“Ni la muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad, pueden producir la insoportable desesperación que resulta de perder la propia identidad.” H. P. Lovecraft
Año 2060. A través de un agujero de gusano artificial unos alienígenas altamente parecidos a los armadillos aterrizan en la Tierra en busca de refugio, su mundo agoniza… tan solo dos días después la guerra ha estallado. Un alto número de bajas y la ocupación terrestre del lejano planeta darán por saldado el conflicto cinco años después.
Año 2081. Néstor Noguera, capitán de las tropas destacadas en el Sector 16 del planeta alienígena, recibe bajo su mando al soldado Castro.
Territorio nos sumerge a través de la ciencia ficción en un futuro espacial no muy lejano que nos traslada cuestiones sí muy cercanas. Guerra, migración, colonialismo, explotación… pero será a raíz de las diversas analepsis que pueblan el cómic como descubriremos que la violencia que vertebra la historia es otra: el acoso escolar, el maltrato físico y verbal, el hostigamiento, la persecución, el asedio entre adolescentes.
¿Qué pasaría si te encontraras con el líder de los matones que tan mal te lo hicieron pasar en el instituto?, ¿Y si además la relación de poder se hubiera invertido?, ¿Hasta qué punto sería lícito plantear una venganza después de tantos años?, ¿Serviría de algo?, ¿Tendría sentido? Con todos estos interrogantes y alguno más se/nos interpela el guionista
David Muñoz.
El director de cine Park Chan-Wook, creador de una trilogía sobre la venganza (
Sympathy for Mr.Vengeance,
Old Boy y
Sympathy for Lady Vengeance) en
El Simpatizante, su nueva serie, manifiesta: “Todas las guerras se libran dos veces, la primera en el campo de batalla, la segunda en la memoria”. Hay cosas que te marcan de por vida, que no se olvidan.
En una entrevista realizada sobre el cómic a sus autores en el programa “Territorio 9” de Radio3, su guionista David Muñoz, explica que el título
Territorio hace referencia tanto a la superficie invadida por la tierra en el planeta de los armadillos como al espacio colonizado en la mente del protagonista por el sufrimiento padecido en la adolescencia, pero a mí, esta historia, además, me traslada a otro territorio, el que conformamos como individuos, único y diferente, con sus límites, geografía, condiciones ambientales… con sus combates, erosión, fracasos, victorias, pérdidas, cicatrices…
El apartado gráfico corre a cargo de
Miguel Robledo, ilustrador autodidacta con una larga trayectoria aunque poco conocido fuera de su Galicia natal, esta es su primera obra a nivel nacional, una magnífica ocasión para descubrirlo; obra que le ha llevado siete años de trabajo. Con un estilo muy propio y un tratamiento del color excepcional (solo hay que ver la espectacular portada) nos sitúa dentro de la historia a través de tonos fríos en su desarrollo y una explosión de cálidos cuando estalla la violencia; su dibujo nos evoca los mundos de la mítica revista Metal Hurlant y los paisajes lovecraftianos de
Las montañas de la locura de Gou Tanabe, pero con mucho mayor énfasis en las atmósferas, potenciadas por ese dominio de la mancha que le aleja de la nitidez de la línea clara. Robledo no se anda con medias tintas, sus viñetas a página completa dedicadas al maltrato, la transformación, la muerte, que marcan a sus protagonistas también marcan al lector.
David Muñoz ha escrito tanto películas y series de televisión como cómics; es generoso al regalarnos esta historia ya que sufrió acoso de niño, nos muestra la violencia pero también el miedo, la inacción, la impotencia, el odio, la rabia, el trauma, la soledad que lo acompañan. Como dice Muñoz, no se trata de buenos y malos, sino de gente enfrentándose a situaciones que no tienen fácil solución. A pesar de tener un final cerrado el relato nos deja formulándonos muchas más preguntas de las que ya nos hacíamos.
Un cómic muy duro y muy recomendable, tanto por el artefacto que es en sí mismo como por la onda expansiva que genera.
“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”. Don Quijote de la Mancha.