Carlota

Yusdel Ibañez Bueno
Carlota se prometió despojarse de la esclavitud. Su esbelto cuerpo estaba vestido con las cicatrices recibidas en el cepo por no doblegarse. No le temía a la muerte porque estaba muerta en vida.
Todas las noches en un rincón oscuro del barracón, le pedía a sus ancestros fortaleza para liderar una sublevación de esclavos.
En noviembre de 1843, dirigió la ansiada rebeldía en el ingenio azucarero. Todos los sublevados fueron masacrados por el capataz y sus maléficos secuaces. Fue descuartizada salvajemente, pero su alma guerrera huyó hacia el bosque para reunirse con Osaín, el dueño de los montes cubanos.
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