La escritora boliviana
Liliana Colanzi enseña literatura latinoamericana y escritura creativa en la Universidad de Cornell. Ganó el premio de literatura Aura Estrada, México, 2015 y fue seleccionada entre los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años por el Hay Festival, Bogotá39‐2017. En 2017 creó
Dum Dum editora en Bolivia.
Ha publicado los libros de cuentos "Vacaciones permanentes" y "Nuestro mundo muerto", y editó "La desobediencia. Antología de ensayo feminista". "Nuestro mundo muerto" fue traducido al inglés, italiano, francés, holandés y danés.
Bruno Montano ha tenido el placer de conversar con ella acerca de "
Ustedes brillan en lo oscuro", una recopilación de cuentos galardonada con el
Premio Ribera del Duero, en los que Liliana Colanzi crea espacios enrarecidos con una escritura enigmática y sensorial mientras explora magistralmente diversas formas de narrar el tiempo (
editorial Páginas de Espuma).
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Siempre que me enfrento a un libro de relatos intento buscar el denominador común entre ellos. No me gustan las colecciones de cuentos que son un cajón de sastre, de diferentes temas o diferentes épocas, mezclados por alguna razón de tipo editorial. Siempre busco el criterio, el patrón, el común denominador que les une.
- Liliana Colanzi (L.C.): Y me interesa saber cuál has encontrado, porque cada lector encuentra sus propias conexiones y eso me resulta interesante.
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B.M.: Pues a mí me ha dado una pista muy importante el koan zen del maestro Dōgen con el que introduces el libro. Siempre me parece muy interesante leer esas frases, yo creo que la gente normalmente no las lee pero pienso que las ponéis con una gran intención y las seleccionáis muy bien. En este caso creo que aquí está la clave, este koan zen implica una especie de paradoja temporal y me advierte dos cosas: en primer lugar, como sucede en cualquier koan, debo romper mi lógica habitual para meterme en otro tipo de lógica; en segundo lugar, que hay algún tipo de reflexión o conexión con el tiempo.
- L.C.: Muy bien.
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B.M.: Después de leer todos los cuentos, pienso que ese denominador común sería la tensión entre el tiempo psicológico, el tiempo humano, y otros tipos de tiempo. He anotado varios: el tiempo geológico de "La cueva"; el tiempo biológico que aparece en “Atomito” cuando hablas de la yareta, esa planta que tiene una biología especial que la hace perdurar miles de años; el tiempo atómico o radioactivo de “Atomito” y “
Ustedes brillan en la oscuridad”, que es el cuento que da título al libro y hace referencia al tiempo en el que permanece la radioactividad fija, comparado con la vida humana; el tiempo histórico en “La deuda”, por ejemplo, donde narra cómo la historia cambia a un pueblo próspero y lo transforma en un pueblo mísero; el tiempo mítico en “El camino angosto”, donde un sacerdote habla del tiempo del Señor, de un tiempo que no pasa. En cada uno de tus relatos tensionas el tiempo psicológico propio de las personas con el resto de tiempos que he citado.
- L.C.: Me alegra que te hayas fijado en el epígrafe, porque eres la segunda persona que me lo comenta, casi nadie se ha fijado en él. Efectivamente, en esta frase de Dōgen está contenida una paradoja temporal: cómo es posible que una montaña fluya. Desde el punto de vista humano, obviamente la montaña no se mueve, permanece inmóvil, pero eso es porque nuestra vida es corta. Si pudiéramos vivir y mirar a esa montaña a lo largo de cientos de años, podríamos ver cómo la montaña se mueve y, de hecho, en una escala temporal aún más grande, de miles o millones de años, podríamos ver cómo la montaña fluye.
El tiempo es una clave que vertebra a todos estos relatos y tú lo has notado muy bien, te has dado cuenta de que lo hace desde diferentes perspectivas: por un lado la vida de los desechos radioactivos, que los creamos ahora y los dejamos como legado para las próximas generaciones y van a durar cientos de años; por otro lado, en otro de los cuentos, hay una colonia religiosa que quiere negar el paso del tiempo, mantenerse anclada en ciertas tradiciones, rechazando cualquier influencia externa, así como el uso de la tecnología; también está el tiempo narrado, como los sucesos que transcurren en una cueva a lo largo de miles de años y que dan cuenta del paso de diferentes criaturas y también de sus mutaciones. Y por otro lado, hay un interés en proyectar el futuro en un cuento como “Atomito”, que crea un escenario andino con elementos futuristas. También está el tiempo de las ruinas en un cuento como “La deuda”, en el que el paisaje que rodea a las protagonistas es el paisaje de un pueblo devastado que conoció mejores épocas, que disfrutó de un gran esplendor y mucha riqueza, pero que está siendo devorado por la selva y la Historia ronda de manera fantasmagórica a las visitantes de aquel pueblo, digamos que trae una historia del pasado.
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B.M.: Entonces he acertado.
- L.C. [Risas] Sí, todo este rodeo para decirte que has acertado.
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B.M.: Haces una literatura no mimética, no realista; tus cuentos están basados en la realidad pero, a partir de un momento determinado, irrumpe la
ciencia ficción, lo fantástico o lo terrorífico. Y a mí me fascina buscar ese momento exacto en el que algo que parece real empieza a dejar de serlo por la intromisión de algo no tan real. Esa forma de provocar extrañamiento en la realidad formaría parte de tu poética, que consistiría en desfamiliarizar lo familiar, desnaturalizar lo natural para provocar extrañeza para, a partir de ahí, poder pensar de otra manera la realidad.
- L.C.: Solamente hay un cuento en este libro que no está narrado según las claves que tú mencionas, y es “Ustedes brillan en lo oscuro”, que es un cuento sobre un episodio radioactivo real ocurrido en Goiânia en 1987. Lo que pasa es que la radiación funciona de una manera tan brutal, con una fuerza tan impresionante y un poder de duración tan largo, con efectos que perduran durante tanto tiempo y causan tanta destrucción, que parecieran producto de una fuerza sobrenatural. Y en ese sentido, ese fue el único cuento que está narrado de forma realista.
Todos los demás se enmarcan en la ciencia ficción, como por ejemplo “Atomito” o “La cueva”, porque en ambos hay una imaginación del futuro. En el caso de “Atomito”, el elemento futurista es la presencia de un reactor nuclear en la ciudad de El Alto, que es un proyecto que no existe aún, pero que está en marcha. Yo planteo un escenario en el que el reactor nuclear está en funcionamiento y ha ocurrido una fuga radioactiva que está afectando a los habitantes, pero también estoy hablando en ese cuento de represión policial y represión militar hacia los ciudadanos, que es un elemento del presente. Eso es algo que no me he inventado, El Alto ha sido protagonista de muchas luchas políticas en las cuales se ha reprimido y criminalizado a muchos marchistas y protestantes. Es una manera de desplazada de hablar de lo político. Y en “La cueva” estoy imaginando un futuro dentro de miles de años en el que los seres humanos ya no existen, no sabemos por qué, sino que otro tipo de vida está presente.
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B.M.: Un tipo de vida minúscula, microscópica, que aparece al final, en "La cueva".
- L.C.: Sí, también me interesaba poner el foco en aquello que no se suele narrar, como por ejemplo la vida de los microbios, de los escarabajos, de los habitantes del subsuelo como los troglobios, de lo que existe bajo la tierra como los cristales gigantes de las minas mexicanas, y en ese sentido la literatura te ayuda a poner el ojo en aquello que generalmente permanece oculto.
En otros cuentos también hay presencias sobrenaturales, como un diablo amazónico en “Los ojos más verdes”, que es capaz de concederte el deseo que pida tu corazón. En este cuento me planteé cuál es el diablo de esta niña latinoamericana de 10 años y era su deseo de blanqueamiento, su deseo de apartarse de sus orígenes bolivianos e identificarse con un origen europeo, que está relacionado con el lugar del que proviene el padre y que es también un comentario político sobre la autonegación, sobre el rechazo al origen propio mestizo en favor de un origen europeo. O por ejemplo, en “El camino angosto”, imagino una colonia en la que sus miembros no pueden salir por motivos religiosos, por imposiciones del reverendo que lidera este espacio, e imagino una barrera magnética que impide sobre todas las mujeres el dejar la colonia. Y esta es una manera desplazada de hablar sobre los efectos de las creencias religiosas extremas por un lado, de teocracias, y del control sobre el cuerpo de las mujeres por otro. Los modos de irrealidad son una forma de desplazada de hablar de lo político.
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B.M.: Los que practicáis este tipo de literatura no necesitáis la legitimación de la realidad, porque os basta con vuestro proyecto estético autónomo de la realidad.
- L.C.: Yo comencé escribiendo un libro de cuentos realista pero me sucedió que, al intentar escribir los cuentos del segundo libro, sentía en mí como una incapacidad de narrar lo real de una forma directa. Mi escritura me sonaba falsa, la letra me salía muerta, y no fue hasta que introduje un elemento de distorsión en uno de los cuentos que sentí que había una veta allí que me permitía hablar de la realidad de una manera incluso más certera, más verdadera y más lúcida que a través del realismo. Y esa es la manera en la que entiendo la escritura: tratar de capturar esa imagen, esa fisura, esa grieta por la que se cuela aquello que no podemos ver en la vida real y de lo que no podemos hablar, como lo que el mundo de lo onírico revela, o la irrupción de lo fantástico, o la distorsión de la ciencia ficción.
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B.M.: Eso es lo que iba a preguntarte ahora, porque te he oído decir que en el origen de cada uno de tus cuentos hay una imagen que te resulta misteriosa y que exploras a través del cuento. Me imagino que por eso es tan importante para ti lo onírico o lo inconsciente.
- L.C.: Sin duda la manera en cómo se cristaliza un cuento para mí es a través de una imagen que se me presenta y que necesito explorar para saber hacia dónde me lleva, a qué caminos me conduce. Por ejemplo, en “Ustedes brillan en lo oscuro”, había dos imágenes que me inquietaban de esta historia, que además parten de hechos reales. Una es la imagen de una luz incandescente, azul, enigmática, irresistible, que está brotando desde la oscuridad, una luz en la que está cifrada la muerte y la destrucción pero, sin embargo, su apariencia es bella. Ese contraste se me hacía muy evocativo. Y por otro lado, pensar que en este momento existe un cementerio radioactivo nuclear en las afueras de Goiânia en el que hay cientos de contenedores con pertenencias de cientos de ciudadanos que un día salieron de sus casas pensando que iban a volver, que no pudieron llevarse una fotografía, una prenda de vestir ni ningún objeto personal y que no volvieron más a sus casas. Toda la memoria de las víctimas de la radiación está sepultada en este espacio, en un lugar que va a ser tóxico durante los próximos 300 años. Pensar en los contenedores, en los juguetes, en las fotografías, en los platos, en los escombros de tanta gente que fue directamente afectada por este incidente a mí me creaba la atmósfera del relato. Para crear ese cuento partí de estas dos imágenes.
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B.M.: Este cuento me hizo pensar sobre todo en lo que comentabas tú al principio, en cómo la belleza, que es lo que atrae a los chatarreros, luego les provoca la muerte. Y me ha recordado a un verso de las “
Elegías de Duino” de
Rilke, que dice que lo bello no es nada más que el comienzo de lo terrible.
- L.C.: Exacto.
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B.M.: En ese caso, esa belleza que los seduce es la que los mata.
- L.C.: Y esa paradoja es terrible, es durísima. Y para “Atomito”, por ejemplo, la imagen que gatilló el cuento es una imagen encontrada en Youtube. Una imagen que es parte de la propaganda del Gobierno boliviano para informar a la población sobre las ventajas del proyecto del reactor nuclear y se trata de un niño con una capa azul, un “Supermanito”, con una voz muy chillona, que habla de los beneficios que va a traer la construcción del reactor nuclear. Y hay algo inquietante y siniestro en este pequeño personaje feliz que, sin embargo, está enseñando un proyecto en el que la radioactividad es la protagonista y que, si algo sale mal en algún punto, los resultados pueden ser desastrosos y devastadores. Esta paradoja me resultó evocativa.
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B.M.: Esa mixtura indígena-europea de la que hablabas antes también se hace muy evidente en el lenguaje, hay una especie de extrañamiento a través del lenguaje. Aparecen varios nombres que mezclan lo aymara y lo europeo. Hay incluso una serie de insultos, mitad en aymara y mitad en español. En el propio lenguaje del cuento has transmitido también esa mixtura. Me recuerda un poco al lema de tu editorial,
Dum Dum editora, que dice: “Tenemos un pie en la selva y otro en Marte. Miramos al pasado para escuchar el futuro". Es decir, una doble mixtura entre pasado y presente, y también entre culturas.
- L.C.: Sí. Cuando se tradujo al inglés mi anterior libro de cuentos la traductora y el editor me preguntaban si me interesaba incluir un glosario de palabras para el lector que no estuviera familiarizado con esos términos. Para esta edición también me preguntaron si quería marcar esas palabras con itálicas.
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B.M.: O poner unas notas al pie. Yo he tenido que buscar muchos términos.
- L.C.: Claro. Sin embargo, remarcarlas de esa forma es señalar una distancia con esos términos que yo no tengo, son parte del lugar del que yo vengo, de la realidad en la que me he criado, en la que he crecido. Entonces para mí no existe aquella desfamiliarización y no quería que se estableciera esa fractura, que es una fractura que yo misma no vivo, señalando estas palabras en itálicas o incluyendo un glosario.
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B.M.: Una última pregunta. Hablaba antes de tu proyecto editorial,
Dum Dum Editora. ¿Tu tarea como editora, de alguna forma, condiciona tu manera de escribir? ¿Escribes lo que a ti te gustaría publicar?
- L.C.: Más bien publico lo que a mí me gustaría escribir. [Risas]. Aprendo muchísimo de los autores y autoras que publico y establezco un diálogo con ellos en mi propia escritura.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Liliana Colanzi el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la editorial
Páginas de Espuma el haber hecho posible este encuentro.