en que me enamoré de todas".
- U.L.: Dividimos la vida en años fundacionales. Los años importantes son los fundacionales: en los que te enamoras, sales por primera vez, conoces a tus mejores amigos.
- B.M.: ¿Crees que nuestra verdadera patria es la infancia o, en este caso, los "años fundacionales"?
- U.L.: Yo creo que son nuestros "años fundacionales". La infancia también es algo fundacional, porque es la primera estación. Es la estación perdida. Por eso titulé así a uno de mis libros. En el caso de Santiago, el protagonista, el sol de la infancia no permite que sea mala persona. No es malo, se mete en líos porque tiene un problema en la cabeza, le han trastocado las cosas.
- B.M.: Tú has escrito también poesía. He rescatado una frase de Borges en la que decía que las palabras fueron mágicas en un principio y son devueltas a la magia por la poesía. Como poeta, ¿piensas que la poesía devuelve al lenguaje a su fuente originaria? En otras palabras, ¿crees que el poeta saca las palabras del diccionario para devolverles su fuerza, su fulgor?
- U.L.: Algunos poetas sí, los grandes sí. Yo no, no soy un grande. La poesía es un género sagrado. Si bien la novela es más artesanal que artística, la poesía es más artística que artesanal, creo yo. Hay cosas que sólo las puede decir la poesía. Tú puedes levantarte un día y decir: "Voy a intentar escribir un capítulo lo mejor posible", pero por mucho que te levantes y digas: "Voy a escribir un poema estupendo", si no viene no viene.
- B.M.: Paul Valéry decía que el primer verso lo da dios y el poeta lo desarrolla en el resto del poema.
- U.L.: Qué buena frase.
- B.M.: Sí, Paul Valéry era uno de los tipos más inteligentes del siglo XX. Él se levantaba a las cinco de la mañana, leía y escribía hasta las doce, seguía siempre esta disciplina.
- U.L.: Eso lo hago yo también. Otro poeta de gran inteligencia era René Char, del que soy un gran admirador.
- B.M.: También es uno de mis preferidos. Su libro "Furor y misterio" es magnífico. Me gustan mucho sus poemas y su estilo aforístico de hacer poesía me parece deslumbrante.
- U.L.: Él y Camus eran íntimos amigos. Vivían muy cerca, Camus se compró una casa junto a la de René Char para estar cerca de él y justo cuando va a trasladarse allí se muere, o lo matan, porque todavía no ha quedado claro cómo murió Albert Camus. Hay teorías que hablan de que a la CIA podría interesarle que desapareciera. Los textos de Camus han resistido muy bien el paso del tiempo, mejor que los de Sartre, y que se sostengan las ideas es muy complicado. Soy muy fan de Char y de Camus y me encanta esa amistad tan bonita que había entre los dos.
- B.M.: Habiendo leído "El año en que me enamoré de todas" esta pregunta no podía faltar: ¿Los desencuentros mantienen la ilusión de lo perfecto?
- U.L.: Qué remedio. Tendremos que pensar que sí, hay que ser optimista.
- B.M.: Tengo que confesarte que me he enamorado de Laura. Lee a Szymborska, cita a Kierkegaard, lee a Lodge y a Eugenides, escribe poesía. Es la mujer perfecta. Y, como no, otro de los personajes que me ha encantado es Monsieur Tatin, el mecánico sabio.
- U.L.: Este personaje es de los que empiezan siendo muy anecdóticos y luego se van adueñando poco a poco y vas requiriendo más de ellos. Me interesa como el amigo, que es buena gente y que le da buenos consejos. Sylvain no tiene padre y Monsieur Tatin es un poco como el padre que no ha tenido. Mis personajes siempre están necesitados de afecto. Ese tema me interesa mucho. Siempre hablo de los mismos temas: de la amistad, del amor, de la literatura, de la infancia, de la relación madre-hijo...
Desde Trabalibros agradecemos a Use Lahoz el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar a nuestras preguntas. Agradecemos también al Hotel Astoria de Valencia el haber cedido un espacio para hacer posible esta conversación.