Ángel de la oscuridad

Bínnaz Deníz Yildin
Mi nombre es ángel
Vengo del cuerpo de la oscuridad
Mi madre, la mujer obediente y eterna, me parió en la tierra, fui criado con temor
El sol desató los nudos de mi cabello, mi boca estaba abierta, las paredes olían a sueño, un espejo de bronce y una silla, toda la vida.
Fui el animal tímido que huyó a las montañas, la tórtola herida, el preso con los ojos puestos en el corredor de la muerte, el que le reserva el último bocado a su hijo, o la persona a la que siempre le frotan la cabeza con una pistola, que es como victimizado, silencioso y cuyo dolor en la ingle es silenciado.
En la taberna, entre las cenizas, olor a coche, colonia de tabaco, labios...
Mis ojos vacíos, mi lonchera, cruda con pan viejo partido
Y en lugar de un bolígrafo, una colilla en la cadera, temblando como un perro de frío
El juego que juegan los niños que pasan por la calle junto a la ventana por la noche
¡Era todo yo, todo eso!
La mano de un ruiseñor rosa, azul, morado y colorido en mi hebilla
Papel crepé, cortes de tijeras, marcas de lápiz labial.
Noventa y nueve veces con porra, cien veces bajo juramento.
Sirena, blanca nieves, viajera esmeralda.
¡Todo esto era yo!
Ángel de la oscuridad
¡Nunca nací, así que nunca existí!
Texto libre Trabalibros

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