De allá vengo

Antonio Álvarez Bürger
Vengo de la morada grande y agreste sin fronteras,
de las bandadas de pájaros piadosos, de los riachuelos,
de las impasibles piedras fosilizadas,
de las raíces arbustivas que sustentan los caminos.
Vengo de donde las avecillas de vuelo rasante
trinan graciosas hasta que se extingue el día.
Vengo de allá, de donde los titánicos árboles
danzan cadenciosos con sus propias creaciones.
Vengo de caminos serpenteantes como los caracoles
de los jardines más bellos de la tierra.
De grandes soles que destellan intermitentes
entre los ramajes hoy vengo.

Voy a la ciudad donde los hombres cabizbajos
de piel cetrina trabajan en la industria del hastío.
Llevo impregnada en mi cuerpo contemplativo
la música de odoríferas y coloridas flores.
Me vine con recuerdos gratos y con murmullos de cascadas.
Me traje sueños quietos sobre la hierba verde de la pradera,
para hacer en casa el pan de la felicidad y la nostalgia.
Voy en dirección a la ciudad de los latidos sincopados,
donde no hay amaneceres furtivos con asombro.
Voy de regreso a la tierra oculta por el cemento ígneo.
Vengo del monte y el llano armonizados por la tierra.
Desde allá traigo conmigo el botín de la esperanza.
Texto libre Trabalibros

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