"Tigres de cristal" es la historia de una sociedad a la que se le dio democracia y libertad sin un manual de instrucciones que enseñara cómo vivir esa nueva situación. Una sociedad que aprendió a golpe de errores y que, seguramente y en cierta medida, explique parte de las malas artes de un grupo de personas corruptas que nos persigue con el paso de los años.
Toni Hill nos presenta a un barrio concreto que podría ser cualquier barrio en una ciudad cualquiera. Un barrio en la que los chicos crecen lidiando con el colegio, con las dificultades económicas de sus familias, con la parte cruel y real de la infancia, con las mentiras, la autoridad de los mayores… en definitiva con la base de la que será su realidad en los siguientes años y marcará su camino en gran medida.
Los narradores, uno de los niños que en 1978 fue parte de la generación que casi cuarenta años después vuelve a tener protagonismo en estas páginas, y un segundo narrador omnisciente nos llevan de 1978 al momento de la narración actual, 2016, presentándonos a los niños y a los adultos en que se han convertido, a personajes que en el 78 eran secundarios, o ni eso, en forma de adultos en el momento presente, y a los hijos de estos; y también a los adultos que entonces eran guía o freno de sus hijos y que tantos años después dependen en parte de ellos o que viven sus vidas lejos de la familia de los "Tigres de cristal", como si hubieran querido salir de esta narración, intentando así que la historia cambiase para ellos.
La sinopsis del libro ya nos adelanta que la trama gira en torno a un crimen que se cometió en 1978 y que afectó a la vida de los protagonistas de esta historia. La vida del Cromañón, personaje principal en cuanto a que es el nexo entre el resto de personajes que son los verdaderos protagonistas. Juanpe y Víctor, como amigos de la infancia que retoman, más o menos, su amistad en el 2016; Joaquín, el padre del Cromañón al que conocemos inmerso en un triste Alzheimer, que lejos de ayudarle a olvidar aquellos años, le tortura frecuentemente con recuerdos y dolor; a Emilio, el padre de Víctor. A Miriam, la primera hija de Joaquín y hermana del Cromañón, que nos sirve para enlazar a la generación de Juanpe y Víctor con la de su propio hijo, Iago; e Ismael, personaje y narrador, de gran importancia en los dos momentos de la historia. Pero también conocemos a una nueva generación: Iago, Alena, Lara, Christian…
Estos últimos nos tiran a la cara la realidad de unos críos del siglo XXI que se enfrentan a las consecuencias de las generaciones anteriores sin haber tenido oportunidad de realizar grandes elecciones en sus vidas; como antes le ocurrió a la generación de Juanpe y Víctor; y antes a la de Joaquín padre y Emlio; y antes a la de sus padres… y como seguirá pasando a las generaciones futuras.
Tres generaciones, las de "Tigres de cristal", que se ven envueltas en una realidad económica y social que les obliga a generar lazos de amistad y lealtad que jamás hubieran sospechado que harían o retomarían, a desear y conceder el perdón de esos amigos con la misma urgencia que las ganas de vengarse se apoderan de sus corazones de niños y de adultos. Tres generaciones que nos enseñan que la verdadera naturaleza de cada persona poco cambia con el paso de los años, y que solo las circunstancias que nos acompañan pueden modelar y decorar la existencia de cada cual.
Y todo este enredo entre generaciones, sentimientos, tragedias… nos lo cede Toni Hill en estas casi quinientas páginas, atrapándonos en cada capítulo, llevándonos de un momento del tiempo a otro, dejándonos con la miel en los labios sobre la continuidad de un hecho para retomarlo dos o tres capítulos más tarde, y por el camino despertando más dudas, más sentimientos de apoyo o rechazo, según el caso, enmarañando al lector en una sociedad tan feroz como lo es un tigre y tan frágil como lo es el cristal.