Y allí hablo mi sombra

Mariela Puzzo
La ciudad es mi víscera sangrante
perpetuo martilleo de la sangre sobre la cosa
erosión de tiempo que perfora la piedra
partir no es ir atravesando muros
es partir de la sangre en su hemorragia infinita, de final, de principio
extraños merodeadores beben la sed de la noche
es la eterna saciedad
expresión del guerrero en la mueca bestial, sedienta incorporación de la noche...
y ella víscera inflamada
que el ser inflama con minúsculas aflicciones
la noche...
eterna.

He de estar incompletamente
suspendida del límite, exiliada
arrebatadamente cruel
de limbo abierto, distante
percibiendo la fosforescencia, la próxima insensatez
limitante
cuando nadie oyó nadie dijo nada
aguantando la falta de aire destrozada razón destronada coraza
del intento del corazón herido de sobreponerse
rejuvenecido o antiguo
inaugurando siempre
huyendo
invertida
proscrita
ululante en centro de mudez
inquiriendo
cuando no hay a quien inquirir
cuando no hay quien
de lo siniestro lo punzante
lo que punza la raíz
misma y misma cosa cada vez
aguantando, ahuyentando, invitando
siempre, cuando desnudé
el habitáculo
cuando lo despoblé del polvo del muerto
lo deshabité
y allí habló mi sombra
la única que devela.
Texto libre Trabalibros

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