El vacío
Una lectora congelada en el tiempo
En mi humilde morada de atardeceres agradecidos, se florece una esperanza de fortuita iridiscencia en mi pecho.
¿Que falta?, el vacío sigue ahí, las mariposas revolotean sobre mí pero no se posan para descansar; pensar demasiado, ser feliz es la solución sino el martirio de vosotros, que hace en mi desaforado aroma a rosas de chocolate.
Estar en armonía se sincroniza con mi vida.
He aquí mi delirio, mi refugio solemne, el por que de mi dureza,¿Quien falta?, Soy yo.
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