"Me gusta repetir que la realidad no necesita ser verosímil, que se produce sin más, y que es precisamente la ficción uno de los elementos sustantivos para darle sentido y credibilidad: necesitamos la ficción para descifrar y comprender eso que llamamos realidad".
"La palabra libro está muy cercana a la palabra libre; sólo la letra final las distancia: la o de libro y la e de libre. No sé si ambos vocablos vienen del latín liber («libro»), pero lo cierto es que se complementan perfectamente; el libro es uno de los instrumentos creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la ignominia, libres también de los demonios, de los tiranos, de fiebres milenaristas y turbios legionarios, del oprobio, de la trivialidad, de la pequeñez. El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos, establece la individualidad y al mismo tiempo fortalece a la sociedad y exalta la imaginación [...] El libro es para nosotros un camino de salvación. Una sociedad que no lee es una sociedad sorda, ciega y muda".
"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser".
"- Ése es precisamente su trabajo como escritor. Escribir significa que es usted capaz de sentir mejor que los demás y transmitirlo después. Escribir es permitir a sus lectores ver lo que a veces no pueden ver. Si sólo los huérfanos contasen historias de huérfanos, no llegaríamos a ninguna parte [...] Y si todos los escritores debieran limitarse a sí mismos, la literatura sería espantosamente triste y perdería todo su sentido. Tenemos derecho a hablar de todo, Marcus, de todo lo que nos conmueve. Y no existe nadie que pueda juzgarnos por eso. Somos escritores porque hacemos diferente una cosa que todo el mundo a nuestro alrededor sabe hacer: escribir. Ahí reside todo nuestro ingenio".
"Y esta mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o es ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de Dios o de quien sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le rezamos y elevamos a Él cánticos e himnos, para adormecerle, para cunar su sueño? ¿No es acaso la liturgia toda de todas las religiones un modo de brezar el sueño de Dios y que no despierte y deje de soñarnos?"
"La gente siempre le echa la culpa a sus circunstancias por lo que ellos son. Yo no creo en las circunstancias. La gente a la que le va bien en la vida es la gente que va en busca de las circunstancias que quieren y si no las encuentran, se las hacen, se las fabrican".
"El primer proceso, el de recibir impresiones con el máximo entendimiento, es solo la mitad del proceso de leer; otro debe completarlo si queremos obtener el mayor placer de un libro. Debemos juzgar estas impresiones múltiples; debemos hacer de estas formas efímeras una que sea recia y duradera. Pero no de inmediato. Esperemos a que el polvo de la lectura se asiente; a que el conflicto y los interrogantes amainen; paseemos, conversemos, arranquemos los pétalos marchitos de una rosa o quedémonos dormidos. Entonces, de repente, sin que lo queramos, porque es así como la naturaleza efectúa estas transiciones, el libro volverá, pero de modo diferente. Irá flotando por el aire hasta la mente como un todo. Y el libro como un todo es diferente del libro recibido comúnmente en frases separadas. Los detalles ahora encajan en su sitio".
"Una sonrisa torcida. Y se descubre que la vida está hecha, desde muchos años atrás, de malentendidos. Gertrudis, mi trabajo, mi amistad con Stein, la sensación que tengo de mí mismo, malentendidos. Fuera de esto, nada; de vez en cuando, algunas oportunidades de olvido, algunos placeres que llegan y pasan envenenados. Tal vez todo tipo de existencia que pueda imaginarme debe llegar a transformarse en un malentendido. Tal vez, poco importa. Entretanto, soy este hombre pequeño y tímido, incambiable, casado con la única mujer que seduje o me sedujo a mí, incapaz, no ya de ser otro, sino de la misma voluntad de ser otro. El hombrecito que disgusta en la medida en que impone la lástima, hombrecito confundido en la legión de hombrecitos a los que fue prometido el reino de los cielos".
"- [...] No hay sorpresas en la vida, tiene razón; por lo menos para los hombres de veras. La sabemos de memoria, permítame, como a una mujer. Y en cuanto al sentido de la vida, no se piense que hablo en vano, algo entiendo. Uno hace cosas, pero no puede hacer más que lo que hace. O, distinto, no siempre se elige. Pero los demás...
- Los demás también, créame -dijo el médico con paciencia, con la costumbre de ser claro y obvio que le habían inculcado en la Facultad para beneficio de los enfermos pobres-. Usted y ellos. Todos sabiendo que nuestra manera de vivir es una farsa, capaces de admitirlo, pero no haciéndolo porque cada uno necesita, además, proteger una farsa personal. También yo, claro. Petrus es un farsante cuando le ofrece la Gerencia General y usted otro cuando acepta. Es un juego, y usted y él saben que el otro está jugando. Pero se callan y disimulan".
"Hoy evoco, casi con la misma emoción que me causaron entonces, los sucesivos estados de ánimo a través de los cuales adquirí conciencia, no bien se hubo cerrado la puerta a mi espalda, de estar frente a la Juliana de Aspern: frente a la musa de alguno de sus poemas más exquisitos y famosos. Después llegué a habituarme a ella, aunque nunca del todo; pero en aquel momento me latía el corazón tan deprisa como si un milagro de resurrección se hubiera obrado para mi exclusivo provecho. Su preencia parecía contener y expresar en cierto sentido la del poeta, y en aquel primer encuentro me sentí más cerca de él de lo que jamás, ni antes ni después, logré sentirme".
"A raíz del asesinato de su madre, Melchor abandonó los talleres que frecuentaba y dejó de practicar deporte en las canchas de la cárcel [...] Las dos únicas actividades que aliviaban en apariencia su fijación eran las que más la alimentaban: hablar con Vivales y leer "Los miserables", que en aquellos días de luto dejó de ser para él una novela y se transformó en otra cosa, una cosa sin nombre o con muchos nombres, un vademécum vital o filosófico, un libro oracular o sapiencial, un objeto de reflexión al que dar vueltas como un calidoscopio infinitamente inteligente, un espejo y un hacha".
"- Su lenguaje no es el de un médico, doctor: usted ama el vocabulario, a lo que sumaré el titubeo del escritor joven que aún ignora si debe dejarlo todo por seguir el camino que le apasiona. Me he permitido aclararle que, en caso de verse obligado a elegir entre esas dos profesiones, la de escritor es la opción adecuada, porque siendo médico mejorará la vida de muchas personas, pero como escritor las hará felices, y nada, nada en este mundo nos importa más que la felicidad".
"El silencio no es sólo ausencia de ruido [...] En otros tiempos, los occidentales apreciaban la profundidad y los sabores del silencio. Lo consideraban como la condición del recogimiento, de la escucha de uno mismo, de la meditación, de la plegaria, de la fantasía, de la creación; sobre todo, como el lugar interior del que surge la palabra [...] Hoy en día, es difícil que se guarde silencio, y ello impide oír la palabra interior que calma y apacigua. La sociedad nos contamina a someternos al ruido para formar así parte del todo, en lugar de mantenernos a la escucha de nosotros mismos. De este modo, se altera la estructura misma del individuo".
"Llené el vaso y salí al porche delantero, me senté en la crujiente mecedora y encendí un cigarrillo. La noche cayó con rapidez. Una señora salió a un porche y llamó a sus hijos a cenar. La farola de la esquina se encendió y un perro viejo pasó al trote por debajo, camino de su casa. Los ojos blancos de los televisores parpadeaban en las ventanas al otro lado de la calle, los vaqueros cruzaban corriendo las pantallas y los disparos resonaban en el crepúsculo de San Elmo. Un pueblo solitario. Todos los pueblos del valle eran así, desolados, oscuramente provisionales, reductos de existencia humana, gente apelotonada detrás de vallas pequeñas y de frágiles paredes estucadas, atrincheradas frente a la oscuridad, esperando. La tristeza me caló los huesos mientras me mecía, tristeza por el hombre y dolor por la soledad de la casa de mis padres, envejeciendo, esperando, haciendo tiempo".
"El Conde también era bueno, ¿por qué alguien escogería un oficio así si no fuese por bondad? [...] Aprendí algo de él, así es: si quieres encontrar lo que buscas debes dejarte llevar, la corriente el viento las personas que empujan o qué sé yo arrastran todo hacia el mismo lado, la escoba recoge la basura, y allí al final encuentras lo que querías y te encuentras también tú".
"Lo que todos queremos en realidad es llegar a ese punto en que el pasado ya no nos diga nada acerca de nosotros mismos y podamos seguir adelante [...] Yo veo mi propia historia como una postal con escenas cambiantes en un lado, pero sin ningún mensaje especial o digno de recordar al dorso. Como todo el mundo sabe, uno puede distanciarse de sus orígenes, no por designios malévolos, sino simplemente por la propia vida, el destino y la lucha de lo omnipresente. En mi opinión, se abusa mucho de la huella que nuestros padres y el pasado en general dejan en nosotros. A partir de cierto momento, somos seres completos que viven en la tierra por sus propios medios".
"Es posible que la muerte asuste porque se la percibe como un nuevo nacimiento, ya que el no ser no tiene nada de aterrador porque no hay qué aterrar; y ante la idea de un nuevo nacimiento uno se agarra la cabeza y exclama ¡Oh, no! ¡Otra vez no!. Esto no quiere decir que tenga grandes quejas contra la vida; al contrario. Solo lamento haber estado siempre tan angustiado por el temor a lo imprevisto, a lo desconocido, todo el tiempo, incluso en los momentos en que no hay mayores motivos para pensar en alguna irrupción desagradable".
"Somos un universo frente al Universo mismo en pugna, y llegaríamos a destruir hasta el Universo mismo para afirmar nuestra existencia".
"Si uno pasa mucho tiempo en la selva conoce y distingue el silencio que siempre hace presagiar lo peor. En el barrio pasa lo mismo. En las tiendas y entre la gente se respira cuándo la calle está nerviosa o dormida. Es la pulsión que recuerda que debajo del asfalto y los panales de cemento, bajo los aparcamientos subterráneos y las mil y una historias encerradas tras cada puerta, permanece la esencia viva de la tierra, el fuego y el agua. Como un ángel negro de la memoria, casi todas las cosas que se cuentan o pasan tienen un eco en las paredes del barrio. Historias viejas, mitos, refranes, mandamientos, amenazas coléricas, consejos publicitarios".
"Cada fotografía individual mostraba una imagen cuyo significado estaba limitado por los márgenes arbitrarios del papel: es decir, cada imagen captada por la lente de Vasanpeine se convertía, a través del mero gesto de enmarcarla, en una entidad autocontenida que sugería (o suscitaba) un sentido para el ojo del espectador que, en este caso, era también el artista. Vasanpeine sabía que ese primer paso en el acto de la creación, como la primera visión fugaz que tiene el amante de la persona amada, define la relación, puesto que todo lo que sucederá después se construye sobre esa primera impresión o fantasía".
"¡La libertad absoluta! Nadie sabe exactamente lo que es eso. Yo la concibo como una posibilidad de no adular a los poderosos, ni arrodillarme para lograr premios, homenajes, becas o cualquier otra canonjía".
"¿Qué no callaría yo? La angustia de la muerte, la angustia de saber que morimos totalmente solos, y el resto del mundo sigue alegremente sin nosotros. ¿No es de esto de lo que en realidad habla la mejor literatura que hemos conocido? ¿No intenta la gran narrativa agravar la sensación de encierro y soledad y muerte y esa impresión de que la vida es como una frase incompleta que a la larga no está a la altura de lo que esperábamos?"
"Se suele creer que el silencio representa la ausencia de ruido como la oscuridad representa la ausencia de luz. Es un error. Si puedo comparar las sensaciones del oído con las de la vista, el silencio extendido por los grandes espacios es más bien una suerte de transparencia aérea, que vuelve las percepciones más claras, nos da acceso al mundo ignoto de los ruidos infinitamente pequeños, y nos revela una dimensión de gozos inexpresables".
"En el mejor de los casos el exilio es una opción literaria. Similar a la opción de la escritura. Nadie te obliga a escribir. El escritor entra voluntariamente en ese laberinto, por múltiples razones, claro está, porque no desea morirse, porque desea que lo quieran, etcétera, pero no entra forzado, en última instancia entra tan forzado como un político en la política o como un abogado en el Colegio de Abogados. Con la gran ventaja para el escritor de que un abogado o un político al uso, fuera de su país de origen, se suele comportar como pez fuera del agua, al menos durante un tiempo. Mientras que a un escritor fuera de su país de origen pareciera como si le crecieran alas [...] En cualquier caso, lo cierto es que el escritor trabaja esté donde esté, incluso cuando duerme, algo que no ocurre con los otros oficios [...] El escritor es y trabaja en cualquier situación".