¿Llegó el fax?

Carles Girós Mascaró
Michael está petrificado sobre su butacón con la gravedad de su cabeza apoyada sobre los puños. Por la frente, aun le corren unos goterones de sudor que acaban por desplomarse y después desaparecer —junto a un eco sordo— sobre la alfombra.
«¿Debería haber desgarrado aquel fax?»
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