Envidia de no ser la dulce tela
que cubre tu rodilla:
celos del peine que peina tu cabello:
de la piel de ángel que cubre y que sostiene:
envidia de no ser ese pincel
que delinea tus labios:
el carmín que los cubre:
envidia de tu crema y tu perfume:
del cinturón que ciñe tu cintura:
del zapato que alcanza tu tobillo:
deseo de ser pulsera y pendiente y anillo:
rabia de esos objetos estúpidos e inertes
que sin saberte te abrazan y te tocan.
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