"Fui a los bosques porque quería vivir con un propósito; para hacer frente sólo a los hechos esenciales de la vida, por ver si era capaz de aprender lo que aquella tuviera por enseñar, y por no descubrir, cuando llegase mi hora, que no había siquiera vivido. No deseaba vivir lo que no es vida, ¡es tan caro el vivir!, ni practicar la resignación, a menos que fuera absolutamente necesario. Quería vivir profundamente y extraer de ello toda la médula".
El 4 de julio de 1845 Thoreau se retiró al bosque de Walden para vivir en plena naturaleza por sus propios medios. Durante dos años, dos meses y dos días vivió perfectamente integrado en este entorno, en una cabaña que él mismo construyó. Esta experiencia le sirvió para luego escribir "Walden o mi vida en los bosques", un libro que junto con los ensayos de Emerson constituyen las obras más significativas del movimiento trascendentalista americano.
Walden es un "libro heróico" escrito por un hombre "en un momento de vigilia para otros hombres en momentos de vigilia". Sus palabras están talladas "con el aliento de la vida misma", son palabras con vocación de permanencia que surgen de la convicción más profunda. Thoreau es un hombre-atalaya con la misión de despertar y advertir, de ahí que en ocasiones el libro adquiera carácter profético. De hecho Stanley Cavell analiza cómo Walden adopta los rasgos generales de la escritura profética, a saber: oscilaciones del ánimo entre la lamentación y la esperanza, confusiones de identidad en ocasiones entre el autor y dios, el texto transmite sensación ominosa e inquietud , intensa repetitividad y uso constante de parábolas.
El texto además es pre-filosófico, concebido en un momento en el que la filosofía, la literatura, la teología, incluso la política y la economía no se habían aislado aun unas de otras. Pero, por otra parte es, según Antonio Lastra, un libro constitucional porque tiene el suficiente "alcance y consistencia intelectual como para haber establecido o inspirado una tradición de pensamiento".
Thoreau quería "despertar a sus vecinos" con este libro. Mostrarles la posibilidad a su alcance de una vida deliberada y sabia. Una vida en la que se integrara en cada momento pensamiento y acción. Buscaba también convencerles de que únicamente "elevando la vida por medio del esfuerzo consciente" conseguirían vivir como hombres libres. En el fondo les estaba invitando a recuperar su identidad, secuestrada como estaba por las costumbres, los prejuicios, las presiones sociales, pero sobre todo por un "negrero" terrible: la opinión que uno tiene de sí mismo; ya que, como Thoreau decía, "no es sino lo que piensa el hombre de sí mismo lo que fragua su destino".
Al final Thoreau, consecuente con sus ideas, dejó el bosque. No quería convertir esa forma de vida en otro camino trillado. Así, en el último capítulo de "Walden" su conclusión afirmaba: "Dejé los bosques por razón tan buena como la que me llevó allí. Tal vez me pareciera que tenía más vidas que vivir y no podía dedicarme más tiempo a aquella".
Queremos acabar el comentario con una advertencia que hacemos nuestra, pero que es de uno de los personajes de Paul Auster en su novela "Brooklyn follies": "Pobre de aquel que se olvide de Thoreau".