6,3

Sergio González Garrido
- Nunca sonríes. ¿Por qué no sonríes? -
Mierda. Tienes 6'3 segundos para dar una respuesta convincente que no levante sospechas y que no permita más reflexiones de las necesarias. Pronunciar la frase hace salir de su ensoñación a todos aquellos que te rodean voluntaria e involutariamente y el tiempo corre en tu contra. Además, tu cara muestra signos de degradación y angustia. ¿Te ha comido la lengua el gato? 4'5 segundos y la inocente pregunta que acompaña a la primera será servida con un deje estéticamente comprometedor.
Veamos, de diez cosas que procesas, nueve son mentira; no tienes pruebas pero sabes que no están diciendo la verdad. Todo lo que haces forma parte de un conjunto precocinado que acaba siendo nada, puesto que no sirve de mucho dedicar tu frágil existencia a la consecución de fines ajenos a tus sueños. Las sensaciones que te envolvían con su magnificencia han resultado ser un período infantil que debes olvidar para adaptarte a un mundo cruel liderado por adultos empastillados día y noche. Estos adultos lloran en silencio porque su vida es un sucedáneo del proyecto de otros. La aséptica realidad que no quieren ver, reduce su trabajo y esfuerzo a un invisible número de tareas que permitirán la perpetuación de la riqueza de aquellos cabrones que odiaban en su juventud revolucionaria, pero bueno; se van a comprar un coche nuevo y eso es maravilloso.
Les encanta ver películas que hablan de cosas que nunca vivirán y leen libros de autoayuda que aumentan su singularidad hasta alcanzar el tamaño de un mundo. Eso significa que somos mundos interconectados por finos hilos de seda, y la seda arde con la facilidad del papel.
Apresúrate, te queda poco. Debes dar una respuesta que quepa en un texto rápido y sencillo y que por encima de todo no sensibilice a los oyentes. Podría hacer una broma aleatoria para desviar la atención de un público tan entusiasta por la tristeza ajena, pero la gracia la perdiste hace bastante tiempo, así que sigues meditando. 1'7 segundos.
Te acuerdas de las tareas pendientes y de lo último que pensabas antes de dormir profundamente hace unos años. Recuerdas los buenos consejos y los momentos que marcaron de cierta manera tu indetestable personalidad. Visualizas las imágenes que adorabas observar y te sumerges en los olores que te arrancaban del presente para llevarte a lugares que eran parte de ti y de tu inocente imaginarium.
0'74 segundos. Optas por no decir nada moralmente detonante prefiriendo salvaguardar su materialista integridad antes que volar por los aires la simplista y repugnante filosofía que rige todo lo que les motiva. Lo haces por ellos. Bueno, en realidad no lo sabes, pero debes decir algo y no puedes desaparecer:
- Es que estoy cansado, no sé cómo podéis estar siempre tan animados. ¿Qué hacéis el sábado?
Texto libre Trabalibros

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