Canción de redención

Julio Quintana Olmo
Un latido enfermo, una ilusión
de garrafón.
Que hoy dios le acabe dando al diablo la razón.

Reino de los vicios, ataúd
de la virtud.
Dos manos gélidas tañendo mi laúd.

Saboreo mi adicción
a la aflicción;
serena rendición,
dulce resignación.

Bendita maldición
que ya no haya salvación:
alas arrastrándose,
cielos desangrándose,
mares incendiándose;
llegó el armagedón
a mi canción.

Reino de los vicios, ataúd
de la virtud.
Dos manos gélidas tañendo mi laúd.

Un caedizo y aterido sol,
un mar de alcohol,
un alma de metal fundida en un crisol...

Una aurora boreal
providencial
hendió mi oscuridad,
me ató a la libertad.

Oh, prodigiosa luz,
me desclavas de mi cruz:
ya ni alas arrastrándose
ni cielos desangrándose
ni mares incendiándose;
llegó la redención
a mi canción.
Texto libre Trabalibros

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