Trabalibros entrevista a Sergio del Molino, autor de "Los alemanes"

jueves, 11 de abril de 2024
"La decisión sobre cómo afrontar el legado de nuestros antepasados es algo tan subjetivo que todas las opciones son correctas."
El periodista madrileño Sergio del Molino es columnista del diario El País y colaborador de Onda Cero Radio, entre otros medios. Sus obras han aparecido en inglés, italiano, francés, griego, alemán y chino, entre otros idiomas, y en más de quince países.

Los alemanes (Sergio del Molino)-TrabalibrosEs autor de dos ensayos narrativos cruciales sobre la despoblación y «la idea de país»: La España vacía (2016; Alfaguara, 2022), con el que ganó el premio al mejor ensayo del Gremio de Libreros y el Premio Cálamo, además de entrar en las listas de «mejores del año» de toda la prensa cultural; y Contra la España vacía (Alfaguara, 2021). Antes se había alzado con los premios Ojo Crítico y Tigre Juan con La hora violeta (2013) y después con el Premio Espasa gracias a Lugares fuera de sitio (2018).

Además, es autor de novelas como Lo que a nadie le importa (2014) y La mirada de los peces (2017), del breve ensayo biográfico Calomarde. El hijo bastardo de las luces (2020), de una autobiografía novelada sobre su relación con la enfermedad, La piel (Alfaguara, 2020), y Un tal González (Alfaguara, 2022).

Bruno Montano ha tenido la ocasión de conversar con él sobre "Los alemanes", una obra que se alzó con el Premio Alfaguara de Novela 2024 y que trata uno de los episodios más vergonzosos y menos conocidos de la historia de España: cómo los nazis refugiados aquí en un retiro dorado activaron el neonazismo en Alemania, mientras deja en el aire dos preguntas incómodas: ¿Cuándo caducan las culpas de los padres? ¿Llega hasta los hijos la obligación de redimirlas? (Editorial Alfaguara).

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Tu libro me ha descubierto a los alemanes del Camerún, de los que no sabía nada.

- Sergio del Molino (S.M.): Nadie sabe nada sobre esto.

- B.M.: Pero tú sí lo conocías, he visto que has escrito varios artículos periodísticos sobre este asunto. También escribiste un libro en 2009 titulado “Soldados en el jardín de la paz”, que era una crónica histórica sobre ello. ¿Qué te faltaba decir sobre los alemanes del Camerún y por qué hacerlo mediante una novela? ¿O en realidad este acontecimiento te ofrecía un marco histórico que era la excusa perfecta para vehicular otro tipo de temas?

- S.M.: Era la excusa para poder construir una novela. Esta historia siempre ha estado resonando dentro de mí, siempre la he tenido desde que empecé a escribir. Y siempre quise escribir una novela sobre ella, inventarme una de esas familias, aprovechar eso, porque me evocaba mucho a esas novelas familiares que tanto me gustan del siglo XIX. Me daba pie para construir ese tipo de novela familiar. Pero la he ido enriqueciendo conforme he ido leyendo y han ido creciendo mis preocupaciones sobre las cuestiones que trata la novela: el legado, la identidad, la desubicación… siempre que pensaba en ello los alemanes del Camerún siempre aparecían de fondo, como un recurso que pugnaba por salir en algún momento. Hasta que le llegó su hora y vi claro cómo podía desarrollar a la familia Schuster y a los personajes de los hermanos.

- B.M.: Pero no era para decir más sobre esta historia ni para hacerlo de otra manera, has aprovechado la coyuntura de tener ya cierto trabajo hecho de documentación

- S.M.: Claro, eso ya estaba trabajado, tenía los escenarios, tenía el antecedente histórico que me daba los cimientos para, a partir de ahí, empezar a construir la narración.

- B.M.: Durante tu investigación sobre los alemanes del Camerún rastreaste su existencia a través de la literatura y encontraste que Sender, en “Crónica del Alba”, hacía referencia a ellos.

- S.M.: Así es, también aparece en textos de Mariano de Cavia y hay muchas más referencias, incluso existe un juguete lírico, una pequeña zarzuelilla, un número de cabaret que se llama “Los alemanes del Camerún”, que creo que nunca se llegó a estrenar. Hay chistes, hay coplas, hay un montón de alusiones en la literatura popular y en la cultura popular sobre esta gente porque llamaban mucho la atención. Y la hemeroteca es maravillosa, porque aparecen fotos, chuflas... La atención que despertaron en España en 1916 fue muy notable y el eco llegó a todas partes.

- B.M.: Pero la mayoría de historiadores nunca han oído hablar de esto.

- S.M.: Es una anécdota histórica, o eres muy experto en la historia local de esa época o posiblemente no lo sepas.

01. Bruno Montano entrevista a Sergio del Molino-Trabalibros
- B.M.: Alguien dijo que narrar es un ejercicio de "lucidez fabulada", un intento de reflexionar sobre la naturaleza humana y el sentido de la vida. Tu novela no es una "novela de ideas" convencional, pero sí es rica en ideas. No tiene los vicios típicos de las novelas de ideas, como son el didactismo o la sentenciosidad, pero está repleta de buenas ideas y reflexiones de todo tipo: filosófico, histórico, sociológico, psicológico... Me ha interesado mucho esa dimensión reflexiva de tu novela, de fábula lúcida.

- S.M.: Pues te lo agradezco mucho, porque detestaría haber escrito una novela de ideas, que es un género que no frecuento nada y además lo detesto, precisamente por lo que tú planteabas del didactismo. Me gusta la novela como vehículo reflexivo, me gusta que la novela hibride géneros, que haya reflexión e incluso discursos -los discursos de Tolstoi en “Guerra y paz” que no le gustan a casi nadie a mí me encantan-, pero me gusta que el contenido esté dentro de la narración y que en ningún momento trate de idiota al lector. Detesto que el lector tenga la sensación de que el autor va de maestrillo cuando le está contando las cosas. Me gusta que lo que se incluya se meta porque tenga sentido dentro de la trama, porque tiene un interés y hace avanzar la historia.
- B.M.: Y has introducido estas ideas sobre todo a través de los diálogos, que son muy interesantes. Luego hablaremos sobre los que más me han gustado.

- S.M.: Perfecto.

- B.M.: Nuestro ordenamiento jurídico dice que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. ¿El desconocimiento de la historia eximiría de responsabilidades? El gran dilema de la novela es que por una parte hay personajes, como Ziv o Peter, que dicen que la culpa se hereda, que somos historia y por lo tanto la culpa viene con la historia, y por otra parte está Fede que quiere hacer tabula rasa, incluso en un momento dado se niega a saber más y reclama el derecho a parar de conocer. Afirma que, si se puede rechazar una herencia jurídicamente, también se puede ignorar lo que hicieron nuestros padres o nuestros abuelos. ¿Tú tienes opinión al respecto?

02. Bruno Montano entrevista a Sergio del Molino-Trabalibros- S.M.: Yo estoy más con Fede, de hecho en un libro titulado “Lo que a nadie le importa” donde indago sobre mi propia familia me metí por recovecos oscuros que tenían que ver con mi bisabuelo, su militancia falangista y las visitas extrañas que hacían a una cárcel de mujeres y que documenté y yo no quise saber lo que hacía mi bisabuelo allí. Imaginé que no iba a descubrir nada bonito y pensé que con lo que sabía me bastaba. Frené ahí. El novelista y el familiar pudo al historiador o al curioso. Pero creo que las dos posturas son necesariamente erróneas porque están respondiendo a un dilema y los dilemas, por definición, no tienen solución, cualquier respuesta que des es equivocada o acertada, o al menos es incompleta siempre, porque siempre van a haber razones que inclinen la balanza al otro lado. Esa es la naturaleza de los dilemas y por eso los dilemas y las paradojas son tan sugerentes para construir novelas.

- B.M.: Son irresolubles por naturaleza.

- S.M.: Claro.

- B.M.: Hay una palabra que se repite constantemente a lo largo de la obra: legado. La novela plantea el problema de qué hacer con ese legado. Cada uno de los tres hermanos Schuster hace una cosa diferente: Gaby sí quiere ser consciente de ese legado, luchar contra él y desactivarlo de alguna manera, con su humor o con su arte; Fede no lo quiere conocer, no quiere saber más, dice que no quiere trepar por el árbol genealógico hasta que le raspen las ramas; Berta sabe, lo asume y carga con la culpa. Esta es la triple actitud que se puede tener frente al legado.

- S.M.: Probablemente no haya más caminos posibles que estos tres y yo comprendo las razones de cada uno, me pongo en el lugar de ellos y creo que los tres tienen razón a su manera, son cuestiones a las que no puedes juzgar, no hay un absoluto. La decisión sobre cómo afrontar esa herencia es algo tan subjetivo, tan poco opinable por quien no lo sufre, que todas las opciones son correctas y tienen su razón de ser.

- B.M.: En el epílogo dices que el desarraigo y la identidad componen el calambre que recorre toda tu obra, que te interesan especialmente los desubicados. En este caso, los alemanes del Camerún serían el prototipo perfecto de desubicados, tanto geográfica como sociológicamente. Con este libro ha seguido recorriendo esa obsesión.

- S.M.: En realidad de esto me he ido dando cuenta, te das cuenta de que tienes obsesiones cuando se reproducen una y otra vez y en algún momento tienes que asimilar que estás obsesionado con eso. Y como es un tema que recorre mi obra y aparece de forma modulada y con variaciones muy diversas a lo largo de ella, tengo que reconocer que forma parte de lo que trata. Yo mismo me reconozco mucho dentro de esa desubicación, me siento muy intruso y muy extranjero en muchos aspectos y en muchas capas de mi vida y soy capaz de entender muy bien la desubicación. Me identifico mucho con ella. Y estos alemanes no son los alemanes de Alemania y ni siquiera son alemanes porque son españoles.

La desubicación es así de grande, no están encasillados en ningún sitio. Y ellos además, para enfrentarse a esa desubicación, se han creado un mundo particular completamente tóxico, fabuloso, ficticio, que remite a un país que ellos nunca han vivido y que se han inventado, a través de una tradición que les han legado y que ellos interpretan a su manera. Creo que es el colmo de la desubicación. Y además son trampantojos porque parecen víctimas, parecen los parias de la Tierra, parece que han sufrido todas las derrotas, pero en realidad han caído de pie en todas. En realidad forman parte de los vencedores de la historia, aunque su relato es el de los derrotados. Esa paradoja me gusta mucho.


03. Bruno Montano entrevista a Sergio del Molino-Trabalibros
- B.M.: La lectura de tu libro me ha hecho pensar en la trilogía “Los sonámbulos” de Hermann Broch. Un sonámbulo, de alguna manera, podría ser también un desubicado. Es alguien que camina, pero debería estar en la cama.

- S.M.: Sí, aunque en el libro de Broch tenía más que ver con personas traumatizadas, que no es el caso. Pero sí, tienes razón.

- B.M.: Broch en su trilogía habla de las tres posturas diferentes que se pueden adoptar ante la historia: la romántica, la anárquica y la realista o pragmática. De algún modo coinciden con las soluciones que adoptan los hermanos Schuster en tu libro.

- S.M.: Pues está muy bien visto, aunque ha sido de forma inconsciente, yo no estaba pensando en la trilogía de Broch mientras escribía el libro. Está muy bien traído. Pero yo pensaba más en literatura austriaca, en Musil y Roth, o en libros más contemporáneos y afines a mí, como “Los emigrados” de Sebald, que es una referencia muy evidente para mí. Pero sí, he leído a Broch y puede estar en mi libro como música de fondo, sin ninguna duda.

- B.M.: Ayúdame a explorar una serie de tensiones en la trama que la animan o la empujan. La que más me ha gustado, que me parece muy complicada y pienso que has resuelto técnicamente de una forma magistral, es la tensión entre dos ausentes, uno muerto y el otro senil. De modo indirecto has hecho muy palpable esa tensión entre ellos, a través de lo que cuentan los otros. Me parece complejo y muy interesante.

- S.M.: Sin duda, además está muy bien vista la tensión primordial padre/hijo. Y se ve a través de los otros, de evocaciones, de retazos, de miradas muy parciales y fugaces sobre cómo se va construyendo esa tensión entre un personaje que atraviesa toda la novela, que es Gabi -su fantasma, su recuerdo- y del otro, que está casi muerto.

- B.M.: Casi ausente.05. Bruno Montano entrevista a Sergio del Molino-Trabalibros

- S.M.: Claro, realmente es una figura híbrida, que a todos los efectos está muerta, pero que en realidad está viva y cuenta dentro de la historia. Es una figura que no saben qué hacer con ella y que además, extra literariamente, es muy contemporánea. Desde el momento en que vivimos en una sociedad en la que mucha gente roza los cien años o incluso los supera hay mucha gente que acaba en estado de catatonia, de estar con un pie fuera y se habla en pasado de ellos muchas veces, porque ya no tienen futuro.

- B.M.: Psicológicamente están muertos, pero están en el presente. Otra tensión muy interesante es la que se da entre Berta y Gabi, qué has resuelto con un soliloquio que me ha recordado a “Cinco horas con Mario”. En un momento en que ella está delante de la tumba le dice: “Te lo digo muerto porque no lo habrías aceptado en vida”. Esta segunda tensión yo creo que está muy bien resuelta con este recurso del monólogo.
- S.M.: Sí, Berta se queda a gusto y le dice lo que nunca le dijo en vida. Yo creo que eso nos pasa mucho, cuando estamos delante de la tumba de alguien querido con el que hemos tenido una relación difícil, llena de silencios, muchas veces, aunque sea en nuestro fuero interno, lo soltamos y nos convertimos en la mujer de “Cinco horas con Mario”. Tengo que confesar que a mí me gustan mucho los plantos, desde la Celestina. Disfruto de la tradición del planto, me parece que literariamente es maravillosa y me hacía mucha ilusión escribir un planto canónico y de tradición castellana, me parece que esto es lo menos alemán que hay en toda la novela.

- B.M.: El personaje de Peter, aunque no sea de los principales, me ha gustado mucho y me ha interesado la tensión discípulo/maestro. En este caso ha resuelto esta tensión mediante unos diálogos fecundísimos, ideales para repensarlos o releerlos. Me ha parecido muy interesante por ejemplo el diálogo en el que hablan del heimat, de la patria pequeña, matria o terruño. Para cada tipo de tensión has utilizado un recurso narrativo diferente.

- S.M.: Sí, lo que mejor se adecuaba. Pero no te creas que esto es fruto de una planificación exhaustiva, esto es lo que va pidiendo el texto, lo que va respirando. Yo reflexiono a posteriori, durante la escritura, cuando tengo ya mucho material reordeno, pienso y medito y entonces lo que era un diálogo lo transformo en un monólogo y al revés. Pero no hay una meditación a priori. Sí que tenía clara la tensión y en este caso me interesaba mucho que fuera un diálogo porque tiene un componente académico, una trama casi de novela de campus medio insinuada, aunque solo sea por el escenario donde transcurre. Me gusta la idea de que entre estos personajes hubiera una relación intelectual peripatética.

- B.M.: Paseada.

07. Bruno Montano entrevista a Sergio del Molino-Trabalibros- S.M.: Van paseando y hablando por el terruño mientras se marchan de él. Eso también es un poco por mi querencia unamuniana, de que un país se conoce por la suela de los zapatos.

- B.M.: Por último también existe una tensión entre dos familias que reflejan dos actitudes distintas ante el legado cultural: la familia Klein por una parte y la familia Schuster por otra. Dos enfoques diferentes: uno posibilista y otro más ideológico.

- S.M.: Sí, yo lo resumiría más bien entre una familia que se quiere y una familia que se detesta. Una familia disfuncional en términos técnicos de psicología y una familia que ha sabido resolver sus afectos y que ha sabido vivir. Esa tensión es probablemente la más dolorosa e importante. Para poder entender lo desastrosa y monstruosa que es tu familia tienes que poder ver que hay otras familias que no lo son, porque si no la monstruosidad no la ves, te parece que es lo normal. Pero en el momento en que ves que hay otra gente que no se comporta así, que no se habla a gritos, que no se dicen esas cosas, que no se detesta como se detestan tus padres, ves que lo de tu familia no es normal y entonces envidias la buena salud mental que tienen los demás.

- B.M.: Otra cosa que me ha gustado mucho es ese “abrazo nazi” que se dan Leon Degrell (nazi de origen), Michael Künner (neonazi de Hamburgo) y el padre de los Schuster (un neonazi en la diáspora, que es el que financia las actividades de estos). Se da una especie de comunión entre tres tipos de nazi diferentes, adoctrinados en contextos históricos y sociológicos distintos. Se ve claramente cómo una ideología perversa viaja a lo largo del tiempo y del espacio.

- S.M.: El hecho de que se vuelvan a unir es lo que reactiva que pueda volver a ser dañino.

- B.M.: Comentabas antes que algunos personajes echan de menos un país que no conocen. Tienen nostalgia por un país que no existe, del que simplemente tienen referencias a través de lecciones del colegio o de algún relato familiar, pero que no existe. ¿Esa nostalgia vendría marcada por el romanticismo alemán, tan proclive a idealizar conceptos como raza, patria, lengua, identidad...?

- S.M.: No, viene marcada precisamente por el desconocimiento, por no vivirlo. Es un anhelo, como un paraíso, es algo que está más allá de tu experiencia vital y entonces puedes permitirte quererlo de una forma platónica, como no se puede querer algo que realmente vives, porque la propia realidad te hace odiarlo. Yo soy muy italianófilo, me gusta mucho Italia, tengo muchos amigos allí y me gusta mucho ir. Y tengo un amigo en Italia que me dice: yo desconfío de la gente que habla muy entusiastamente de Italia y que no le ve las cosas malas, porque la Italia vivida enseguida te provoca una reacción de amor/odio y cuando empiezas a echar pestes de Italia es cuando te das cuenta de que realmente conoces el país. Estos no conocen Alemania, pueden hablar de una forma totalmente idealizada, incluso hablan un alemán hueco, que han aprendido, literario y que probablemente sonará muy raro comparado con el alemán vivido de los dialectos. Eso les permite amar, porque no tienen la experiencia física de lo que te provoca un país cuando tú lo vives.

- B.M.: Pero sí tienen la experiencia musical alemana, sí conocen, escuchan y ejecutan lieds de Schubert a través de cuyas letras se vehicula toda una terminología romántica con tintes nacionalistas fervorosos. Me imagino que por eso has seleccionado la música de Schubert para tu libro.

- S.M.: Aparte de por gusto personal, que también; es un compositor al que tengo mucho cariño. Yo creo que es Schubert es un compositor que sublima, más que otros. Schubert probablemente con “El viaje de invierno”, que es el ciclo de canciones más citado, sublima perfectamente ese romanticismo, ese amor al paisaje y esa idea totalmente desnortada de lo que es el desamparo y el calor de hogar que va ansiando ese caminante, ese Wanderer, que va perdido buscando una patria, un lugar calentito donde refugiarse, que al final es lo que es un heimat.

08. Bruno Montano entrevista a Sergio del Molino-Trabalibros
- B.M.: También me ha gustado mucho el toque irónico, el sentido del humor del texto en general, y en particular el de Gabi. Al principio Fede dice de él lo siguiente: “Nunca he conocido a nadie que hablara tan en serio como mi hermano”. Y luego resulta que su hermano es un cachondo de mucho cuidado, con una lengua afilada y cáustica. Me encanta cuando Gabi llama a su padre "Sancho Panzer".

- S.M.: Con la ironía decimos muchas verdades también.

- B.M.: Tu novela tiene una estructura circular, empieza y acaba en un cementerio, es un poco tanatológica, por llamarla de alguna manera. ¿Qué significa esto?

- S.M.: Habla sobre la muerte, sobre la relación entre los vivos y los muertos y el cementerio es un espacio importantísimo para eso. Es donde se sublima, a través de la relación extraña que tienen los alemanes con el cementerio, que es una peculiaridad nacional suya que no tiene un igual, ni en España ni en otros países, y eso me permite jugar sobre cómo perciben ellos a los muertos, a la tradición. El cementerio es un escenario curiosamente vivo, no es un lugar apartado donde hay espectros y apariciones fantasmales, es otra cosa.

- B.M.: Y además citas varias veces un cuadro poco conocido y que es una alegoría de la muerte, “El triunfo de la muerte” del museo de Palermo, que es fantástico. Me ha encantado la reflexión que hace Gabi sobre este cuadro, en concreto sobre el músico que aparece en él y que se protege de las flechas de la muerte con el laúd, algo así como combatir a la muerte con el arte.

- S.M.: O dar la vida por ello, lo importante es el laúd, no la persona. Esa identificación a mí me parece muy bonita, ese cuadro me impactó mucho, además es enorme.

- B.M.: Lástima que lo cuartearon al sacarlo.

- S.M.: Sí. Y ese museo en Palermo, al que no va nadie, es estupendo.

- B.M.: Por último, sólo me queda felicitarte por el Premio Alfaguara, que has conseguido con este libro.

- S.M.: Muchas gracias.

Desde Trabalibros agradecemos a Sergio del Molino el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas y a la editorial Alfaguara el haber hecho posible este encuentro. También a la librería Ramón Llull de Valencia, por haber cedido un espacio idea para esta conversación.
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