La escritora limeña
Gabriela Wiener es autora de los libros Sexografías, Mozart con priapismo y otras historias, Llamada perdida, Dicen de mí y del libro de poemas Ejercicios para el endurecimiento del espíritu. Sus textos han aparecido en diversas antologías y han sido traducidos al inglés, portugués, polaco, alemán, francés e italiano. Fue redactora jefe de la revista Marie Claire en España y hoy publica regularmente columnas de opinión para el sitio web de El Diario, Vice y para el contenido en español de The New York Times, así como una videocolumna en la mula. Ganó el Premio Nacional de Periodismo de su país por un reportaje de investigación sobre un caso de violencia de género. Es creadora de varias performances literarias que ha puesto en escena junto a su familia y de la obra de teatro Qué locura enamorarme yo de ti. En la actualidad reside en Madrid.
Bruno Montano ha tenido la ocasión de entrevistarla sobre "
Atusparia", una obra "a caballo entre el realismo social y la fantasía poética, donde Wiener da un salto magistral en su literatura y nos muestra, en su «gran novela rusa» postindigenista, cómo las jerarquías y luchas de poder alcanzan a los movimientos emancipadores haciéndolos añicos" (editorial
Literatura Random House).
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Atusparia fue un líder campesino peruano asesinado en 1885 por revelarse contra los abusos del estado.
Atusparia, en la novela, es un colegio peruano de inspiración soviética con profesores formados en la URSS. Y Atusparia es como se hace llamar la protagonista de este libro, una estudiante de este colegio que acabará convirtiéndose en una importante figura política de izquierdas, tras superar una adicción a las drogas y una reclusión en una cárcel amazónica. ¿Por qué has elegido la figura histórica de Pedro Pablo Atusparia y qué significa para ti?
- Gabriela Wiener (G.W.): Dentro de su reflexión sobre los movimientos de emancipación, la novela hace una memoria de las gestas campesinas y del papel de los luchadores indígenas en la historia de las revoluciones de los de abajo. Atusparia es uno de esos líderes masacrados por el sistema que lleva aplicando la necropolítica contra las poblaciones rurales siglo tras siglo, podría ser él, o antes Túpac Amaru y tantos otros, pero también quise hablar de este hilo conductor entre las luchas anticoloniales del pasado y las del presente, como las que encarnan hoy los defensores y defensoras de la tierra, perseguidos y asesinados o los levantamientos que fueron reprimidos por el gobierno dictatorial de Dina Balearte hace poco más de un año en el Perú con un saldo de más de 60 muertos. Atusparia se llama el colegio de la protagonista del libro. Por eso, cuando se une a la movilización popular adopta ese nombre como propio.
- B.M.: En los agradecimientos de este libro citas a tus “compañeras atusparianas”. ¿Te formaste tú también en este colegio?
- G.W.: Sí, yo estudié toda la primaria en el Atusparia hasta que se cayó el muro, todo cambió, se fueron los profesores míticos, empezaron a enseñar inglés en lugar de ruso y me fui a otro colegio. La primera parte de Atusparia es mi mirada personal de ese colegio real, matizada por la ficción.
- B.M.: La protagonista de esta novela recibe en este colegio un doble adoctrinamiento: por una parte el “soviético-marxista” y por otra el “andinista”, este segundo propiciado sobre todo por su profesora Asunción Grass, que es otro personaje importante de tu historia. ¿Este extraño sincretismo formativo, que por cierto revela muy bien la portada del libro, pretendía lograr una utopía comunista con cosmovisión andina, o bien una utopía andina cimentada en el materialismo histórico?
- G.W.: Cuando la protagonista habla de adoctrinamiento siempre es entre comillas o dicho risueñamente porque lo cierto es que su identidad y sus causas están definidas por su educación: su mirada sobre las injusticias y su vínculo profundo con el Perú andino y de todas las sangres. En algún momento dice que es lo mismo que han hecho siempre los colegios de derechas o católicos, adoctrinar, así qué de qué hablamos. Solo en ese colegio se podía vivir cierta utopía ideológica que según la óptica del marxista peruano Mariátegui, creía que la revolución no podía ser ni calco ni copia sino creación de los pueblos. El Perú estuvo muy lejos de hacer real esa utopía, atravesó el siglo XX cruzando del feudalismo al neoliberalismo salvaje. Pero en el Atusparia se actuaba en consecuencia.
- B.M.: Las figuras tutelares de este libro, a mi modo de ver, serían la del pensador marxista y fundador del partido comunista peruano José Carlos Mariátegui y la del escritor neo-indigenista Manuel Scorza. ¿Estoy en lo cierto?
- G.W.: Sí, son los padrecitos de Atusparia.
- B.M.: Creo que existe una tensión que vertebra toda la novela y que hace referencia a dos maneras de entender el poder: el poder como objetivo en sí (“Yo crecí en los ochentas: para mí, salvo el poder, todo es ilusión”, afirma Atusparia) y el poder como “medio para” (“Las condiciones subjetivas y objetivas están dadas para la insurgencia […] no para la toma del poder, sino para algo mucho más difícil: un mundo nuevo”, defienden Las Ritas).
- G.W.: Asunción con las Ritas por un lado y Atusparia por el otro representan dos modos de entender la acción y la dirección políticas. En medio de esto está el poder, para Atusparia visto como ese mal necesario que hay que tomar para cambiar las cosas dentro del sistema. Ella no quiere acumular poder, quiere ejercerlo porque cree que es la única forma de hacer justicia en el Perú. En cambio, las Ritas la acusan de haberse convertido en caudilla y haber traicionado a su movimiento. La visión de las Ritas es la subversiva, luchar hasta el final para conseguir un mundo nuevo que puede intuirse como comunitario.
- B.M.: Formalmente destaca en este libro la combinación de géneros, una novela en primera persona que incluiría: un informe policial (“Las Ritas Confidencial”), una fábula orwelliana (“El problema de la alpaca”), una entrevista (“El problema indígena sólo lo van a resolver los indígenas”), un artículo periodístico firmado por Gabriela Wiener, tú misma (“¿La candidata que no amaba a los animales?”), una carta y una postdata de Asunción Grass y un discurso político de la propia Atusparia (“La hoz y el martillo”). ¿Qué sentido narrativo tiene esta extraña mixtura?
- G.W.: Fue una decisión estética pero creo que no entorpece lo narrativo, simplemente quise contar las cosas de otra manera, por diversión y para divertir, valiéndome de distintos registros probados muchas veces en el género novelístico. Pero a posteriori podría decir que esa forma permite cierta desjerarquización de la voz y de los elementos de la historia. Más perspectivas y ángulos para que no sea fácil tomar partido.
- B.M.: Te incluyen dentro del grupo de los nuevos cronistas latinoamericanos. Por tanto vienes de la no-ficción, también de la autoficción, e ingresas con esta novela en la ficción pura. ¿Qué te permite este género que no te permitía la crónica?
- G.W.: Lo más importante es que libero a la pobre Gabriela Wiener del yugo de llevar la voz cantante.
- B.M.: Uses el género que uses, tu escritura tiene siempre por una parte un alto grado de exposición personal y por otra un importante carácter performativo. ¿Dirías que esta combinación es la esencia de tu poética?
- G.W.: Sí, yo creo que sí. Hasta este libro que es ficción tiene una gran parte de performance, todo lo que ocurre u ocurrirá fuera del libro importa.
- B.M.: Por último, se desprende de este libro un importante grado de parodia y sarcasmo. ¿Se deben éstos a cierto desencanto revolucionario?
- G.W.: No, la novela trata del reencantamiento revolucionario, no del desencanto. El humor y la ironía son estrategias de seducción del lector, tanto como la poesía o escribir bonito lo son, para hablar de cosas importantes o difíciles que no tienen una sola explicación.
Desde Trabalibros agradecemos a
Gabriela Wiener el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Del mismo modo, agradecemos a la editorial
Literatura Random House el haber hecho posible este encuentro.