Allá por el siglo XVII el poeta inglés John Donne, contemporáneo de Shakespeare, decía que ningún hombre era una isla completa en sí mismo, que todo hombre era un trozo de continente, una parte del todo integrada en la maraña de la humanidad. Si el mar arrastraba una porción de tierra, todo el continente se veía afectado. Sin saberlo, John Donne de forma intuitiva daba con uno de los principios de la teoría general de los sistemas desarrollada en el siglo XX por Ludwig von Bertalanffy, el cual definía un sistema como un complejo de elementos en interacción. Los elementos integrantes del sistema estarían ligados de forma que al cambio en el estado de un elemento seguiría un cambio en el estado de otros elementos del sistema y este segundo cambio, a su vez, iría seguido de un nuevo cambio en el elemento primeramente modificado. Este marco conceptual será de una enorme productividad teórica y práctica a la hora de estudiar uno de los sistemas fundamentales en los que se integra el ser humano: la familia.
La familia como "unidad intergeneracional organizada y constituida por personas que interactuan y dependen entre sí pero que a su vez son seres independientes e individuales" determina no sólo la psicología particular de cada individuo, sino también las estructuras y dinámicas de una sociedad. La familia sería un sistema abierto que mantiene continuos intercambios con su entorno pero que, a su vez, muestra unas transacciones interiores entre los subsistemas que la integran (filial, conyugal, fraternal) de gran importancia. La funcionalidad o disfuncionalidad de este sistema es una cuestión capital en la buena marcha de una sociedad. La familia, como todo sistema dinámico, estaría en continuo proceso de cambio, pasando a lo largo del ciclo vital de sus integrantes por diferentes etapas y autorregulándose en cada momento.
Nuestra manera de sentir, de pensar, de actuar, en definitiva quiénes somos y cómo somos, está influida por el entorno más inmediato en el que hemos nacido y hemos crecido: nuestra familia. Estudiarla, conocerla a fondo, nos dará las claves psicológicas para entendernos a nosotros mismos. Por otra parte, la familia es el principal agente de socialización a través del cual se nos transmiten las normas de convivencia, así como los principios y valores de una sociedad. No elegimos nuestra familia, pero sí depende de nosotros el tipo de relación que queremos tener con las personas que la integran. La buena calidad de estas relaciones hará que se conviertan en una fuente inagotable de apoyo, comprensión, seguridad y confianza. Para ello debemos desarrollar una "inteligencia emocional familiar" que nos permita identificar las emociones y las reacciones asociadas a estas con la finalidad de gestionarlas adecuadamente, pudiendo disfrutarlas, ignorarlas, rechazarlas o protegernos de ellas mediante estrategias de afrontamiento y mecanismos de defensa, siendo las primeras voluntarias y los segundos automáticos.
No hay que olvidar tampoco la influencia de los pensamientos en las emociones y cómo algunos de ellos pueden desencadenar reacciones emocionales desagradables. "La forma en que nos expliquemos los acontecimientos negativos influirá drásticamente en nuestro estado de ánimo, en la forma de comportarnos y en la manera en que analizamos la situación. Si identificamos los pensamientos y creencias que provocan los sentimientos negativos nos será más fácil controlarlos y cambiarlos al entender su origen". La mejor herencia que nos puede dejar nuestra familia es una buena alfabetización emocional en la que la empatía sería el eje central y una sana competencia social que favorezca las relaciones interpersonales positivas.
En todo tipo de relación humana el conflicto hace acto de presencia; también en las interacciones familiares. Todas las familias tienen conflictos y pasan por momentos de crisis, sólo las familias funcionales salen reforzadas de ellas ya que, a menudo, las fortalezas familiares se desarrollan frente a la adversidad. No todas las familias son igual de fuertes, pero todas tienen fortalezas desarrolladas a lo largo del tiempo, siendo más importante en esas familias las funciones que la estructura o tipo de familia. No hay que olvidar tampoco a "la familia elegida", es decir a los amigos, que según decía Aristóteles son "lo más necesario de la vida" y suponen una dosis indispensable de cariño, confianza, complicidad y lealtad.
Curiosidades: - Laura Rojas-Marcos es hija del prestigioso psiquiatra Luis Rojas-Marcos. Laura es licenciada en Psicología por la Universidad de Nueva York y Máster en Psicología por la Universidad Albert Einstein de Yeshiva. Ha trabajado en el Instituto de Familia Puertorriqueña, en el Proyecto Renovación y en el Hospital Bellevue de la Universidad de Nueva York. Colaboró en el Proyecto Libertad concebido para dar apoyo a las víctimas del atentado del 11-S de las Torres Gemelas.