Las muchas muertes de Laila Starr
Las muchas muertes de Laila Starr
Ficha técnica:
Autor: Ram V, Filipe Andrade
Editorial: Planeta cómic
ISBN: 978-84-1140-491-4
Número de páginas: 144
Género: Cómic
Valoración:

“So it goes” (“Es lo que hay”).

Frase repetida por Kurt Vonnegut en cada
muerte de "Matadero cinco".


Eviterno. Adj. Que, habiendo comenzado en el tiempo, no tendrá fin.

A veces es difícil saber qué sustantivos podrían calificar ciertos adjetivos y para mí este es el caso de eviterno. ¿Podría aplicarse a la muerte? Quizá hubiera una primera… ¿Habrá una última? Tendemos a pensar que no, pero ¿y si nos equivocamos?

Nos podría pasar a cualquiera, un mes cualquiera, un año cualquiera, suena el despertador y como cualquier día pasas por todas las fases del duelo. Intentas negar la evidencia, te enfadas (la que sí despierta es tu ira), negocias diez minutos más, te deprimes porque no lo puedes alargar y finalmente lo aceptas y te levantas. Nervioso por la reunión con tu jefe llegas al trabajo… y sí, te despiden, después de una vida entera de sacrificios y una eternidad dedicada a la empresa… le podría pasar a cualquiera, pero la protagonista de este cómic no es cualquiera, es la diosa hindú de la muerte y su trabajo, sus sacrificios, su eternidad son mucho más literales que los nuestros.

“¡No pueden despedirme! Soy una consecuencia absoluta, está en la descripción del trabajo.” Pero en un informe dice que nacerá un niño que traerá la vida eterna, reestructuración en el departamento y a la exdiosa de la muerte se le asigna un cuerpo mortal para que experimente los placeres de la vida, el cuerpo de Laila Starr, una joven con el mismo aprecio por la vida que la diosa que se va a reencarnar en ella. “Buaaah. Voy a tener que ir ahí abajo y ser mortal. Voy a tener que hacerme mayor y tener achaques y dolores. Voy a confiar en personas en las que no debería confiar. Voy a defraudar a personas que creen en mi. Me van a romper el corazón. Y luego tendré alguna enfermedad terrible cuando sea vieja y me moriré. O algo peor… ese pequeño imbécil habrá inventado la vida eterna y tendré que vivir así, destrozada, enferma y oliendo mal, y… y…”.

Y así comienza el periplo de Laila en la Tierra, periplo cuyo único objetivo será encontrar a Darius (creador de la inmortalidad) y en el que  se cruzará con los más curiosos interlocutores: un fantasma, un cuervo funerario, un cigarro, un templo y Darius… siempre Darius. Sin olvidarnos de Pranah, dios de la vida, que cualquiera pensaría que no puede vivir sin ella, y tan fundamental en sus muchas muertes, muertes que no sabemos si son la suya o las de los demás… “Laila Starr murió de nuevo”.

“Sobrevivimos porque lo deseamos de verdad”. Esta historia nos habla de la muerte, de la muerte en vida, pero sobre todo de la vida “la vida es digna y hermosa, aunque no siempre sea bonita”. Lo efímero, lo eterno… Como dice Fabio Moon en el prólogo, “este libro parece magia” y la magia está hecha de ilusión, como la vida (“en las páginas de este libro la vida parece magia de la mejor manera posible, y te sientes vivo mientras lo lees”). Uno de sus protagonistas, Darius, tendría algo que añadir: “No hay ninguna magia grandiosa, solo la posibilidad de respirar tranquilo”.

Ram V es el premiado autor de cómics (tanto con guiones originales como con trabajos para Marvel o DC) que firma esta historia y Filipe Andrade el que la dibuja y colorea, el que nos la acerca a través de una trazo tan fluido que hace que Laila, y nosotros con ella, nos deslicemos a través de sus páginas… además, sus colores (incluidos los de sus bocadillos), te transportan entre atmósferas haciéndote consciente de dónde te encuentras en cada momento. Planeta cómic, con una cuidada edición, es la responsable de que podamos disfrutar de la magia.

También este libro es un viaje. Decía Hunter S. Thompson que “la vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!”.

Así pues, viajemos.
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