Inocencio F. Arias cuenta con una de las carreras diplomáticas más largas e importantes de la historia reciente de España. Ha desempeñado su labor en varios continentes, ocupando puestos relevantes con gobiernos de distinto signo. Fue secretario de Estado y subsecretario cuando gobernaba el PSOE capitaneado por Felipe González, embajador de la ONU en el momento en que Aznar lideraba el PP y portavoz de Exteriores mientras gobernaba la UCD, el PSOE y el PP. En la ONU ejerció el cargo de presidente del Comité Mundial contra el terrorismo.
Aunque su situación actual es oficialmente la de jubilado, lo cierto es que sigue manteniendo una agenda muy activa. Colabora a menudo en prensa, radio y televisión y alimenta periódicamente a su blog "
Crónicas de un diplomático jubilado", alojado en elmundo.es. Es autor de los libros "Confesiones de un dipomático", "Los tres mitos del Real Madrid", "La trastienda de la diplomacia" junto a Eva Celada y "Los presidentes y la diplomacia".
Bruno Montano de
Trabalibros ha tenido el placer de entrevistarle con la ocasión de la llegada a las librerías de su última obra titulada "
Mis mundiales" (editorial Plaza & Janés), un libro escrito por este antiguo diplomático que fue director general del Real Madrid en le que realiza "un apasionante recorrido de la Copa del Mundo, desde 1950 hasta la actualidad, contado con rigor y sentido del humor" en el que demuestra que "la historia del fútbol es también la historia de nuestro tiempo".
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Bruno Montano,
Trabalibros (
B.M.): En primer lugar, felicitarle por la victoria del
Real Madrid este pasado fin de semana. Imagino que, como madridista convicto y confeso desde que Di Stefano le convirtiera a la “fe blanca”, estará muy contento por esta décima Copa de Europa. La copa ha sido para el Madrid y la liga para el “Atleti”. Creo que se han cumplido sus deseos, ¿no es verdad?
- Inocencio Arias (I.A.): Gracias. Di Stefano me inició y la verdad es que soy un converso profundo en la "fe blanca". Este fue el resultado que yo vaticiné y además para mí era lo deseable. El Atlético, un equipo modesto que nos hace recordar la historia de David contra Goliath, merecía conseguir algo y hacer que se acabara ese duopolio asfixiante entre el Madrid y el Barcelona. Yo quería que ellos ganaran la liga y el Real Madrid la copa. Todo a salido tal y como yo esperaba. Aunque yo predije que el Madrid ganaría 2-1 y ganó 4-1, pero el resultado justo yo creo que habría sido 2-1.
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B.M.: Me gusta mucho cómo ha concebido este libro. No se ha limitado a hablar estrictamente de fútbol, lo cual habría sido un poco aburrido, sino que ha tejido alrededor de los dieciséis mundiales una crónica social y política de cada momento histórico y, al mismo tiempo, ha aprovechado para escribir una especie de memorias personales ligadas al fútbol. De hecho, no es casual que haya usado el posesivo en el título (“
Mis mundiales”). Y todo ello con un tono desenfadado y simpático, salpimentando el texto con jugosas citas y anécdotas de todo tipo. El resultado es un libro muy entretenido, incluso para los no futboleros. ¿Era esta su intención?
- I.A.: Si sólo hubiera tratado de los mundiales, de la táctica que siguió Alemania o Francia, o de cómo juega un jugador u otro, el libro habría sido ilegible casi incluso para mí. Había que amenizarlo contando otras cosas, algunas relacionadas con el fútbol (anécdotas de futbolistas, si hay corrupción en el fútbol, si los políticos intentan aprovecharse del fútbol...) y otras no relacionadas con el fútbol (explicar cómo España ha cambiado literalmente la piel, se ha quitado el traje que llevaba y se ha puesto otro). La voracidad que ha surgido por Internet, la cultura francesa que ha desaparecido totalmente de España, la Iglesia que ha perdido influencia, que hemos recuperado la democracia, que la mujer está equiparada al hombre (a veces no en el salario, pero sí en estatus jurídico y en el enfoque de la vida) son algunos ejemplos.
España ha cambiado mucho en los últimos años. En la época donde empieza el libro aparecen todavía los tranvías y los serenos, aunque eso es anecdótico. El cambio más profundo ha sido de pautas de comportamiento (los jóvenes pueden ir a la Universidad, la rebeldía de los jóvenes está aceptada por los padres porque no tienen la misma autoridad de antes, la mujer ya no permite que el marido le chille, aunque hay algún caso lamentable en el que aun no es así...) Esto ha cambiado mucho y yo he intentado reflejarlo en el libro.
He tratado de reflejar acontecimientos de la época que han influido en la vida española o en la vida mundial y comportamientos o enfoques de la vida que han sufrido una transformación enorme. Podría citar muchas cosas; por ejemplo, la práctica religiosa en los 50 estaba muy extendida, la gente iba a misa y se casaba por la iglesia y ahora las práctica religiosa se ha relajado enormemente, para un país que se confesaba católico apostólico. Hay muchas pautas de comportamiento que han cambiado radicalmente. España es ahora uno de los países con un índice de natalidad más bajo del mundo, lo que no tiene nada que ver con lo que pasaba en los años 50. Si te fijas en los países del norte de Europa, que son muy fríos y poco religiosos, tienen una tasa de natalidad mucho más alta que la nuestra. Ahora se dan también una gran cantidad de divorcios y hay muchas madres solteras aceptadas por la sociedad, lo que no tiene nada que ver con lo que pasaba en los años 50 en los que empieza el libro, entonces una mujer soltera que se quedara embarazada era repudiada por su familia porque se consideraba casi un insulto.
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B.M.: Y luego llegó el baby-boom que se produjo durante los años 60-70, donde la tasa de natalidad aumentó mucho.
- I.A.: Pero ahora se ha encogido hasta límites que no podíamos ni imaginar. Para recuperar la tasa el gobierno tendrá que creer primero en la natalidad, como en la época de Franco. En aquella época era por razones demográficas y religiosas y ahora será por razones demográficas y económicas, para poder sustentar a la población.
Otra pauta que ha cambiado es el tratamiento a los profesores. En la época en que se inicia el libro el respeto era total, se "usteaba" (una cosa que ha desaparecido, el "usted") y ante la duda, al ser castigado un chico o chica de once años, en principio el profesor lo había hecho con toda la razón. Ahora, con frecuencia, es cuestionable y los padres toman partido por los hijos con mucha regularidad, lo cual le quita toda la autoridad al maestro. Este es otro cambio radical.
El servicio militar ha desaparecido, que entre otras cosas era otra oportunidad que tenían los españoles de conocer otras partes de España (no sólo conocerlas, porque ahora con los viajes también se conocen, aunque superficialmente) y con el servicio militar se conocían profundamente.
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B.M.: Además de esto, el libro es a la vez una especie de memoria o diario personal, en el que ofrece su relación particular con los mundiales.
- I.A.: Claro. El libro está enmarcado dentro de dos hitos: el primer mundial que yo recuerdo de forma bastante clara (sobre todo recuerdo de forma bastante clara el famoso gol de Zarra) y el poste que dio el balón en la portería en el Mundial de África, en el que yo estuve. En ambos casos me ocurrió algo parecido: en la primera ocasión en los años 50 me llevé una enorme alegría cuando Zarra le metió un gol a Inglaterra y en 2010 también me alegré mucho cuando España ganó sin discusión, sin que ninguna selección extranjera dudara si España merecía ganar. Y además lo vi. Esa fue la idea con la que hice el libro. Aunque luego me di cuenta de que yo, además de buena memoria, tenía guardados un montón de recortes de periódico sobre fútbol, fundamentalmente de la prensa española (ABC, Marca, Ya, El Pueblo...), pero debido a mi trabajo como diplomático también tenía recortes de prensa extranjera, italiana o incluso norteamericana, aunque allí el fútbol no era el deporte rey. Ahora en EEUU le dedican más espacio, allí hay cinco deportes que tienen bastante aceptación y el fútbol es uno de ellos. Por ejemplo, el día de la final Real Madrid - Atlético de Madrid a la media hora de terminar el encuentro la noticia ya estaba en la portada de la página de Internet del New York Times. Esto era inconcebible hace 25 años.
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B.M.: Entonces ya existía el New York Cosmos, ellos contrataban viejas figuras europeas intentando inocular el virus del fútbol a la población.--
- I.A.: Sí, pero lo lograron sólo a medias. En la sociedad americana hay un fenómeno muy curioso que se ha dado en los últimos 30-35 años: los jóvenes americanos (chicos y chicas) practican mucho el fútbol, pero cuando llegan a la edad de consumir este producto en la televisión, lo que hacen es consumir el producto que están viendo sus padres. A los padres el fútbol no les interesa pero a ellos, que lo han practicado asiduamente, debería interesarles. Aunque bueno, esto forma parte de ese fenómeno sociológico.
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B.M.: El fútbol es mucho más que un deporte. En la sociedad actual es un fenómeno muy complejo, con variantes sociológicas, psicológicas, político-patrióticas, económico-empresariales, incluso semiológicas (hay gente que incluso considera al fútbol como una auténtica mitología moderna). ¿Por qué despierta tanta pasión este juego? ¿Qué profunda necesidad satisface?
- I.A.: En primer lugar, como pasa en otros deportes, despierta el sentimiento tribal. Nos gusta pertenecer a algo que triunfe, que quede a la cabeza, que destaque, que sea elegante, que sea deportivo, que gane. Pero, aparte de eso, las diferencias con otros deportes son, para empezar, que es un deporte muy fácil de entender, es muy intelegible. El fútbol americano o el baseball son un galimatías comparado con el fútbol, donde lo que hay que saber fundamentalmente es que no hay que darse patadas y que no se le puede dar a la pelota con la mano. Los otros deportes son algo más complicados, incluido el baloncesto. Y además es un deporte barato de practicar, sólo hace falta una pelota y un campo que esté medio llano. Se puede jugar incluso en la calle. Es barato de practicar, fácil de entender y fácil de jugar. Tiene que ser uno muy malo para que en un partido donde hay 22 jugadores no le dejen jugar.
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B.M.: También tiene un papel socializador.
- I.A.: Sí, y además iguala a las clases. Yo de pequeño recuerdo que jugábamos todos juntos y daba igual que uno fuese de una clase social más alta que el otro. Era un deporte muy barato, sólo necesitábamos una pelota de goma (ni siquiera hacía falta que fuera de cuero), unos zapatos (nos daba igual que fueran zapatos, botas o alpargatas).
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B.M.: El
fútbol comenzó a despertar pasiones desde muy pronto. Me ha llamado la atención el hecho de que en 1892 el fútbol ya era una pasión, según se desprende de un artículo periodístico inglés que usted cita, en el que se comentaba que los jugadores empezaban a ganar ya 2 ó 3 libras por semana.
- I.A.: Que sería lo que cobraría a lo mejor en aquel momento un conductor de tranvía. Que por darle patadas a una pelota cobrasen ese dinero era significativo y había gente que decía: Llegará el momento en que serán más conocidos que un Diputado. Y lo son, más que un Ministro y más que un Primer Ministro. ¿Quién no reconoce la cara de Messi, de Cristiano o de otros jugadores y quién reconoce en España la cara del Primer Ministro de Portugal?
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B.M.: Sin embargo será en 1954 cuando se produce un verdadero punto de inflexión en el fútbol. Justo en el Mundial de Berna, año también en el que se pusieron los cimientos de la Copa de Europa y en el que jugadores como Di Stefano y Kubala cobraban ya cantidades importantes de dinero. En este momento, según usted, “nacerá el gigante” que este deporte es ahora.
- I.A.: Sí, en este momento se produce un punto de inflexión. Hay un esbozo del interés que la televisión tendrá luego por el fútbol y se da un vuelco sociológico nacional importante, porque el favorito que era Hungría, al que llamaban el equipo maravilla, pierde y eso crea lo que se llama el milagro alemán. Muchos alemanes decían que no les gustaba el fútbol y reconocieron que en este momento fue cuando recuperaron su orgullo. Alemania, que estaba en el suelo, había vencido al favorito. Hay una película alemana muy bonita, "Milagro en Berna" que narra ese momento a través de los ojos de un niño, que ve cómo la sociedad que le rodea se transforma al ganar el equipo alemán. Ese es un punto de inflexión, qué duda cabe.
Y luego el segundo punto de inflexión es cuando llega la televisión. En el año 58 llega a ciertos países, aunque todavía no llega a España. Yo cuento en el libro cómo, en un momento determinado de 1958, el Presidente de la República Francesa invita a su cocinero y a su mayordomo a que vean la televisión (en los Palacios Elíseos sólo había una televisión) para que vean cómo Francia, que quedó tercera, obtiene gloria. En los años 60 la televisión se generaliza, llega a España y a otros muchos países, que supone un segundo paso. El tercer paso es cuando llega al Tercer Mundo y el cuarto cuando la FIFA se vuelca en que la relación fútbol-televisión cunda (por razones estrictamente económicas, claro) y que la semilla germinara en los países del Tercer Mundo. El fútbol llama la atención allí y la FIFA se vuelca en lugares donde antes era impensable, como Qatar, y se fija también en Corea y Japón, donde el fútbol empezaba a tener interés. Incluso influye en los árbitros para que piten a favor de los países en los que interesa que la semilla cunda y crezca. La FIFA quería que, si entonces el fútbol interesaba a 7 millones, le interesara a 18.
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B.M.: Y así, poco a poco, ha ido convirtiéndose, según una cita de Vargas Llosa que incluye usted en el libro, en uno de los pocos denominadores comunes entre personas de culturas, religiones e ideologías diferentes.
- I.A.: Incluso en los países, con frecuencia, la Selección Nacional sirve para unir. En Sudáfrica la Selección Nacional de Fútbol tiene jugadores negros y blancos, unió en cierto modo a las dos etnias. En España también unió de forma momentánea, aunque aquí la Selección Nacional siempre ha unido poco, porque las fuerzas centrífugas son grandes. Tras el Mundial que ganó España hubieron voces que decían que eso iba a zanjar todas las rencillas y todos los agravios, muchos de ellos inventados, pero en aquel momento unió.
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B.M.: Recientemente han publicado un libro muy interesante de un historiador llamado Alejandro Quiroga que se titula "Goles y banderas" y que trata precisamente de eso, de la capacidad que tiene el fútbol para generar identidades colectivas y de cómo el discurso sobre el fútbol ha servido de modelo en muchas ocasiones para elaborar discursos políticos.
- I.A.: Es cierto. Con mucha frecuencia en Cuba, en Irán o en otros países conflictivos se ponen de acuerdo en aplaudir a un mismo equipo. En Israel por ejemplo están de acuerdo los palestinos y los judíos en aplaudir al equipo de Israel. Aunque en ocasiones, el fútbol también puede desunir. Cuando en la liga española hay un encuentro, por ejemplo, entre el Madrid y el Barcelona, y en él se toma una decisión que no es claramente justa, que puede dar lugar a alguna interpretación sesgada, inmediatamente tanto los de un bando como los del otro piensan que el árbitro está influido por razones políticas y que les ha perjudicado. Los madridistas creen que Villar ha influido a favor del Barcelona y los catalanes, aun peor, piensan que en Madrid les roban con los impuestos y también con el fútbol. Yo, cuando juegan el Madrid contra el Barcelona, desearía que el árbitro fuera como un buen Jefe de Protocolo: impoluto. Que el resultado sea claro, porque si no eso ahonda las divisiones entre ellos.
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B.M.: Eso me recuerda a otro tema al que hace referencia en su libro. Usted desmiente en "Mis mundiales" la idea comúnmente aceptada de que el Madrid era el equipo del régimen de Franco, un equipo ayudado sistemáticamente por el gobierno del dictador. Y por el contrario, afirma que fue el gobierno de Franco el que se aprovechó del Madrid cuando éste empezó a ganar Copas de Europa (5) y lo usó como su mejor embajador ambulante.
- I.A.: Claro. El Régimen no tenía con quién acostarse. El Régimen ya no era paria, pero acababa de serlo. En el año 46 la ONU pidió que se retiraran todos los embajadores. Luego empezaron a volver y volvió incluso el americano. Pero ese momento coincidió con los triunfos del Madrid en el extranjero. Yo en el libro cuento que a veces, en las embajadas, las autoridades que tenían tratos comerciales con el Régimen de Franco, no querían "bailar muy pegaditos". El día de la fiesta nacional no acudía la gente importante y, sin embargo, llegaba el Real Madrid y acudía la crema deportiva de España. Fue el Madrid el que, sin ayuda del Régimen, empezó a ganar copas de Europa. Hubo 14 ligas consecutivas en la que no ganó ninguna, en el momento en que el Régimen era más duro, cuando podía haber manipulado más los resultados. Ganaron el Atlético de Madrid, el Atlético de Bilbao y el Barcelona, pero el Real Madrid ninguna. Y eso es un hecho incontestable. ¿Cómo, si es que el Régimen era tan madridista, durante 14 años no le hizo ganar al menos una liga?
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B.M.: Otra cosa muy curiosa que he leído es que usted buscó documentos incriminatorios por las embajadas que pudieran probar que el Régimen había ayudado al Real Madrid, sin encontrar ninguno.
- I.A.: Así es. Lo único que encontré es que al Real Madrid le darían la misma facilidad que a usted. Si usted está en Holanda, se muere su madre, le deja unas joyas y no sabe dónde dejarlas porque tiene que viajar a España para arreglar algún asunto, puede hacer un depósito. Pues respecto al Madrid, como le estafaron en alguna ocasión, se decidió que si el equipo que contrataba al Madrid para un amistoso debía hacer un depósito o un cheque a favor de Real Madrid, se cogiera. Lo que haría cualquiera. Ese es todo el trato de favor que recibió el Real Madrid.
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B.M.: Algunas de las más prestigiosas organizaciones internacionales seleccionan a grandes deportistas como embajadores suyos. Los países hacen lo mismo también con sus mejores atletas, eligiéndolos como estandartes representativos de sus bondades como país. La gloria de los deportistas se reflejará en su país de origen. Desde el punto de vista estrictamente diplomático, ¿es esta una buena estrategia? o
- I.A.: Les agasajan, les invitan a cenas oficiales... Si llega el presidente ruso a EEUU, como allí hay muchos rusos que juegan al hockey, a la cena seguro que va algún ruso y algún americano que sean figuras en eso. Desde el punto de vista diplomático es una estrategia muy eficaz. Que triunfe la Selección Española es muy bueno para la imagen de España. Y el mero hecho de que el Madrid y el Atlético jueguen la final de la Copa de Europa también es muy bueno para la imagen de nuestro país. De entrada, la gente tiene curiosidad por saber cómo en ese país son tan buenos jugando al fútbol. Eso suscita curiosidad y la gente cuando viene a Madrid va al museo del Real Madrid.
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B.M.: De alguna manera, las virtudes de esos héroes se reflejan en su país.
- I.A.: Sin ninguna duda. Los triunfos deportivos mejoran la imagen de un país. De cualquier tipo de deporte, pero si es en uno como el fútbol que tiene una proyección universal más todavía. Quitando Canadá, EEUU, Venezuela y Cuba (aunque allí está ganando muchos adeptos), quedan muy pocos países a los que no le interese el fútbol. En el Caribe interesa, en Asia interesa, el África apasiona, en Latinoamérica es una fiebre, en Europa es una fiebre... No tiene nada que ver con izquierdas ni derechas, es un denominador común universal.
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B.M.: Un pronóstico respecto al
Mundial de Brasil. Según comentan algunos expertos en fútbol, el modelo táctico impuesto por el Barcelona y la Selección Española del dominio total del balón en el centro del campo y los incansables pases cortos y rápidos está tocando su fin. ¿Cree usted que en el próximo Mundial de Brasil la “verticalidad” superará al “
tiki-taka”?
- I.A.: Yo no creo que Del Bosque vaya ahora a cambiar el modelo, no creo que lo tenga preparado. Creo que es prematuro hacer un funeral por el sistema de juego del Barcelona. El Barcelona no ha tenido una temporada muy feliz, se han quedado a las puertas de todo, pero creo que es prematuro cargarse ese modelo. No creo que Del Bosque, con los mimbres que tiene ahora mismo, pueda hacer un cambio radical. Puede que hiciera un esquema un poco diferente si estuviera bien Diego Costa, pero basándose bastante en el tiki-taka. Es que falta muy poco tiempo. Le harían falta ocho meses para poder hacerlo, si quisiera. El armazón es el mismo que tenía y debe estar rezando para que los mejores futbolistas que tiene no se le hagan viejos y le respondan bien.
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B.M.: Tengo una curiosidad al respecto de su trayectoria como
diplomático. Usted, en su larga carrera diplomática, ha servido de forma leal al estado español, independientemente del signo político que éste tuviera (UCD, PSOE, PP).
- I.A.: De eso me culpan los "peperos" y los "sociatas". Cuando llegó el PSOE yo fui muy luchador a favor de lo que decía el gobierno de Felipe González y algunos "peperos" me decían que lo hacía con demasiada pasión. Y cuando llegó Aznar y defendí lo que decía (tenía que defender la posición de EEUU cuando Bush defendió Irak) los "sociatas" me decían lo mismo, si cabe con más enjundia y, cuando entraron, me cortaron la cabeza. Pero yo no sé jugar al fútbol de otra forma.
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B.M.: Con independencia de las opiniones personales, ¿un buen diplomático debe trabajar en condiciones de asepsia ideológica? ¿Existe en la diplomacia algo parecido a lo que establece el artículo 127 de la Constitución para jueces y fiscales, los cuales durante el servicio activo no pueden pertenecer a partidos políticos?
- I.A.: No existe ninguna prohibición de ese tipo. Podemos pertenecer a partidos, pero tu obligación es la de ser leal con el que ha ganado en las urnas. Pero puedes pertenecer a cualquier partido político. Hace 15 o 20 años muy pocos lo manifestaban. Yo diría que el porcentaje de diplomáticos afiliados a un partido es bajo, no será más del 12 o 14%. Y está la costubre de que, cuando llega un partido al poder, hace una cierta limpieza (subrayo "cierta", porque no es total) de las cabezas del equipo contrario, que no debería ocurrir. Pero mentiría si dijera que es total, hacen limpieza de un número determinado, los saca y coloca a los suyos. También mentiría si dijera que coloca a todos los suyos, pero sí coloca a un porcentaje de los suyos superior al que se merecen. Eso está mal y lo han hecho unos y otros. No es que hayan hecho tabla rasa, al menos hasta ahora. Han mantenido un equilibrio sesgado, los dos partidos, aunque Zapatero ha sido quizás el más sesgado.
Desde Trabalibros agradecemos a Inocencio Arias el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección de Lotelito de Valencia el haber cedido un espacio ideal para esta conversación y a la editorial Plaza & Janés por haber hecho posible este encuentro.