Es evidente que 2007 fue una fecha más que prolífica en términos literarios. Durante ese año y los que siguieron comenzaron a consolidarse las que, a día de hoy, pueden jactarse de ser las sagas de libros y películas más exitosas de todos los tiempos. Si el lector hace memoria, recordará que en 2007 los fans de
JK Rowling se devoraban las uñas mientras esperaban la publicación de "
Harry Potter y las reliquias de la muerte", última entrega de la franquicia. También en 2007 se lanzó "Eclipse", tercera parte de la
Saga Crepúsculo. Y tampoco faltó espacio para los rumores. Ese mismo año, se especulaba sobre la posible aparición de una nueva novela de ciencia ficción que, según los pronósticos, lograría batir récords de ventas. No fue en 2007, sino un año después, en 2008, cuando
Suzanne Collins dejó que "
Los juegos del hambre" viesen la luz. Sin embargo, entre todas esas obras, podía encontrarse otra de temática fantástica que, codeándose intensamente con las grandes, consiguió refulgir como un diamante entre el carbón. Es, en efecto, "
El nombre del viento".
"
El nombre del viento" narra las peripecias de
Kvothe, un muchacho que, desde temprana edad, se ve obligado a recorrer un universo repleto de obstáculos que harán de su vida una anécdota permanente y apasionante.
Es curioso que, al contrario de lo que podría parecer por su considerable extensión, la trama no cuenta con un número ingente de sucesos relevantes. O, al menos, no con el número al que otros libros de la misma índole nos tienen acostumbrados. No obstante, créanlo o no, eso da igual. La prosa de
Patrick Rothfuss es tan sumamente hermosa y está tan bien construida que, por momentos, el lector se olvidará del argumento para centrarse en las palabras.
Y no es para menos. La narración del autor es de esas que eriza el vello y roba el aliento. Los constantes símiles que se suceden siempre contienen las palabras exactas y denotan un perfeccionismo exacerbado en la revisión del texto, así como un dominio absoluto y casi insultante de la lengua escrita. Este registro, más propio del género lírico que del narrativo, se combina magistralmente con el humor y la ironía más coloquiales, lo que hará bascular los sentimientos del lector de una lágrima a duras penas reprimible a la carcajada más sonora.
De una redacción perfecta se pasa a un protagonista perfecto.
Kvothe, el personaje central de "
El nombre del viento" es, sencillamente, el héroe perfecto. Un joven plenamente consciente de sus habilidades y de sus límites. De hecho, Kvothe no tiene límites. Sus capacidades son muy superiores a las del resto. Y lo sabe. Son sus burdos y terriblemente mal disimulados intentos de crear una imagen modesta de sí mismo los que lo hacen odioso para algunos personajes, pero encantador y profundamente irresistible para la mayoría de ellos, incluidos los lectores. Y es que la identificación del lector con Kvothe es casi completa. Porque, al margen de sus virtudes y circunstancias, no deja de ser un estudiante. Un estudiante con el que, por increíble que parezca, todos compartimos un pedacito de nuestro ser.
La moraleja de la historia es bastante clara y gira en torno a la importancia de la reputación: quizá sí que deberíamos preocuparnos por lo que digan los demás. Quizá sí sea importante que alguien nos recuerde una vez nos hayamos precipitado a la tumba. Quizá sea una buena idea trabajar el resto de nuestra vida para ganarnos el favor de la gente, para hacer grandes cosas, para estampar nuestra firma en la posteridad, en los libros de Historia y en los libros de historias. Porque, al fin y al cabo, las leyendas tienen dos caras: una real y otra ficticia, ¿no es así?
No hay duda de que, con "
El nombre del viento",
Rothfuss apuntó directamente a las estrellas. Y hacia ellas, él y Kvothe se dirigen como una exhalación. Porque es allí, entre las estrellas y en lo más alto, donde tienen un lugar reservado. Un espacio desde el que podrán mirar hacia abajo, hacia la tierra de los mortales, mientras ensanchan sus sonrisas sin miedo de afirmar que, después de todo, han logrado lo que siempre ansiaban: han hecho historia. Y el mundo entero recordará sus nombres.
Una novela endiabladamente atrapante y adictiva, que reinventa la prosa poética y, ya sea por la originalidad de su argumento o por su maestría narrativa y lírica, sabrá conquistar el corazón de todos los que alguna vez se consideraron amantes de la buena literatura. "
El nombre del viento" es inolvidable.