“Esto es la vida espiritual, las cosas corrientes que se hacen todos los días.”
P.D. James
Michel Rabagliati (Montreal, 1961), decidió, a los 36 años de edad, dejar el mundo de la ilustración y el diseño gráfico y dedicarse a su verdadera pasión que es la creación de cómics.
En su empeño por narrar la vida en viñetas, Michel creó a
Paul, un personaje de ficción que no es otra cosa que el alter ego del autor y el vehículo con el que recorremos su propia biografía, de forma no cronológica, a lo largo de ya siete volúmenes.
En su último libro, “
Paul en casa”, publicado por
Astiberri, el autor nos habla de ese momento de la vida que tan gráficamente solemos definir como
darle la vuelta al jamón.
A su más que avanzada mediana edad, Paul es un hombre divorciado incapaz de rehacer su vida (no puede y no tiene mucho interés) que vive solo con su perro anhelando los momentos que su hija postadolescente decide regalarle. Con una madre, que hace tiempo dejó de ser cuidadora para ser cuidada, acercándose al final de la vida y enfrentándose a sus propios problemas de salud que, a pesar de no ser muy serios, literalmente le impiden dormir, el autor, protagonista del libro, no está, precisamente, viviendo su momento más dulce.
Sin embargo, lejos de dramatizar reflexionando sobre lo que puede parecer una triste existencia, Rabagliati sabe salpicar de humor la cotidianeidad (no hablo de carcajadas, hablo de sonrisas) y dotar de absoluta normalidad lo que no deja de ser una etapa más en el proceso de vivir.
Carmen Martín Gaite dijo “La rutina no está tanto en las cosas como en nuestra incapacidad para crear a cada momento un vínculo original con ellas, en nuestra tendencia a leerlas por la falsilla de lo rutinario, de lo ya aprendido. Hay que seguir dejando siempre abierta la puerta del cuarto de jugar.”
Y eso hace Rabagliati por nosotros. Disfraza de ficción la realidad, nos permite convertirnos en espectadores de una historia que podría ser la nuestra.
Con un trazo agradable y limpio que, aunque al primer golpe de vista puede parecer simple no lo es, dota a la historia de la naturalidad que merece la narración de la vida cotidiana.
Las figuras que dibuja son sencillas, pero los fondos están cargados de detalle y, esta combinación de sencillez y complejidad le proporciona un equilibrio a la propuesta gráfica que, junto con el hecho de que el autor es un maestro de la narrativa, convierten este nuevo volumen de las andanzas de Paul, una vez más, en un trabajo impecable. No es casualidad que la serie haya sido nominada en más de una ocasión en el Salón Internacional del Cómic de Angoulême haciéndose con el premio del público en el año 2010.
La magia del
Slice of life reside en el hecho de que los protagonistas somos nosotros. Con otro nombre, en otro lugar, quizá con otro sexo u otra edad, pero nos hace sentir que nuestra historia, como la de todos, merece ser contada.
Se hace trascendental lo intrascendente y el vacío se llena.