El guionista, director, presentador y productor madrileño
Juan del Val es coautor de "Para Ana de tu muerto" y "Lo inevitable del amor", novelas que escribió junto a su mujer, Nuria Roca.
Bruno Montano de
Trabalibros tuvo la oportunidad de conversar con él sobre "
Parece mentira", su primer libro en solitario (
aquí la entrevista) y ahora lo hace sobre su última novela titulada "
Candela", obra ganadora del
Premio Primavera de Novela 2019, en la que "Juan del Val construye, con una veracidad descarnada y un sentido del humor en ocasiones desternillante, el retrato de una mujer única" (editorial Espasa).
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): La última vez que hablamos fue sobre tu libro "Parece mentira" y en esa ocasión me dijiste que Claudio, el protagonista, era una especie de alter ego tuyo en cierta medida. Estaba fascinado por las mujeres, por su mundo, por su estética, por su alma, por su sentimentalidad. Me confesaste que tú también lo estabas. ¿Es esta fascinación por las mujeres la que te ha hecho escribir una novela con una primera persona femenina como narradora y como personaje principal?
- Juan del Val (J.V.): En qué líos me meto, ¿verdad? [Risas].
- B.M.: Ya lo creo [Risas].
- J.V.: Pues sí, la verdad es que esa fascinación existe. Esta novela, evidentemente, tenía que estar protagonizada por un personaje femenino porque surge a través de alguna historia que me contaron y me pareció interesante, y no concebía hacer a ese personaje femenino de otra manera que no fuera en primera persona. Por lo tanto ahí está el reto: meterme en primera persona siendo una mujer y durante todo el tiempo que duró el proceso de la escritura fui una mujer. Y la verdad es que me ha debido de quedar bien, porque resulta que las mujeres, cuando lo leen, me dicen que parece increíble que lo haya escrito un hombre. Así que estoy encantado de que eso haya pasado.
- B.M.: "
Candela" es una novela realista, de barrio, con tintes costumbristas, pero también es una novela con cierto realismo mágico o pensamiento mágico. He contado hasta seis conversaciones de Candela con el ojo de cristal de su madre. ¿Qué has pretendido hacer dando este giro hacia lo mágico? ¿Qué crees que aporta a la novela?
- J.V.: A mí me parece que la vida no tiene por qué ser siempre coherente. Y, evidentemente, las conversaciones entre el ojo y Candela son fantasía. El ojo puede ser muchas cosas: un recuerdo, una fantasía, un espejo de uno mismo, una imagen de lo que a Candela le habría gustado que fuera su madre, o de lo que en realidad era su madre... ese giro me parecía divertido. Y además, de todas las relaciones humanas, probablemente una de las que más me interesan es el de una madre con una hija. Es totalmente distinta de la relación entre madre e hijo o entre padre e hijo.
- B.M.: Es un binomio muy intenso, muy profundo.
- J.V.: Así es. Y quería llevarlo a todos los extremos posibles.
- B.M.: El ojo también podría representar a la voz de la conciencia, una voz que le recuerda a que a pesar de todo vale la pena seguir viviendo, que hay que seguir adelante.
- J.V.: Dentro de la novela, en la que cuentas lo que tú quieres contar, me parece que la interactuación con el ojo es lo que puede tener una interpretación más libre. Es un regalo para el lector o lectora y cada uno lo ve de una manera. Pero sí podría ser la conciencia, efectivamente, estoy de acuerdo. A lo mejor este dato lo utilizo luego en la presentación del libro [Risas].
- B.M.: Como buena novela de barrio transcurre en un
bar, que es el centro neurálgico de los
barrios, el lugar en el que todo ocurre: los encuentros, los desencuentros, los amores, los desamores... No es casual que hayas elegido el bar para ambientar la novela.
- J.V.: No. Hombre, yo hablo de lo que sé y hablo de lo que me gusta contar. Y para mí, un bar es un escenario estupendo porque creo que es uno de los lugares donde más cosas pasan. También podría haber elegido una iglesia, o una biblioteca, pero pasan tantas cosas en los bares... Es el inicio de un montón de cosas buenas, me encantan los bares y era el escenario ideal, incluso creo que el propio Cancerbero es un personaje más de la novela.
- B.M.: Hay temas de fondo, como la violencia machista, la pederastia, la homofobia, pero no es una novela de denuncia. Es una novela en la que cuentas la evolución del alma de una mujer, desde el aburrimiento y el hastío hasta la felicidad y la alegría.
- J.V.: Yo no soy muy pretencioso mientras escribo, por lo tanto no pretendo dogmatizar, ni hacer denuncia, pero es verdad que hablo de todas las cosas peores que pueden existir en la vida: el abuso infantil, el maltrato, la inmigración... Todas esas cosas me apetecía contarlas y hacerlo con sentido del humor. Pero no pretendo reivindicar nada. A veces me preguntan si es una novela feminista y entonces les contesto que ni estaba yo en eso escribiéndola ni creo que Candela esté en eso.
- B.M.: Haces una autocita de tu anterior libro "Parece mentira" cuando Araceli le comenta a Candela que ha leído un libro, una especie de biografía novelada de un escritor que decía literalmente: "Parece que la vida empieza sólo el día en que nacemos, pero no es verdad. De vez en cuando todo empieza de nuevo".
- J.V.: Te cuento algo que creo que todavía no he contado: "De vez en cuando todo empieza de nuevo" iba a ser el título de la novela. Pero me parecía algo difícil y complejo y al final decidí titularla "Candela". Pero creo que esta frase es una manera de explicarme a mí y a la vez de entender a Candela. Existe ese guiño a "Parece mentira", porque sin ese libro "Candela" no hubiese sucedido, ni el premio hubiese sucedido.
- B.M.: Claro, porque en el fondo la novela habla de la posibilidad de renacer, sobre todo gracias al amor y a la amistad, que son dos potencias redentoras en la vida de cualquier persona, pero sobre todo de la gente herida como es Candela.
- J.V.: Absolutamente. Es verdad que el amor, la amistad, la generosidad y el autoconocimiento forma parte de mi universo y, por supuesto, también del de Candela.
- B.M.: Candela hace una reflexión interesante respecto al sexo, cuando habla de que "el placer no tiene por qué ir acompañado de culpa". ¿Es esa vieja culpa judeocristiana la que ha ensuciado la relación de la gente con el sexo y le impide disfrutar plenamente de él?
- J.V.: Nos persigue todo el rato.
- B.M.: Incluso Candela dice en un momento dado que hasta la risa le hace sentir culpable.
- J.V.: Sí, es verdad que esa culpa permanente nos persigue con todo lo que tiene que ver con el disfrute. Y el sexo quizá sea el máximo exponente del disfrute. Da rabia, pero así se siente mucha gente y yo creo que así hay que contarlo, es la pura realidad.
- B.M.: ¿Opinas, como le pasa a Candela, que el descubrimiento del verdadero placer sexual te puede cambiar la vida?
- J.V.: Yo creo que estas cosas te empiezan a pasar cuando estás preparado para que te pasen. Y creo que esa es otra de las reflexiones que hace Candela. A Candela le empiezan a pasar cosas buenas cuando está predispuesta a que le pasen. El momento en que Candela descubre el placer es un síntoma de que le está cambiando la vida, es como empezar otra vez. Y Candela opina que el sexo que tiene con Tomás le gusta más que el propio Tomás y creo que esta es otra cosa que también pasa en la vida.
- B.M.: Con respecto a eso, hay otra reflexión interesante que hace uno de los personajes y que dice que la felicidad, en realidad, es una capacidad. Hay quien está capacitado para las matemáticas o para el deporte y hay quien está capacitado para la felicidad. No es un estado pasivo que uno recibe, sino algo que uno consigue proactivamente.
- J.V.: Yo creo que sí. La capacidad para la felicidad la tienes casi de nacimiento y además creo que es algo que se puede fomentar. Hay gente que es incapaz de ser feliz, le pase lo que le pase de bueno. Y hay gente que, aunque le pasen cosas malas, es capaz de serlo. Yo creo que tiene que ver con una capacidad.
- B.M.: En tu novela he identificado un elemento perturbador, que no sé si responde a algo que me dijiste en la entrevista anterior. Comentaste: "Me encanta decir cosas incómodas y provocar debate. Provocar es, en cierto modo, una responsabilidad de cualquier persona que crea algo". Esas dos niñas abusadas que se confiesan a sí mismas y tienen vergüenza de reconocer que el abuso les gustó es un elemento muy perturbador de tu novela que puede resultar polémico.
- J.V.: Pero es que es tan real... Esta novela parte de una conversación con una amiga que me cuenta eso. Y a partir de ahí, para no equivocarme, comienzo a hablar con varias personas que han vivido ese trauma. Es algo que sufren siendo muy niñas y, aunque a mí no me gusta que pase, la realidad es que pasa. Me parecía que era tremendo contarlo, pero había que hacerlo. No es una provocación, no es algo gratuito. Hay veces que sí me gusta provocar de manera gratuita, este no es el caso.
- B.M.: Me gustaría destacar de tu novela el
sentido del humor. Yo creo que en ella describes el segundo polvo más patético que he leído, después de uno que narra Ildefonso Falcones en la segunda parte de "La catedral del mar".
- J.V.: El sentido del humor es fundamental para mí, en mi vida. Por lo tanto, tenía que serlo también en la de Candela. Ella no es una persona graciosa, pero me parece que tiene un sentido del humor elevadísimo a la hora de enfocar la vida. Y es un polvo lamentable, efectivamente, que me parecía que tenía muchísima gracia. Yo me reí muchísimo, me hizo mucha gracia al escribirlo y es verdad que la gente que lo ha leído me ha confesado que también se ha reído mucho.
- B.M.: "
Candela" es una novela agridulce, en gran parte por esos toques de humor y de la personalidad de la protagonista, que a pesar de su tragedia es capaz de reírse de ella misma y de sus circunstancias.
- J.V.: Yo, para escribir cosas tan duras, tenía que reírme de vez en cuando. Y me he reído escribiéndola.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Juan del Val el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas, así como a la editorial
Espasa el haber hecho posible el encuentro con este autor.