Miss Jardín de la Rosaleda

Magda R. Martín
¡La que se organizó aquel verano, amiguitos! No lo podéis imaginar. Como llegaban las vacaciones y estaban todos un poco aburridos, en uno de sus paseos alrededor del estanque, esos domingos soleados en los que el Triquiñuelas se reunía con sus amigos, se le ocurrió proponer al señor Alcalde el gorrión Don Nicanor, organizar un concurso para escoger a la más guapa del jardín y hacer una fiesta de lo más guay. El Alcalde, el Profesor Conejo Don Adalberto y el Cuclillas estuvieron de acuerdo y se pusieron muy contentos con la idea pero el Bibliotecario al Erizo Don Kiskilloso y al Chihuahua Médico Don Curateya, no les gustó demasiado, dijeron que aquella idea era importada de otros países y que las mujeres se ponían muy tontas con estas cosas y además de hacerse insoportables, se pasaban el día mirándose en el espejo haciendo muecas para ver como estaban más guapas. Al Gato Calasparra y a los demás caballeros del jardín, les dio un poco lo mismo cuando se lo preguntaron por lo que llevaron la idea a votación y, al final, ganaron los que decían que sí, por consenso. Que quiere decir que (no se sabe cóooooomo….) todos votaron que sí.

¡Bueno, bueno buenoooo…! Cuando las señoras y señoritas comenzaron a leer el Bando del Ayuntamiento en el que se convocaba el Concurso de "Miss Jardín de la Rosaleda" se armó un guirigay que no os podéis ni imaginar. Se acabaron las existencias de pintalabios, de colorete, de laca para las uñas. Las peluqueras que eran las hormigas y algunas arañas especializadas a las que no les gustaba poner música en sus negocios y así no tenían ningún problema de multas con la GSA, que quiere decir "Garrapatas Siempre Aprovechadas" , se hicieron casi ricas porque quien sí y quien no, iba a probarse un peinado diferente. Unas se hacían moños, otras la permanente, otras se cortaron el pelo y cada cual se pasaba el día prueba que te prueba con telas, vestidos y bañadores de todos los colores y formas, tanto es así que, los Almcenes "La Repanocha del Jardín", tuvo que comprar, a bajo precio –eso sí-, las existencias de segunda mano que los Ratones Callejeros vendían cada fin de semana en el Rastrillo. Total que cuando faltaba una semana para la fiesta en la que se escogería a la "Miss Jardín de la Rosaleda", estaban todas las mujeres alborotadas y los hombres acabaron con las existencias de aspirina en la farmacia.

Un día, el Cuclillas, cuando fue a merendar a casa de su prima la Ratona Matildita la mar de contento porque estaba seguro de que Matildita se presentaría la primera, se encontró a su prima llorando a lágrima viva y sonándose los mocos con el pañuelo más grande que había visto en su vida.

-¡¿Pero qué te pasa, Matildita…?! – le dijo muy preocupado.

La ratona, lo miró entre hipo e hipo y le dijo:

-¡Ay, Cuclillas…! ¡Qué no me voy a presentar al concurso de Misses porque me he probado el vestido y parezco un barril de aceitunas… ¡Buaaaaa…! Estoy más gorda que una ballena…! ¡Buaaaa….!

El Cuclillas que ya sabéis quería mucho a su prima Matildita pensó que aquello era verdad, porque Matildita con tanto hornear bollos y comérselos se había puestoooo….. ¡qué no veas….! Pero como eso no se lo iba a decir porque lo que tenía que hacer era animarla, le dijo muy cariñoso:

-¡Pero Matildita, si aunque estés gorda por eso no dejas de estar guapa…! Además tu eres muy simpática y tienes una sonrisa muy bonita… ¡Anda, deja ya de llorar que se te van a poner los ojos como dos naranjas y cómprate algo bonito para ponerte el día del concurso, venga que todos te queremos mucho y vas a ser la más guapa…!

-¡Pero si ya no quedan telas en "La Repanocha" y los ratones del mercadillo se han quedado sin existencias… ¡qué voy a hacer….buaaaaa…!

Y volvió a llorar a lágrima viva. Entonces, como siempre pasaba en aquel jardín tan divertido, el Cuclillas se fue a ver al Saltamontes Triquiñuelas para ver si se le ocurría una idea con la que ayudar a Matildita y, como siempre, también, mientras el Cuclillas se comía la tostada con mermelada del desayuno del Triquiñuelas y este tocaba un rato el violín para inspirarse con alguna idea luminosa, el Triquiñuelas dio un salto, dejó el violín y le dijo al Cuclillas:

-¡Venga, deja ya de comer y vámonos corriendo!

En dos saltos se presentaron en casa de la cantante de ópera la Ardilla Doña Mimí que tenía un montón de disfraces de cuando actuaba como cantante y el Triquiñuelas le explicó la situación de la Ratona Matildita. Doña Mimí que no olvidaba lo bien que se habían portado con ella cuando tuvo el problema el accidente en el que se quedó sin voz, le dijo al Triquiñuelas que no se preocupara, que estaba todo arreglado y cogiendo un montón de túnicas de gasa, de colores muy vistosos de las que tenía guardadas en un baúl de cuando actuaba en el teatro, se fue a casa de la Ratona Matildita.

Total que llegó el día de la fiesta. Farolillos por todos lados, puestos de caramelos, un tíovivo, una noria y el escenario para presentar a todas las candidatas a Miss. Debían de votar todos los hombres del jardín, las damas no, porque podía haber mucha preferencia o envidieja y eso estaba prohibido. Cuando sonaron las fanfarrias avisando del desfile de "misses" la gente se arremolinó frente al escenario y todos aplaudían a rabiar porque la verdad es que cada una que salía estaba más guapa que la otra y nadie sabía a quién escoger.
Al final todos votaron y cuando el Jurado que estaba compuesto por el Alcalde Don Nicanor, el Saltamontes Triquiñuelas, el Conejo Don Adalberto y como representante de las féminas Doña Mimí la cantante de ópera que no se presentaba al concurso porque ya era un poco vieja…, pues como decía… -que ya no me acuerdo por donde iba…- ¡ah, sí! Cuando abrieron las urnas y contaron las votaciones, todos se quedaron pasmados… ¿A que no sabéis quién ganó con todos los votos? ¡Pues sí señor! ¡La Ratona Matilditaaaa…! Ni veáis como aplaudieron todos. Unos reían, otros estaban emocionados, otros se comían las uñas de envidia y hay quien bailó y todo. Y ¿sabéis lo que hizo la Ratona Matildita….? Se puso a llorar de tanta alegría que le dio, que se corrió el rimmel de los ojos, se le cayeron las pestañas postizas, se quedó sin el rouge de labios de tanto limpiarse las lágrimas y los mocos y cuando le pusieron la corona… ¡madre mía…! La Matildita parecía un pimiento morrón… Pero como todos estaban muy contentos porque querían mucho a la Ratona Matildita, aplaudieron hasta dejarse las manos, todos menos el Bibliotecario Don Kiskilloso que no hacía más que murmurar por lo bajini y cuando vio al Cuclillas aplaudiendo como un desesperado le dijo:

-¡Qué te pasa… ¡eh..!

Pero como quien más quien menos conocía el carácter de Don Kiskilloso, nadie le hizo caso y se fueron a la explanada donde estaba la orquesta de "Las Moscardas Azules" vestidas de gala, porque iba a empezar el baile y nadie quería perdérselo.

Total. Que todos fueron muy felices, la Ratona Matildita enmarcó su título y lo puso en la entrada de la Guardería "Los Pequeñajos" para que todos lo vieran, no dejó de comer bollos y cada domingo invitaba a merendar al Cuclillas, al Triquiñuelas y a todo al que quisiera apuntarse porque Matilidita, ya sabéis era una ratona muy, muy buena.

¡Ah…! ¿Sabéis? Desde aquel día, se hizo muy amiga de la Ardilla Doña Mimí y salían a comprar siempre juntas y se ayudaban mucho la una a la otra. Y unas veces Doña Mimí cantaba ópera y después la Ratona Matildita salía con aquello de "…pobre chica, la que tiene que servir…" que era de una Zarzuela que le gustaba mucho y tenían un poco mareados a los vecinos… Buenooo…

¡Esas cosas que pasan….! La corona de Miss la tuvo que devolver porque la había prestado el usurero el Perro Bulldog Don Teodosio que no estuvo tranquilo hasta que la vio guardada en la caja fuerte de su despacho de la Agencia Inmobiliaria "Goterasindependientes S.L.". Y todos fueron muy pero que muy felices… Si es que no hay como conformarse con todo…

¡Adiós amiguitos…! ¡Que yo también me voy de vacaciones… hasta la próxima!
Texto libre Trabalibros

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