El lado oculto de la piel
Roxana Heise
Esta será nuestra última cena; todo listo y dispuesto sobre la mesa. Hay velas alrededor, aunque nadie ha muerto, sólo la ilusión que arrojaste por la ventana, cuando enloquecías casando mariposas, o polillas nocturnas que chocaban contra las paredes. Lo cierto es que me olvidaste aún amarrada a tu corazón, como pata de conejo para la buena suerte. Me dejaste a disposición del lado oculto de la piel, escondida al fondo de tu chequera, junto a un manojo de fríos documentos, convirtiendo mi nombre en genograma, nuestro amor en un himno que nadie tuvo el placer de escuchar.
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