Hasta siempre, Gabo.

sábado, 19 de abril de 2014
Gabriel García Márquez nos ha dejado, pero su espíritu vivirá para siempre en su obra. Libros inmortales como "Cien años de soledad", "El amor en los tiempos del cólera" o "El coronel no tiene quien le escriba" mantendrán eternamente vivo el recuerdo del que fue un genio de la literatura.
El 17 de Abril de 2014 falleció a los 87 años uno de los grandes escritores de todos los tiempos. El colombiano Gabriel García Márquez, al que sus amigos solían llamar Gabo, abandonó este mundo desde su vivienda, ubicada en el sur de la capital mexicana. La culpa la tuvo el cáncer que padecía desde hace tiempo y que se extendió por varios órganos de su cuerpo hasta robarle la vida. Sus restos mortales serán incinerados en una ceremonia privada y el próximo lunes por la tarde se celebrará un homenaje en su honor en el Palacio de Bellas Artes de México D.F., que incluirá lecturas, conferencias, reediciones y proyecciones cinematográficas.

El escritor residía en México desde que tomó la decisión de autoexiliarse de Colombia, huyendo del dictador Laureano Gómez y de su sucesor, el general Gustavo Rojas Pinilla. Fue en Ciudad de México donde comenzó con la escritura de la más conocida de sus obras, la novela "Cien años de soledad". Entre sus libros se encuentran títulos tan emblemáticos como "Crónica de una muerte anunciada", "El amor en los tiempos del cólera", "El coronel no tiene quien le escriba", "El general en su laberinto" y "Del amor y otros demonios". El reconocimiento de su genialidad alcanzó la cota máxima cuando en 1982 le fue concedido el más prestigioso de los galardones literarios: El Premio Nobel de Literatura.

Pero el padre del realismo mágico nos tiene reservada una última sorpresa. Al parecer, existe un texto suyo que todavía no ha visto la luz y que tituló "En agosto nos vemos". Se trata de una novela que escribió hace unos años, un libro que ha corregido infinidad de veces, para el que según se cuenta había llegado a planear hasta seis finales distintos y que, una vez dado por concluido, había guardado en un cajón con las instrucciones de que fuera publicado una vez fallecido. Su editor ha tenido el privilegio de leer unos cuantos capítulos y lo califica de obra maestra; nosotros, sus lectores, estamos deseando poder abrir la portada y destapar el regalo póstumo que nos ha dejado este gran autor.

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