Ácido hastío

Luis Eduardo Riaño Moncada
Hoy, ácida lluvia anega el corazón
la que ayer ardorosa escarcha fuera.
Tornándole en eviterna quimera
deambulando por la redención.

La vida, convertida en un jirón
arrojada a la indiferente vera
resiste a marchitar en primavera
ávida de amor, su último bastión.

Cuando dos almas en una fundidas;
lágrimas mutuas puedan endulzar
del hastío mantendrán guarecidas.

Fresca brisa volverá a retozar
y por el amor rejuvenecidas
florecerán con un dulce cantar.
Texto libre Trabalibros

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