Ausencia en la mirada

Irene Muñoz Serrulla
Recuerdo cuando tu boca llenaba la mía y se llenaba con la mía.
La excitación con la que tus caricias y tus besos llenaban mi piel.
Los ojos cerrados para intentar retener tu mirada.
El ansia de mi piel por impregnarse de tu aroma.
Mi boca silente llorando tu ausencia.
Las noches de soledad recordando tu presencia.

Recuerdo aquella primera noche, tu mirada nerviosa
esperando mi beso para saber cuál era mi decisión
y saber si seguiríamos siendo amigos o algo más.
Algo más fue la decisión, me gustaba tu mirada,
me gustaban tus susurros. Esa fue la decisión.
Creí que tú fuiste mi decisión.

Los ojos cerrados para intentar retener tu mirada.
Aquel último café. Aquella última caricia.
Tu despedida sin palabras. La sonrisa apagada.
Un beso. Una caricia. Un hasta mañana.
Un mañana que murió antes de llegar.

Recuerdo nuestra primera vez.
La ternura de tus manos recorriendo mi cuerpo.
Tus miradas, tus palabras, tus deseos.
La memoria no evitará que yo pueda
revivir el estremecimiento de mi cuerpo.
Sentir aquellas palpitaciones tan lejos de mi corazón.

Los ojos cerrados para intentar retener tu mirada.
Aquel último café. Aquella última caricia.
Tu despedida sin palabras. La sonrisa apagada.
Un beso. Una caricia. Un hasta mañana.
Un mañana que murió antes de llegar.

Los ojos cerrados para intentar retener tu mirada.
Aquel último café. Aquella última caricia.
Tu despedida sin palabras. La sonrisa apagada.
Un beso. Una caricia. Un hasta mañana.
Un mañana que murió antes de llegar.

Recuerdo la primera vez que te marchaste.
Un simple «en breve volveré»,
pero no fue tan «breve», no fue un «volveré».
Fue un renacer, lejos aunque estabas cerca.
Y las noches de añoranza no acabaron jamás.
Un volver que apagó cada noche iluminada.

Recuerdo la tristeza aquellas noches.
Tus manos, tu mirada, ni tu ausencia me llenaba.
La memoria no te olvida. El cuerpo no te niega.
Mi boca silente llora tu ausencia.
Una ausencia infinita que ya fue acallada.
El evidente misterio de tu ausencia infinita.

Los ojos cerrados para intentar retener tu mirada.
Aquel último café. Aquella última caricia.
Tu despedida sin palabras. La sonrisa apagada.
Un beso. Una caricia. Un hasta mañana.
Un mañana que murió antes de llegar.
Texto libre Trabalibros

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