Trabalibros entrevista a Toni Hill, autor de "La hora del lobo"

jueves, 1 de agosto de 2024
"La libertad individual, la que viene del bienestar y la aceptación de uno mismo, a veces se da en condiciones de reclusión".
Toni Hill es un escritor barcelonés de novela negra licenciado en psicología que se dedica a la traducción literaria desde hace más de diez años y a la colaboración editorial en distintos ámbitos para firmas como Random House Mondadori.

Su trilogía protagonizada por el inspector Héctor Salgado, compuesta por las novelas "El verano de los juguetes muertos", "Los buenos suicidas" y "Los amantes de Hiroshima", obtuvieron un gran éxito de crítica y de ventas y fueron publicadas en más de 20 países. Bruno Montano tuvo la oportunidad de conversar con él sobre la última (aquí la entrevista).

Tras ellas llegaron "Los ángeles de hielo" (aquí la entrevista de Trabalibros), "Tigres de cristal" y "El oscuro adiós de Teresa Lanza", novelas que consagraron al autor como uno de los maestros del género negro en nuestro país. Además, fue reconocido con el Premio Novelpol 2019 (ex aequo), el Premio Tormo Negro-Masfarné 2019 y el galardón a la Mejor Novela Negra del 2018 por la revista digital Llegir en cas d'incendi.

Con "El último verdugo" Toni Hill inició una nueva trilogía, que ahora continúa con "La hora del lobo", publicada por la editorial Grijalbo.

La hora del lobo (Toni Hill)-Trabalibros- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Tras “El último verdugo”, un thriller eminentemente urbano ambientado en Barcelona, entregas ahora “La hora del lobo”, una novela rural ambientada en el Pirineo y que es la segunda parte de una trilogía con dos denominadores comunes: la psicóloga criminalista Lena Mayoral y su némesis, un asesino en serie apodado “el Verdugo”. ¿Necesitabas este cambio radical de contexto como escritor o lo necesitaba Lena Mayoral para oxigenarse “tras casi un año convertida en la sombra de sí misma”?

- Toni Hill (T.H.): Me pareció un cambio interesante, como autor, sobre todo porque la segunda novela de una trilogía suele quedar un poco en tierra de nadie, como si fuera una mera continuación o un simple paso necesario de cara al final. Darle un rasgo especial contribuye a que tenga una personalidad propia… Y, por otro lado, la trama me pedía un lugar no urbano, más aislado, donde alguien como Marta Folguera pudiera sentirse oculta y a salvo.

- B.M.: La eficacia tradicional del thriller se ve potenciada en “La hora del lobo” por la presencia discreta pero significativa de un elemento paranormal o sobrenatural centrado en una casa que, más que encantada, está “enferma”. ¿Qué crees que aporta la presencia de este elemento irracional en medio de una investigación policial centrada en el rigor lógico o científico?

- T.H.: A mí siempre me ha gustado mucho jugar con ese elemento, siempre que encaje bien en la historia. Las investigaciones policiales son cada vez más científicas (evidencias forenses, restos de adn, cámaras que justamente captan la imagen necesaria, o no…). Es perfecto que sea así en la vida real, pero como escritor me aburre un poco. Además, en una era tan llena de tecnología, nos sentimos mucho más vulnerables ante hechos que no logramos explicar del todo racionalmente. Nos desconciertan y nos abruman más porque estamos seguros de que tenemos explicación para todo, lo cual es un poco arrogante por otro lado.

- B.M.: El concepto de justicia presidía “El último verdugo”. Sin duda, en “La hora del lobo” está muy presente la idea de la traición, cuya metáfora cultural perfecta es el apóstol Judas. Esta idea se introduce al incorporar al texto un elemento pseudorreligioso o sectario que actúa como motor de la trama. Esto me sugiere dos preguntas. ¿Todos somos Judas Iscariote? ¿Como dijo Chesterton, cuando el hombre deja de creer en Dios es capaz de creer en cualquier cosa?

- T.H.: Desde luego es más fácil que seamos Judas que alguien capaz de sacrificarse por la humanidad y luego resucitar. La religión nos pone como modelo a un ser de una virtud difícil de alcanzar. Me resultaba lógico que una secta apelara a un personaje tan controvertido como Judas; es el “malo” de la historia, pero a la vez absolutamente necesario para que Jesús pueda pasar por el sacrificio y alcanzar la resurrección. Las sectas suelen tergiversar el mensaje, a veces tomándolo de manera muy literal (de ahí los extremismos), a veces buscando “verdades ocultas” o tomando personajes clave y dándoles un sentido nuevo. 

En cuanto a Chesterton… está claro que la humanidad necesita algo en lo que creer, así que algunos sustituyen a Dios por cualquier otra cosa. Lo que sucede es que creer en Dios no te inmuniza directamente contra nada: no eres mejor persona solo por el simple hecho de creer en Él, y hay muchos que no lo entienden así.


Trabalibros entrevista a Toni Hill sobre La hora del lobo
- B.M.: A pesar de ser una novela rural (Vall de Boí), una importante subtrama transcurre en una cárcel urbana, prestando al texto un contraste interesante reclusión/libertad que desmitifica ambas: no se es tan libre en la montaña, ni se está tan privado de posibilidades en la cárcel.

- T.H.: Esa era la idea: contrastar un espacio claustrofóbico, como es la cárcel, con uno abierto y muy hermoso, por cierto. Sin embargo, la libertad individual, la que viene del bienestar y la aceptación de uno mismo, a veces se da en condiciones de reclusión. El verdugo aprende a conocerse en una celda y, en cambio, Lena va sintiéndose cada vez más oprimida a pesar de estar en el exterior. 

- B.M.: En la trama principal tienen una presencia muy importante los adolescentes, en cuyo mundo te metes hasta el punto de reproducir su lenguaje, códigos y gustos, explorando sus inquietudes de personas a medio hacer. Este es otro de los contrastes de la novela, mundo maduro/mundo juvenil.

- T.H.: Sí, podríamos citar eso de “los pecados de los padres caerán sobre los hijos”, aunque sabemos que no es justo ni siempre cierto. Me interesaba explorar esta generación de quinceañeros a los que los novelistas adultos tratamos a veces con poca empatía porque los sentimos muy lejos y eso nos da una mezcla de envidia y condescendencia. A mí me parecen muy interesantes: chicas que ya han nacido empoderadas, chicos que tienen que olvidarse del rol masculino clásico porque ha quedado desfasadísimo… Y al mismo tiempo, tan ingenuos y tendentes a equivocarse como los de cualquier época. 
 
- B.M.: En un momento dado, uno de los protagonistas afirma que matar “no es tanto una cuestión de necesidad sino de esencia y de instinto”; que uno, si quiere paz y sosiego, debe obrar conforme a su naturaleza y dejar que “la maldad fluya”. ¿Estaríamos hablando de un determinismo del mal?

- T.H.: Estamos hablando de que el mal existe, no es solo una ausencia de bien. Yo creo que hay gente mala, personas a las que de manera natural les importa poco el daño que puedan causar a los demás. En el caso del Verdugo, es obvio que matar le proporciona algo especial. Ha intentado enmascarar ese instinto buscando una justificación para sus crímenes y quien le habla le incita a obviar todo eso, a asumir su esencia, a liberar a ese “lobo” que lleva dentro. 

- B.M.: La novela tiene una división en seis partes muy curiosa, un ritmo, diría yo, circadiano. La historia avanza en función de la luz solar (amanecer-mediodía-tarde-crepúsculo-noche-hora del lobo). ¿A qué se debe esta división?
     
- T.H.: La estructura de una novela es algo que me parece esencial, hasta el punto de que voy algo perdido mientras escribo sin tenerla clara. Aquí el título fue la clave: cuando se me ocurrió, organicé las partes en función de esa luz solar y el edificio que es la novela de repente cobró sentido, o, mejor dicho, se asentó, se apoyó bien. Y me pareció bonito porque la novela, que empieza con un amanecer, va oscureciéndose poco a poco…
 
- B.M.: De todas las horas de día el título destaca la hora del lobo, ese momento, según Ingmar Bergman, entre la noche y la aurora, donde muere la mayoría de la gente, las pesadillas son más reales y los fantasmas y demonios más poderosos. ¿Es la hora de los asesinos?

- T.H.: Es una hora extraña, o al menos lo es simbólicamente. Puede ser la hora de la desesperación, ya sea porque temes al amanecer y lo que traerá consigo, o porque no has logrado dormir y ves que se te acaba el tiempo… Y la desesperación nunca da pie a nada positivo.
 
- B.M.: Nos adelantas que a esta novela le seguirá una tercera que cerrará el arco espacio-temporal en el que se reflejará la compleja relación entre Lena Mayoral y el Verdugo y que estará presidida por otro gran sentimiento humano profundo y eterno, el rencor. Sentimiento que, en esta novela, “el Verdugo” deja en suspenso en aras de la prudencia, pero que piensa retomar.

- T.H.: No puedo avanzar mucho más… Tendréis que esperar a leerla.

Desde Trabalibros agradecemos a Toni Hill el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Del mismo modo, agradecemos a la editorial Grijalbo el haber hecho posible este encuentro.
subir