Las verdades del amor

Las verdades del amor es la tercera de las —hasta ahora— cuatro novelas autopublicadas de Laura M. Navarro. Las otras tres son las que componen la trilogía romántica histórica Les parisiens. Esta pertenece al género romántico contemporáneo.

Esther es una joven madrileña encerrada en una vida no hecha a su medida, con una relación sentimental que no fluye y un trabajo que la asfixia. Pero Esther tiene un tesoro en forma de amiga, Bea, dispuesta a hacer lo que sea para que ella sea feliz. Sin saber muy bien cómo y gracias a Bea, Esther termina en un pisito de Cerdeña, desenganchada de su tóxica rutina y dispuesta a cumplir uno de sus sueños: escribir un libro.

La tranquilidad y el mar despiertan a una Esther soñadora y curiosa que va acostumbrándose con facilidad a ese nuevo ritmo de vida —quién no lo haría, ¿verdad?—. Además de ir explorando el entorno, también conoce a personas con quienes podría forjar una amistad. O algo más… y aquí es donde entra en escena Davide, un joven muy atractivo, demasiado a ojos de Esther, quien no tiene ninguna intención de comenzar una relación romántica. 

Davide, italiano aunque de madre española, disfruta de una estable vida en Cerdeña. Es trabajador, atento y disciplinado. Cuando Esther se instala en uno de sus pisos de alquiler no espera que esa joven remueva algo en su interior ni sentir el impulso de seducirla porque, al igual que ella, no tiene el amor entre sus planes.

Pero, ay, amigos, no se pueden racionalizar los sentimientos y, aunque la cabeza consiga dominar al corazón, solo es una victoria engañosa, pues la lucha interna se convierte en un torbellino que afecta a todo el cuerpo y, tarde o temprano, acaba por desestabilizar a cualquiera. La relación entre Esther y Davide fluctúa como las mareas y nos trae tanto momentos divertidos, tiernos y picantes como otros oscuros… Uno y otra comparten la narración en primera persona, y, aunque la mayor parte corresponde al punto de vista de Esther, cuanto más avanza la lectura más conocemos el de Davide. 

Más allá de una historia de amores y desamores, Las verdades del amor nos muestra a personas con bagaje, con mochilas internas que no les permiten dar todo de sí, y que detrás de toda historia de amor subyace una de esfuerzo y de querer y quererse. Que la autoestima y la paz con uno mismo son esenciales para dar lo mejor de cada cual. También la amistad es parte fundamental de esta narración, así como la familia, y la importancia de la reparación y el perdón. Y, hablando de amistad, merece una mención especial Bea, no solo porque ella le dé a Esther el empujón que pone todo en marcha, sino por su personalidad intensa y sus férreos principios, que la hacen un personaje completo y atractivo que perfectamente podría protagonizar su propia historia.

A pesar de sus casi cuatrocientas páginas, Las verdades del amor es una lectura ligera con mucho amor, amistad, pasados demasiado presentes, giros inesperados… y también fresquita; solo con ver la cubierta ya dan ganas de leerla con los pies en el agua.