Parentesco animal es un ensayo corto que pretende exponer y entrelazar la vida y el trabajo de dos grandes representantes de la segunda ola del feminismo: Doris Lessing y Kate Millet. Partiendo de la disparidad: procedencia, situación vital, diferencia de edad y diferencia en la aproximación al feminismo, la autora consigue encontrar puntos en común y los engloba alrededor de un concepto: la incomodidad.
Con incomodidad, la autora hace referencia a «[...] el estado de ánimo que nace allí donde la autoconciencia y el deseo de libertad se cruzan con las limitaciones impuestas históricamente a las mujeres en forma de mandatos, prohibiciones y estigmas» (p. 21). En otras palabras: el malestar que implica vivir la vida a contracorriente, «cuando se cuestiona de manera reiterada y consciente a los padres y madres» (p. 24), no adaptarse a las normas marcadas como mujeres, en definitiva: una vida feminista, especialmente en el contexto en el que vivieron ambas escritoras. Aparte de estas dos escritoras, el texto está plagado de referencias a otras autoras feministas como Simone de Beauvoir, Betty Friedan, Ursula K. Le Guin, Verity Bargate, Tillie Olsen y Sara Ahmed, entre otras. Además, la autora también hace referencia a autobiografías y obras de autoficción que permiten representar los principales temas que afectan a cada una de ellas.
La autora de la novela, Noelia Adánez, consigue una tarea titánica: transmitir una gran cantidad de conocimientos sobre estas dos autoras en un espacio muy limitado (152 páginas) y de una manera muy alejada de academicismos y tecnicismos, sin cerrar ideas con conclusiones tajantes, sino abriendo ventanas a la interpretación. Como plantea Edurne Portela en el prólogo, «Leo su voz y la escucho como si estuviéramos en un café de mi antiguo barrio de Madrid, charlando de nuestras madres literarias, de los problemas actuales del feminismo, de nuestros y nuestras compañeras de vida, incluyendo los de cuatro patas» (p. 12), lo que es muy cierto, ya que, por ejemplo, el texto está plagado de referencias a películas y también el tono que emplea da la sensación de conversación informal.
Adánez es doctora en Ciencias Políticas y Sociología y trabajó durante muchos años investigando en diferentes universidades cuestiones relacionadas con la historia cultural, la memoria histórica y la teoría política, siempre con una perspectiva feminista. Actualmente se desenvuelve en medios de comunicación tan conocidos como Onda Cero, La Marea y Público y se dedica por entero a tareas de comunicación y divulgación. Estas dos etapas de su vida se aprecian claramente en este libro, que junta eso: investigación y rigor con una tarea de divulgación, siempre con perspectiva de género.
El prólogo del libro, escrito por Edurne Portela, que ubica al lector y le presenta el libro, da el pistoletazo de salida al texto que se divide en varios capítulos. A modo introductorio, están las partes: «1971. El encuentro», donde la autora relata de forma parcialmente ficcionada cómo fue ese único encuentro que hubo entre Lessing y Millet en unos estudios de televisión de Londres. Le sigue «Presentación», donde la autora explica a qué se refiere con la expresión parentesco animal, introduce el término «incomodidad», que es tan recurrente a lo largo del libro, y cuenta cuáles son sus intenciones al escribirlo.
En «Girls just wanna have fun», que hace referencia a la famosa canción que Cindy Lauper sacó en 1983, la autora habla de lo que significó para ella esa canción y reflexiona sobre su experiencia personal con la incomodidad cuando, siendo una niña, una profesora le dijo que parecía una puta al disfrazarse de Cindy Lauper en una fiesta de Carnaval del colegio.
Los dos siguientes capítulos son los centrales y más largos de la obra. En el primero, «Doris Lessing. Hijos de la época», nos acercamos a la vida de Lessing, esa niña original, incomprendida, precoz, que con quince años se fue de casa y comenzó su provechosa formación autodidacta para convertirse en una gran escritora, aunque tendente a la individualidad y falta de empatía y por la que la autora admite «haber desarrollado cierta antipatía hacia la Doris adulta» (p. 40). Junto a su vida, también nos acercamos a sus ideas y reivindicaciones a través principalmente de sus obras, Canta la hierba, El quinto hijo, Un paseo por la sombra, El cuaderno dorado, etc. De entre los temas que la han acompañado a lo largo de su vida y de su obra destacan la liberación sexual y la maternidad y el abandono. Respecto a este último, Lessing dejó a sus dos primeros hijos con su padre y desde entonces la etiqueta de mala madre la acompañó hasta el final de sus días. De ese episodio de abandono, la autora hace mención en la primera parte de su autobiografía: Dentro de mí.
El segundo de los capítulos centrales, «Kate Millet. La época es política y lo personal también», la autora hace lo propio con Millet y nos acercamos a su vida a través de su obra. Flying, Sita, Viaje al manicomio y especialmente Política sexual, son solo algunas de las obras que se mencionan, aunque en esta ocasión Adánez completa el análisis con multitud de referencias a psicólogas y escritoras que han estudiado a Millet o tratan temáticas similares. Kate Millet creció con la figura de un padre alcohólico y violento que la abandonó cuando tenía 14 años y una madre «formada, capaz, políticamente activa y comprometida con las causas de los derechos civiles» (p. 83) que la sacó adelante junto a sus dos hermanas. La hermana de su padre, Dorothy, fue su principal mentora y referente. Millet estudió lengua inglesa y saltó a la fama con la publicación de su primera y más conocida obra, Política sexual, en 1970. El tema principal que aborda Millet es la identidad y es curioso que cuando Millet se pronuncia como lesbiana, desde el feminismo se la acusa de falsa feminista y se le da a elegir: O feminista o lesbiana, pero no las dos. Lo que fácilmente puede traernos a problemáticas actuales dentro del feminismo. La salud mental, la psiquiatría, la hospitalización y métodos como el electrochoque empleados en la época para tratar afecciones mentales son temas muy recurrentes en su obra.
A modo de colofón, están los capítulo «Feminismo, libertad, incomodidad» y «1991. Veinte años después de “el encuentro”». Este último funciona como espejo del primer capítulo («1971. El encuentro») y consigue dar esa sensación de círculo cerrado al libro (y a la historia).
Por último, la autora añade el capítulo «Materiales de construcción» que pretende ser «un punto de partida posible desde el que contextualizar mi trabajo» (p. 129).
En definitiva, Parentesco animal nos permite conocer y acercarnos a estos dos personajes con bastante detalles sin caer en academicismos y pesadez, sino de una manera concisa, clara y con referencias para seguir investigando. Quizás se la puede acusar de excesiva información, con una cantidad de datos tan concentrada en cada frase y cada párrafo. El libro está lleno de ideas, referencias, que pueden sobrecoger cuando se lee por primera vez y no se tienen conocimientos muy extensos de estas escritoras. No obstante, el libro tiene un valor incalculable y definitivamente consigue lo que la autora se propone al ser una obra que «habla de mujeres que escribieron en el siglo pasado y que, al hacerlo, pusieron de manifiesto que escribir, cuando se es mujer, es a menudo un acto de rebeldía» (p. 122).