Hogar

Juji Mogar
El día que se cruzaron nuestras miradas, no hubo fuegos artificiales. Tampoco, horas después, velas perfumadas, ni rosas con pétalos henchidos de humedad plateada, ni siquiera bombeó el corazón con más fuerza de lo debido. Tampoco hubo ese destello llamado flechazo. Por no haber, no hubo ni nubes, ni viento, ni tormenta. Nada hubo y, sin embargo, todo sucedió… los muros cayeron, las lágrimas fueron olvidadas, la historia del ayer se relegó a un segundo plano, los nuevos y desconocidos arrumacos anunciaron un nuevo futuro, y nuestras manos, antes vacías, se entrelazaron para sellar la abundancia.
Dos días después, sin habernos separado ni un instante, supimos que lo que sentíamos era eso que llaman Amor, pero que nosotros renombramos Hogar. El inicio y el fin del trayecto. La perfecta imperfección.
Han pasado ya muchos años. Ayer fue el día de la cómplice celebración. Tampoco ayer hubo fuegos artificiales, ni velas perfumadas, ni rosas con pétalos henchidos de humedad plateada… ni menú especial, ni pimienta ni sal, ni postre caramelizado. Nada hubo y, sin embargo, todo fue festividad… Nos reímos como al principio, y mientras nos besábamos como adolescentes, solo pudimos decir una frase al unísono entre suspiro y suspiro: "Hogar".
Texto libre Trabalibros

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