Según el Génesis, Magog es hijo de Jafet (el cual es hijo de Noé) y también el nombre de una ciudad que en el Apocalipsis se relaciona con el Juicio Final; y Gog es el gobernante de esta ciudad. Gog y Magog se vinculan a ambientes dramáticos. Además, es la esencia de la novela de Patrícia Melo, en la que nos presenta la circunstancia de la maldad como algo relacionado con la enfermedad o simplemente algo intrínseco de algunas personas. Esa será la tarea fundamental del jurado de este caso que llegó a los tribunales tras una serie de eventos demenciales o simplemente fortuitos.
"Gog Magog. Soliloquio de un asesino" es una narración en primera persona de un profesor de biología de la historia que marcará su vida, para bien o para mal. Su vecino, Ygor (I griega) para nuestro profesor es un vecino poco comprensivo y poco sociable desde la óptica del protagonista. Los continuos ruidos del piso de arriba, del señor I griega, están crispando día tras día al narrador; su actitud tranquila y sosegada se va alterado con el paso de los ruidos y la poca predisposición de Ygor a poner remedio a esta circunstancia. Pero ¿y el carácter del profesor? También cambió a raíz de estas continuas molestias sonoras o ya había algo en su interior que simplemente fue saliendo a la superficie con el desarrollo de los ruidos.
En un momento de la historia, el profesor tiene la inocente oportunidad de acceder a la vivienda de Ygor; pero lo que comenzó como un intento de conocer con mayor detalle a un ruidoso vecino, comprender incluso, encontrar trapos sucios… se torna en una serie de fatales realidades que supondrán el descubrimiento de una crisis matrimonial, una infidelidad, preocupación filial… y ¿una personalidad asesina?
Los lectores podemos pasar a ser parte de este juicio, una pieza más del jurado (al fin y al cabo, al final de la novela podremos decidir si el jurado se equivocó o no en su veredicto), y como tales escuchar la presentación de pruebas, testigos, expertos… por parte de la acusación y de la defensa. Podemos tomar partido y decidir si la actitud de Ygor justifica las acciones de su vecino (evidentemente, aquí la experiencia de cada lector condicionará su postura). ¿Quién no ha pensado en matar a un vecino, a un transeúnte, a un compañero de trabajo… alguna vez en su vida? Viene a decir uno de los abogados. La cuestión que cada cual debe analizar si el dar el paso es una consecuencia lógica del desajuste emocional que la actitud de otros puede causar en nosotros o si, por el contrario, hay de antemano un germen de maldad que facilita la conducta criminal.
No se trata solo de una narración de intriga de una de las cabezas visibles de la literatura negra iberoamericana, Patrícia Melo; además, la autora nos sirve en bandeja un debate moral y filosófico cobre la sociedad actual, sobre la contención humana, sobre la maldad e, incluso, sobre los métodos de la abogacía para jugar con la ley.