No escaparás a la muerte

Nuria Fe Espinosa
Cuando entré en el bar, no sospeché que lo que deseaba que fuese una noche lúdica de entretenimiento terminaría siendo mi última noche entre los humanos. Al dar el primer sorbo a la cerveza servida por el tétrico camarero que me miraba de forma extraña, sentí que mi boca se desencajaba y como una fría losa pesaba sobre mi cuerpo. Las rodillas se me doblaron y caí de bruces contra el suelo. Mientras me esforzaba en levantarme rezaba. Penetré en la inmensa oquedad de la oscuridad de aquel tenebroso antro, huyendo sin ninguna dirección. Mis pasos se volvieron torpes y mi mente se negaba a ver la verdad. Tan solo el corazón me hablaba agitado de una forma absurda; llega hasta el final de la sala, no es tan oscura, solo es silenciosa. Noté en mi boca el cargado sabor de la sangre. La mano mortífera de la muerte se acercó alcanzando de lleno mi pecho, provocando un profundo quejido de náuseas y dolor. Tras varios espasmos la muerte me abrió sus brazos y fue entonces cuando mis labios pronunciaron su última palabra; socoooorro.
Texto libre Trabalibros

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