Miriam (1)

Hans
Miriam. 1
(Primer texto).

Cuando empieza a hablar está nerviosa, piensa sus palabras. "Vamos a ver cómo lo digo para que tenga sentido. No es la primera vez que lo cuento en un intento de que me comprendan. No sé si empezar diciendo que tengo miedo a las enfermedades, a morirme, a quedarme ciega, no veo bien, y cosas así. A veces creo que no me puedo controlar, que no voy a poder seguir respirando. Los médicos me han hecho pruebas de la cabeza, el corazón, y de todo y me aseguran que no tengo nada de tipo tumoral. Yo había pensado que tenía una enfermedad en el cerebro y que por eso me pasa lo de no ver bien, a veces es que no puedo distinguir las cosas".

Se para. Me mira en silencio un par de segundos. Las lágrimas se van derramando por su cara. "No me lo explico, de verdad, yo era feliz ahora en esta época, tengo novio y estoy estudiando en la Universidad. ¡No lo entiendo!, ¿Por qué ahora?".

Se para de nuevo. Continúa, pero ya lo hace algo atropelladamente. "A veces me pasa que no reconozco a mi padre o a mi madre o a mi novio, y eso me mata, la ansiedad me domina, ha habido momentos en que quería alejarme de mi novio, pensé que había pasado a odiarle, pensé que él podía ser malo, de verdad, una situación desastrosa en mi cabeza, aunque en los últimos días estoy mejor. He pensado que si no tengo un cáncer en la cabeza y no me encuentran nada, entonces, es que todo es psicológico, pero, ¿Eso puede ser?".

La miro, estoy serio pero no quiero parecer desagradable ni poco empático. Muy ligeramente asiento con la cabeza, esbozo una sonrisa y le hago una señal para que siga.

"He leído por internet que esto puede ser despersonalización y desrealización. Un día me desesperé, porque, me pareció al mirarme en el espejo que no me reconocía, ¿Mi cara era mi cara? ¿Mis manos eran mis manos? ¡Dios mío!, estoy loca, seguro".

Vuelve a llorar. Me pregunta.

"¿Estoy loca?".

No me deja ni contestar, ella sigue.

"Pero estoy segura de que no se me ha ido la olla del todo. Un caos, eso sí, vivo una vida caótica, de negatividad, pero sigo sabiendo que soy yo. ¡Ah!". —suspira. "Yo razono, compruebo las cosas, las analizo. Estaba estudiando y me había propuesto recuperar lo que había atrasado pero últimamente ya no me concentro, me pongo malísima".

Le pregunto por la carrera que está estudiando, de dónde es, dónde vive ahora y finalmente por sus padres y familia. Me contesta a todo.

" …".

"Y respecto a la familia, mal. Eso no es una familia de verdad, cada uno a lo suyo, no sé si por ahí me habrá venido la ansiedad y los síntomas que tengo. Eso no es una familia es un caos. Mis padres se puede decir que hacen su vida aparte, mi hermana con problemas legales y en tratamiento psiquiátrico. Mi madre desde luego no es un ejemplo a seguir. Yo, antes, la veía hasta elegante pero ahora se viste fatal, no se cuida, y además siempre ha estado mal de la cabeza. Y mi padre fuera de casa casi siempre".

Pienso que para entenderla tengo que enterarme de muchas cosas más. Por otro lado, por un momento he pensado que no me dice toda la verdad ni sobre los demás ni sobre ella misma. Bueno, está bien, ya irá hablando. Le pregunto por su infancia, cómo la recuerda. Me habla de ella y me dice lo habitual, que su infancia ha sido buena, ella la recuerda bien, como todos los niños, me dice. Eso me hace pensar que hay bastante más. No tengo que insistir mucho, enseguida retoma el hilo.

"No sé, quizás tengo el cerebro mal por la situación en mi casa. Mi madre me tuvo a mí con 20 años. Yo he sufrido bullying en el colegio, y para colmo siempre las peleas con mi madre. Ya entonces se comportaba a veces de forma que parecía que era más niña que yo. La verdad es que también me he peleado mucho con mi hermana. Yo creo que entre mi madre y mi hermana me han influido para que me haya distanciado de las dos, una a veces me hablaba mal de la otra y al revés. Lo que sí me acuerdo es de las peleas a muerte con mi madre, eran tremendas, me pegaba con frecuencia, con rabia, con muy mala leche diría yo, y cuando ya no la aguantaba más me iba de la casa, a donde fuera, a sentarme en la calle, en un parque o donde sea, a veces era ella la que me echaba de la casa. Un caos. Llorar he llorado lo que no tiene nombre".

A estas alturas las preguntas se agolpan en mi interior, sin embargo, tengo que refrenarlas. Si es algo importante para ella volverá a relatarlo en algún momento, y más de una vez. Pero a mí me ayudaría que explicara cómo entiende ella la despersonalización y desrealización. Cómo explicar el que a veces no se autoreconoce. ¿Se identifica a ella misma en esos momentos? Lo que no me preocupa es lo del tumor cerebral, ni el temor a la ceguera, ni toda esa sintomatología. Aunque no se hubiera hecho pruebas sé que a mí no me hace falta que me diga los resultados. Ella no entiende el porqué le pasa esto ahora. ¿Y el novio? ¿Hay amor ahí?, ¿qué papel representa? Cuando me habla de la infancia siento dolor. Me la imagino sufriendo, haciendo cosas mal, probablemente, pero recibiendo un castigo desproporcionado. ¿Su madre?. ¿Qué le pasa a esta mujer? ¿Cual es la figura representada por el padre? Ella sigue hablando y sigo viéndola, en mi mente, sentada en un parque, sola, llorando, sin saber si merece la pena volver a su casa. Con seguridad no tenía más remedio que volver. ¿A dónde iba a ir? El hecho de que se pregunte si está loca me tranquiliza parcialmente, también el que llore y haya llorado siempre.

Ella ha seguido hablando.

"… Es curioso pero, en mi familia me apoyaba mi abuela, no vivía en la misma ciudad. Mi madre la llamaba para contarle la travesura que yo había hecho y la pelea que había tenido conmigo y ponía a mi abuela en mi contra, pero mi abuela no era tonta, después, ella hablaba conmigo, yo le decía lo que había pasado y pasaba a estar a mi favor y a putear a mi madre. Pero bueno, no quiero que parezca que todo es malo, en realidad yo quiero a mi madre, está un poco loquilla y tiene unas junteras malísimas, le dan bajones depresivos, lo pasa mal, lo ha pasado mal con mi padre y a lo mejor lo paga conmigo".

Siempre tengo pañuelos y agua a mano, para que ellos lo puedan coger. Los está usando. Me mira otra vez.

"No entiendo qué me pasa y por qué ahora, yo creía que era feliz. En mi familia son dados a creer en brujería y cosas así. Yo no creo, pero he llegado a pensar que si me habrán echado mal de ojo, no sé, no sé".

Le pregunto más cosas.

"Sí tuve la primera relación sexual a los 17 y sí, fue satisfactoria, pero me costó decidirme, a veces los chicos me daban asco si se acercaban, hacía lo posible para que se fueran, y se iban, pero entonces como que me daban deseos de que volvieran. Siempre tenía miedo a perder la virginidad pero me dije que tenía que espabilar, mis amigas me lo decían y se metían conmigo y yo nada, pues bien..., y luego..., ahora, quiero decir. Bien, con mi novio bien. Lo que me preocupa es que a veces me da por pensar que no quiero a mi novio, pero me digo que soy tonta, ahora precisamente no quiero estar sola, aunque él no está aquí ahora, está trabajando en Barcelona y viene de vez en cuando".

Ahora se ríe durante un momento.

"Me acuerdo que un día fui a una fiesta, te vas a reír, es una tontería pero, me dijeron que no iba elegante, ¿Dónde está tu elegancia? Y yo creía que era elegante, me afectó entonces, lo pasé mal, me hundieron aquel día las hijas de puta. Me afecta la opinión de los demás".

Sí, le afecta, pero probablemente solo en algunas cuestiones. La miro, es guapa, morena, de ojos grandes, alta, bien proporcionada, pero insegura. Creo que al menos ahora no sabe aprovechar su figura.

"Te puedes creer que se han pegado, mis padres, entre ellos, él a ella y ella a él, pero claro él tenía más fuerza, sí se han pegado pero sobre todo se han gritado, los gritos eran frecuentes, muy frecuentes, ¡maldita sea!, y los insultos, los he escuchado de todo tipo".

No hay manera, pienso, habría que multar a ¡tantos padres!. Pero, ¿cómo se puede ser tan torpe o tan imbécil?

"Y a mí también, mi madre me ha dicho puta más de una vez, pues mi hermana y yo también se lo hemos dicho a ella, se lo merecía".

Su discurso sigue. La miro. Me da pena, es muy joven y con toda la vida por delante y ahí está: sufriendo y llorando delante mía, y yo prácticamente impávido. ¿Qué hago? Evidentemente mantener la situación. Le hablo. La tranquilizo sin tener que recurrir a palabras vacías, procuro no entrar en ningún tópico al uso. Le quiero transmitir que podrá hablar conmigo, que yo no voy a fallar, o al menos eso espero, que esté segura, confiada y tranquila. Me oigo a mí mismo hablando con seguridad y confianza, la veo asentir con la cabeza, sonríe tímidamente pero sonríe. No se lo digo, no debo decirlo, pero quiero que entienda que todo irá a mejor, que yo haré lo posible.

Cuando ya se ha ido, me pregunto si realmente creo que todo irá mejor. Un sentimiento de tristeza e inseguridad me embarga. Menos mal que ahora estoy solo, pero no por eso dejo de sentirlo en mi interior.

— Continuará
Texto libre Trabalibros

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