José María Merino nació en La Coruña, es Hijo Adoptivo de León y vive en Madrid. Miembro de la Real Academia Española, es autor de poesía, novela, cuento, minicuento y ensayo. Entre otros premios, ha obtenido el Nacional de Literatura, el Nacional de la Crítica, el Nacional de Literatura Juvenil y el Castilla y León de las Letras, así como el Miguel Delibes, el Ramón Gómez de la Serna, el Gonzalo Torrente Ballester y el Salambó.
Entre su extensa obra se encuentran títulos como “Novela de Andrés Choz”, “La orilla oscura”, “Las Mascotas del Mundo Transparente “, “Aventuras e invenciones del profesor Souto”, “Noticias del Antropoceno “, “El río del Edén “.
Bruno Montano tiene el placer de entrevistarle para
Trabalibros con motivo de su participación en el Golem Fest Valencia de 2024 sobre su última obra titulada “
Yo y yo en breve”, “un artefacto literario genial, al modo de las muñecas rusas, en el que las ficciones encierran ficciones que además hablan unas con otras y comparten personajes o situaciones. Combinando el humor, la sorpresa y la inquietud ante lo desconocido, todos ellos giran en torno a temas tan sugerentes como la identidad, el doble, la frontera entre la vigilia y el sueño, las realidades paralelas o la inteligencia artificial” (editorial
Alfaguara).
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Tengo una teoría sobre el origen de tu literatura, creo que surge como una reacción a tu extrañamiento básico ante tu propia identidad y ante la realidad. El primero te hace preguntarte "quién soy yo" y el segundo "qué es eso". A partir de ahí desarrollas un campo literario que está enervado por cuatro tensiones principales: la tensión ficción-verdad, la tensión locura-cordura, la tensión sueño-vigilia y la tensión memoria-olvido.
- José María Merino (J.M.): Me parece formidable esa mirada tuya, porque me descubre cosas que, aunque ya conocía, no las había organizado de un modo racional. Es que, con los años, cada vez siento más extrañeza frente a lo que soy y sobre todo frente a la realidad que nos rodea. Y además, cuando se habla de lo fantástico no se habla de algo ajeno. Nuestra condición es fantástica. Venimos de unos seres de hace millones de años, vamos evolucionando y multiplicándonos, estamos aquí, desapareceremos. ¿Qué somos? ¿Qué hacemos aquí? Eso no lo entenderé nunca. ¿Por qué estamos aquí? Puedes entrar en justificaciones religiosas, pero esos siempre son modos de intentar entender algo que me parece absolutamente inescrutable. Ese siempre es un tema que me ha estimulado a la hora de escribir. El tema del doble siempre me asombra. Para empezar, todos nosotros tenemos simetría bilateral. Además, nos dividimos entre machos y hembras para poder reproducirnos. El doble aparece en nuestra propia constitución, somos dos sexos, tenemos dos partes del cuerpo.
- B.M.: Y dos “yoes”.
- J.M.: Sí, dos “yoes”. Eso me ha resultado siempre muy estimulante. No lo he investigado desde el punto de vista científico ni filosófico, pero lo he tratado desde el punto de vista literario, es el tema que más me interesa.
- B.M.: Por eso tu literatura está llena de juegos especulares, de dualidades, de suplantaciones, de alter egos como
Souto… en definitiva de la “sombra”, eso que tú llamas “lo oscuramente humano”. Esa simetría bilateral de la que hablas también sería psicológica: está el yo y la parte más oscura del yo, esa parte inconsciente, atávica, arquetípica, onírica.
- J.M.: Esa parte que también tiene que ver con el sueño. Es curioso cómo ya hemos dejado de estudiar los sueños, los grandes estudiosos como Freud o Jung han desaparecido del mapa. Pero el sueño está en nuestra naturaleza y posiblemente el lenguaje viene del sueño, de la intención de hablar de ese sueño y de analizarlo. Seguramente esas son las primeras ficciones que hemos tenido. Hay una especie de menosprecio hacia la ficción con la idea de que la inventamos un día; no es así, está en nuestra propia naturaleza, en nuestro interior. Somos lo que somos, porque somos también la ficción que imaginamos de nosotros mismos.
- B.M.: Además, como dice
Souto, la ficción nos creó a nosotros, no nosotros a la ficción.
- J.M.: Estoy totalmente de acuerdo con el profesor Souto, es la ficción la que empieza a desarrollar nuestra imaginación, es falsa la idea que tenemos de que inventamos la ficción.
- B.M.: En el cuento “Insomnio familiar fatal” de tu libro “
Yo y yo en breve” hay una reflexión interesante con respecto al sueño: “La ficción es una forma de sueño racionalizada”. Viene a decir lo mismo que
Borges, cuando dijo que la literatura es un sueño dirigido.
- J.M.: A mí me parece que es así. La ficción, por un lado, tiene la intención de descifrar los misterios de la realidad y, por otro lado, es un intento de convertir algo que soñamos involuntariamente en un sueño voluntario. Es una especie de sueño organizado.
- B.M.: El otro gran tema fundamental de tu literatura sería la realidad y su conexión con la ficción. Tú exploras esta conexión analizando lo fantástico, lo raro, lo inverosímil, lo desasosegante. Te declaras "cronista de lo inquietante", de lo extraño, de lo insólito. Al prestar la "mirada" adecuada sobre la realidad, aparece esa fisura por la que se cuela lo extraño.
- J.M.: Pero es que la realidad está hecha de esa materia. A mí me pasan cosas raras, no sé si le pasa a todo el mundo, Pero yo lo raro lo veo como un producto natural del mundo en el que vivimos. Para empezar, es muy raro que estemos tú y yo aquí, después de la deriva de reproducciones que ha habido durante millones de años. Eso es rarísimo, eso es la realidad.
- B.M.: Es un puro azar genético y probabilístico.
- J.M.: Sí, pero es que, por ejemplo, el otro día me pasó una cosa curiosa. Me disponía a viajar a Palencia en tren cuando no me dejaban subir porque me aseguraban que yo ya había subido, me decían que ya había pasado otro Merino con mi mismo billete. Cuando enseñé mi DNI y comprobaron que el billete coincidía con el mío, me dejaron pasar. Pero, al parecer, había entrado otro José María Merino con un billete como el mío.
- B.M.: En el mismo momento y en el mismo lugar. Estadísticamente, ¿cuál es la probabilidad de que eso suceda?
- J.M.: Y además que alguien se aprovechase de mi propio billete, si no era mi doble, y que me pase eso a mí, que estoy especialmente interesado en el tema del doble. Eso es totalmente cierto y así es la realidad, está cargada de esas cosas extrañas, absurdas.
- B.M.: Si miras detenidamente acabas viendo lo raro que es todo.
- J.M.: Yo tengo esa idea: todo es raro.
- B.M.: Tu
alter ego literario, el profesor Souto, dice que la realidad no necesita ser verosímil, mientras que la ficción sí necesita serlo. Esto me ha recordado una frase de
Mark Twain que dice así: “La verdad es más extraña que la ficción, pero es porque la ficción está obligada a atenerse a las posibilidades; la realidad no”.
- J.M.: No conocía esa cita, pero me parece perfecta, eso mismo pienso yo. En la realidad puede ocurrir cualquier cosa que, como es real, hay que aceptarla. Sin embargo en la ficción no, porque la estás escribiendo tú y tienes que hacer que yo me la crea, que suspenda mi incredulidad para aceptarla. Y si lo que has escrito no está bien desarrollado no va a resultar creíble.
- B.M.: Si la ficción no está bien armada, ese pacto que se le pide al lector de suspender la incredulidad es más difícil.
- J.M.: Claro. Sin embargo, en la realidad puede pasar cualquier cosa. Fíjate en el terrible suceso de la Dana que se ha producido recientemente. ¿Quién se podía imaginar las imágenes que hemos visto? Pilas de coches unos encima de otros, formando barrera, algo terrible… Si alguien lo hubiera escrito, no habría resultado verosímil, lo habríamos visto como una exageración, como algo prácticamente imposible.
- B.M.: La realidad se produce y no se atiene a lógicas. Casualidad, causalidad, azar…
- J.M.: Así es. Si piensas en todo este desastre absoluto de la Dana te parece una ficción hecha con idea maligna, te parece mentira que puedan coincidir tantas cosas distintas para que se dé una catástrofe, pero es que en la realidad puede coincidir todo.
- B.M.: Volviendo al tema del doble, el título de tu último libro es muy significativo: “
Yo y yo en breve”. En él has recopilado 76 cuentos repartidos en 51 mini cuentos y 25 cuentos, de ellos 72 son inéditos y 4 se habían publicado anteriormente. Resulta curioso que en la introducción el compilador dice que no los ha compilado siguiendo ningún orden cronológico, temático ni conceptual, sino por naturalidad, escogiéndolos porque hay un cierto aire de familia entre ellos, una afinidad natural.
- J.M.: Bueno, es que el taller en el cual se produjeron tenía el mismo tiempo aunque también esa diferencia temática y yo quería mantener el espíritu del taller, como el compilador. Han sido escogidos en base a afinidades electivas entre ellos, yo respeto lo que diga el compilador.
- B.M.: Me han parecido muy interesantes las notas del compilador al final de cada cuento. Las interpreto como una especie de coda en la que alumbras el sentido del cuento o una idea principal del mismo. Es una forma de redondearlo.
- J.M.: Cuando el compilador hizo eso a mí me pareció que estaba bien pensado porque así le das una vuelta de tuerca al cuento, lo comunicas con otras cosas, de pronto le haces un halago justificado a Unamuno, o explicas lo que dijo tu mujer de verdad sobre que ese cuento ya lo habías escrito. Me pareció aceptable.
- B.M.: Ahora que hablas de tu mujer, en tus cuentos hay muchas auto referencias. Aparece tu mujer, aparece tu hija, aparece tu nieta, aparece tu tía, aparece Souto que ya es como de la familia… ¿Te gusta mezclar personajes de ficción con personajes reales de tu entorno más cercano?
- J.M.: Pues no lo había hecho nunca, pero esta vez parece que había dado tanto la lata con el curso que ya no había más remedio que meter a todo el mundo para reflejar lo que fue el taller. Además lo que cuento es verdad, mi mujer Mari Carmen es mi primera lectora y a veces, cuando me dice que ese cuento ya lo he escrito, es verdad también.
- B.M.: A la
profesora Ángeles Encinar, una de las mejores conocedoras de tu obra, también la has metido en algún cuento.
- J.M.: Hombre, claro.
- B.M.: Una cosa que me interesa mucho de tu literatura es la metaliteratura y la reflexión literaria que está diluida en casi toda tu obra. Aunque tienes libros de ensayo literario, como “
Ficción perpetua” o “
Fulgores de ficción”, también hay reflexión literaria en toda tu obra: en los cuentos, en la poesía, en las novelas. A mí me gusta mucho la literatura que reflexiona sobre sí misma.
- J.M.: Me alegro, porque yo creo que la ficción es lo constitutivo del Homo sapiens. Aunque haya cierto menosprecio o un desconocimiento hacia la ficción, el Homo sapiens empieza inventando ficciones. Por ejemplo, los sueños son importantísimos, como comentábamos antes. Desde el principio la gente intentó contar sus sueños y, para hacerlo, necesitamos cada vez un lenguaje más articulado, más refinado, necesitamos inventar modos de explicar los colores, los olores, los sonidos. Yo creo que el sueño tiene mucho que ver con el desarrollo de la formulación de nuestro lenguaje y, con ello, el enriquecimiento de nuestra inteligencia, Y, desde luego, tiene mucho que ver también la ficción, porque la ficción es paralela al sueño, es un sueño controlado.
- B.M.: Y los sueños están narrados ficcionalmente. Cuando tú recuperas un sueño es siempre una historia, tienen narratividad.
- J.M.: Claro, en el sueño ya hay una ficción natural, por así decirlo.
- B.M.: El sueño ya nace como narración. A partir de esos materiales inconscientes, cuando se vuelca a la consciencia ya se vuelca narrado.
- J.M.: Sí, haciendo el cuento de lo que has soñado.
- B.M.: También me gustan mucho tus "personajes comunicantes", transversales y recurrentes a lo largo de todos los cuentos. En 1990 aparece Souto en uno de tus cuentos ("Palabras del mundo") y desde entonces no ha dejado de reaparecer. De alguna manera, la recurrencia de personajes como
Souto, su ayudante
Celina o
Andrés Choz es como un calambre que recorre tu obra. Van apareciendo y desapareciendo, adquiriendo entidad de columna vertebral.
- J.M.: La primera novela que publiqué se titulaba “Novela de Andrés Choz”, que tiene una historia metaliteraria, la historia de Andrés Choz, que escribe una novela, donde el protagonista es un extraterrestre convertido en un perro que acaba queriendo morir a causa de su convivencia con los humanos, que le horrorizan. Ese juego metaliterario está en mi obra siempre. El profesor Souto nace de un lingüista verdadero que yo metí en un libro, el profesor Granda. Yo no sabía que existía el profesor Granda en la realidad hasta que alguien me lo dijo. A causa de eso decidí cambiarlo por otro al que llamé el profesor Souto y adquirió personalidad hasta el punto de que yo creo que existía de verdad y que él pensaba que yo le había sustituido por el profesor Granda. Y desde entonces se me aparece Souto y me dice: ese cuento es mío, Merino.
- B.M.: Aparece cuando él quiere.
- J.M.: Cuando quiere. Y por eso sigo teniendo con él mucha relación ficticia.
- B.M.: Sois íntimos.
- J.M.: Ya lo creo [Risas].
- B.M.: Al leer este libro de cuentos da la impresión de que te lo pasas muy bien escribiéndolos. Además de la ironía y el humor que desprenden sobre todo los mini cuentos, todos ellos transmiten alegría por parte del que los escribe y la idea de juego, de divertimento.
- J.M.: Es verdad. Si no me lo pasase bien, ¿qué diablos hacía yo escribiendo? Escribir es también una manera de desarrollar un modo gozoso de comunicarte con la realidad. Yo me comunico ahora con la realidad a través de lo que veo de ella, de lo que acepto, de lo que llega, pero también de lo que yo aporto a la realidad. Ya sé que eso no tiene ninguna importancia, porque es mío y es efímero, pero la verdad es que me lo paso muy bien, si no no escribiría. Yo escribo porque me lo paso bien, porque me encanta escribir.
- B.M.: Se nota que tus libros han sido escritos con espíritu hedónico.
- J.M.: Sí, a mí me gusta. A mí me sorprende, por ejemplo, que para escribir la obra literaria más majestuosa en la historia de la humanidad como es “El Quijote de la Mancha”, Cervantes tuviese que emplear los tres años que le quedaban de vida escribiendo algo para demostrar que la primera parte de ese Quijote era suya y que esa segunda parte que apareció de la mano de Avellaneda era una falsedad y que nunca pudiese imaginar que su obra iba a convertirse en el paradigma de la escritura. Eso me da una pena tremenda.
- B.M.: Aunque, probablemente, sin el Avellaneda no habría escrito la segunda parte.
- J.M.: Ahí está. Todo es tan terriblemente duro y azaroso, casi propio de la ficción dura. Si no hubiese existido Avellaneda, Miguel de Cervantes no se habría sentido obligado a escribir la segunda parte para reivindicar su autoría. Es sorprendente. Esa historia tan dura y al mismo tiempo tan imaginativa, tan ficcional, es un paradigma de lo que es la literatura. Así que a mí me encanta escribir, no es que se sueñe con ser Cervantes, porque desde luego si yo fuera Cervantes sufriría una historia dolorosísima. El pobre Cervantes que vivió de la manera que vivió, que murió enfermo de diabetes y necesitó ayuda de gente, y resulta que escribió el libro más majestuoso de la historia, que ha dado tanta riqueza a tanta gente.
- B.M.: Algo que observo en muchos de tus libros -en este también- es ese gusto tuyo por aportar al texto imágenes, iluminaciones, iconografía varia.
- J.M.: A mí me encanta la imprenta, sigo pensando que este artefacto al que llamamos libro es uno de los grandes artilugios que inventó la humanidad y me parece una barbaridad que haya gente que piense que el libro está en decadencia y que esto es algo efímero, quien piense eso está loco. La imprenta, que vino de China y que nosotros empezamos a utilizar, hizo que pudiéramos construir estos artefactos. Tú lo abres y empieza a funcionar, lo cierras y deja de funcionar; la energía se la aportas tú, no lo tienes que enchufar a ningún sitio… Esto es un aparato modernísimo, sigue siendo moderno, y si lo perdemos no sé qué será del Homo sapiens.
- B.M.: Nos convertiremos en lo que tú llamas "Homo necius".
- J.M.: Nos convertiremos en Homo necius, yo estoy convencido. La relación con la palabra escrita, el poder entrar a través del libro en otro territorio, que es entrar en otro tiempo también… perder eso sería retroceder. Y en sucesivos análisis que están haciendo se observa que la inteligencia humana está bajando. Yo no sé hacia dónde vamos.
- B.M.: Ese es otro tema recurrente en este libro, lo que tú calificas de "ficción científica". En varios cuentos hablas de la inteligencia artificial, del Chat GPT, un tema que también te interesa.
- J.M.: Sí, me interesa muchísimo, porque yo con los años me he hecho menos optimista de lo que era en los 70-80. En aquel entonces veía un futuro mejor, ahora tiendo a ser más pesimista. Pero creo que si la inteligencia artificial consigue ser consciente de sí misma -y un amigo científico me asegura que esto ocurrirá en pocos años- el día que lo consiga pienso que no será malo para la humanidad, pero nos pondrá en nuestro sitio. No nos obedecerá como queremos, pero al no tener pasiones ni emociones podrá darnos una mirada objetiva. ¿Esto pertenece a la ficción? Yo creo que no, que puede ser realidad.
- B.M.: Para acabar, en un momento dado afirmas que nuestra verdadera sustancia es el lenguaje y que en la actualidad hay un empobrecimiento del mismo. ¿El empobrecimiento del lenguaje conlleva un empobrecimiento de nuestra identidad como personas?
- J.M.: Sin duda. Como no haya por parte de las familias o del sistema escolar una conciencia de que es necesario leer cuentos, novelas, y de que eso forma parte de nuestra inteligencia, vamos a ir a la decadencia. Estoy convencido. Creo que estamos atravesando un momento muy difícil en todo. Y no digamos ahora, con este renacimiento de los bombardeos… estamos locos. A lo mejor el Homo sapiens no es tan sapiens como cree ser.
Desde
Trabalibros agradecemos a
José María Merino el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Del mismo modo, agradecemos a la organización del
Golem Fest Valencia el haber hecho posible este encuentro.