El historietista catalán
Aleix Saló ha publicado viñetas en distintos medios, entre los que se encuentra El Jueves, Avui, Público y ADN. Es autor, entre otros muchos trabajos, de los libros "Fills del 80: La generació Bombolla", "
Españistán. Este país se va a la mierda" y "
Simiocracia: Crónica de la gran resaca económica". Sus dos últimas obras están centradas en los graves problemas económicos actuales, sobre los que el autor reflexiona haciendo uso de la ironía y el humor mordaz. Sus libros han alcanzado gran popularidad, potenciados en gran parte por el éxito de los cortometrajes de animación que elaboró y colgó en internet.
Bruno Montano de
Trabalibros tuvo la ocasión de entrevistar a
Aleix Saló sobre su última obra "
Europesadilla. Alguien se ha comido a la clase media" (editorial Debolsillo), un libro en el que texto e imágenes se asocian para ofrecer una visión crítica y sin censuras de la terrorífica situación que atraviesa la clase media y los condicionantes que rodean a la Unión Europea, "un territorio salvaje e indómito en el que ni Dios sabe por dónde van los tiros".
Bruno Montano,
Trabalibros (
B.M.): En "
Europesadilla" has escrito una fábula sobre la construcción de la unión y la identidad europea y lo has hecho mezclando el miniensayo y la viñeta de opinión con toques irónicos y satíricos. Además de divertir, ¿también tenías una cierta intención docente o didáctica?
Aleix Saló (A.S.): Sí, completamente. La parte didáctica de mi trabajo, que empezó siendo más secundaria dentro de la sátira, ha ido tomando mucho protagonismo. Por el momento en el que estamos viviendo y un poco también porque vi que la gente lo valoraba muchísimo y eso también me obliga a ir tomándomelo más en serio. Lo que antes era una sátira más descarnada se va volviendo un humor más sutil, más fino, más irónico.
B.M.: Tú te defines a ti mismo como viñetista o historietista que utiliza el dibujo como medio para contar historias, con un estilo más forjado por lo audiovisual que por lo literario. Pero, sin embargo, en "
Europesadilla" hay una considerable cantidad de texto y un notable esfuerzo de documentación histórica, política y económica. ¿A qué se debe que en esta ocasión haya una presencia tan importante de texto?
A.S.: Guardo poco respeto por los formatos. Intento poner el formato al servicio del contenido y, en este sentido, yo me planteé el proyecto con una serie de preguntas sobre las que yo quería indagar; no sé si resolver, pero al menos indagar. Una era, evidentemente, la construcción de la Unión Europea pero, más allá de eso, qué significaba la propia Europa: cuándo empezó Europa, cuándo empezamos a sentirnos europeos (si es que alguna vez nos habíamos sentido europeos) y qué papel tiene Europa, tuvo y tendrá en el mundo. Luego, a partir de aquí, el texto y el dibujo se fueron construyendo sobre la marcha y, evidentemente, hubo muchos conceptos que exigieron mucho más texto para poder entrar en materia y, sobre todo, en matiz. Porque una de las cosas a la que cada vez tengo más respeto es a no incurrir en simplicidades. Es muy común, cuando uno hace sátira, resolver cualquier concepto con un brochazo gordo y la realidad siempre se escapa a los simplismos.
B.M.: Esto se nota sobre todo en las definiciones de tipo económico, que requieren de una mínima explicación conceptual para ser comprendidas.
A.S.: Sí, claro, pero aun así está muy, muy resumido, porque hablar de políticas monetarias y de bancos centrales seguramente exigiría mucho más volumen y mucho más texto. Sin embargo yo, sin pretender ser un punto y final en la documentación del lector, me gustaría ser un punto de inicio.
B.M.: Tu libro puede servir como puente hacia otros textos más complejos, despertando inquietudes de tipo histórico, económico o político para luego ir a beber a otras fuentes. Citas algunas de ellas: el libro de "
No logo" de
Naomi Klein, o el libro de "
Por qué fracasan los países" de Acemoglu y Robinson.
A.S.: Exacto. Yo hago un poco de puente, un poco como un profesor de secundaria.
B.M.: Algunas personas pueden descubrir "
No logo", por ejemplo, a través de tu libro e ir a buscarlo.
A.S.: Eso me encantaría.
B.M.: Hay una figura clave en tu libro que me gustaría que matizaras. Es un ente un poco particular al que llamas "
vampirus ibéricus" que me ha parecido muy curioso. Explícame.
A.S.: Dentro de los diversos monstruos que pueblan ahora mismo Europa, uno de ellos para mí es lo que yo llamo "vampirus ibéricus" o el vampiro en general, que es una traducción para el "mainstream" o para el gran público del concepto popularizado por Robinson y Acemoglu en su ensayo "Por qué fracasan los países". Él hablaba de "élites extractivas", estas élites, tanto públicas como privadas, que tienden a monopolizar los recursos de un país y tienden a condenarlo a recesiones muy largas porque no redistribuyen la riqueza. Y es más, todas sus acciones políticas van encaminadas a perpetuarse en el poder. Eso convierte al Estado en garante de privilegios más que en derechos, desgraciadamente. Y, sinceramente, creo que los problemas del Sur de Europa, aunque la corrupción está presente en cualquier país del mundo, en estos lugares estas élites que estaban muy bien acomodadas están viendo en peligro su sitio de privilegio y de influencia porque el propio Estado se ve obligado a rediseñarse para adaptarse a este mercado global que cada vez es más agresivo. Y estamos viendo muy claramente cómo están optando sin ningún reparo por recortar antes en educación y en sanidad que en muchos otros estamentos absolutamente inútiles pero que, en cambio, sirven para tener contenta a esta red de clientela.
B.M.: Instituciones escasamente funcionales que en realidad son focos de
clientelismo.
A.S.: Claro, porque cuando llega Merkel y le dice al señor Rajoy, o al Estado español, o al que sea "usted debe gastar menos" entran en pánico porque, aunque el gobierno que está en cabeza sí decida que hay que reducir, como estas órdenes van filtrándose hacia abajo, una vez llegan a según qué estamentos de Diputación, o provinciales, o locales, es prácticamente como pedir a un Alcalde que despida a su mujer o despida a su cuñado, porque eso son las redes clientelares.
B.M.: El
clientelismo supone contentar y premiar a los tuyos con colocaciones públicas.
A.S.: Exacto, más que nada porque tu propio puesto depende de esos apoyos.
B.M.: Afirmas que la
Eurozona nació como un auténtico Frankenstein monetario, resultado de la unión de mercados económicos totalmente dispares y que su diseño erróneo ha acabado tragándose a la
clase media. ¿Crees que fue un error la unidad monetaria? ¿Eres euroescéptico?
A.S.: El euro no es ni bueno ni malo, depende de cómo lo gestiones. Yo suelo decir que es como un cuchillo, si lo utilizas bien puede ser una herramienta muy útil pero si lo utilizas mal te puedes cortar, y esto es lo que nos está ocurriendo. Creo que el euro es fruto de una unión económica muy ambiciosa pero, en cambio, lastra una unión política que en comparación es muy débil. Es decir, tenemos un Banco Central muy poderoso, pero en cambio tenemos un Parlamento y una Comisión muy débiles, que aun están sujetos a los vetos y a las decisiones de los Estados. Ese vacío de poder es el que permite a Merkel, en este caso del Estado que más dinero aporta que es Alemania, poder imponer sus políticas más allá de sus fronteras. Y genera disfuncionalidades, enquistamiento de problemas que nunca llegan a atacarse o a resolverse como Dios manda y, en este caso, lo que necesitaría el euro es acabar de consolidarse con su correspondiente unión bancaria, con su correspondiente supervisor bancario a nivel europeo (que aun no existe), con su correspondiente emisión de bonos europeos (es decir, funcionar ya como una unión confederal), o desaparecer. Pero este punto medio en el que estamos ahora mismo tan sólo nos traerá problemas, creo yo.
B.M.: Por eso a pesar de que hay una unión política, una unión económica, financiera y comercial, sigue habiendo un abismo entre la
Europa del Norte y la
Europa del Sur.
A.S.: Sí, totalmente.
B.M.: ¿De qué manera se podrían reconciliar estas dos almas de
Europa de las que tú hablas, "angelamerkizando" el Sur? ¿De alguna manera los meridionales nos haremos pragmáticos, eficaces, super competitivos? ¿Es esa la solución?
A.S.: Algo ya nos estamos haciendo, por propia obligación de las circunstancias. El problema es que no puedes exigir a un país que sea otro, es decir, al final la cultura política de un país siempre es producto de una forma de ser, de una forma de vivir que no se puede cambiar de un día para otro. La propia Alemania se está beneficiando de un proceso de reestructuración que lleva haciendo desde hace décadas. No puedes exigir a los Estados del Sur que ejecuten esas mismas reformas en cinco años, eso es una quimera. En todo caso, también te diré que estaría bien que el Norte se insuflara de muchas de las ventajas que tenemos en el Sur. Por ejemplo, habiendo el paro que hay, tenemos una solidaridad y una cultura de red familiar muy sólida. Eso se está viendo ahora y es algo de lo que nos tenemos que enorgullecer.
B.M.: Sí. En vez de crear un modelo económico que pretenda ser válido para todo el mundo tal vez se deberían de crear diferentes modelos económicos según la idiosincrasia propia de cada país.
A.S.: La tercera opción que ha surgido hace relativamente poco en la Comisión Europea, tal como me comentaba algún funcionario de Bruselas cuando fui a documentarme, es que entre los dos supuestos extremos (acabar de consolidar el euro o romperlo) estaba tomando cuerpo una vía de en medio que cada vez tenía más adeptos, se trataba de dividir el euro en dos partes: un euro adaptado a las economías exportadoras y ahorradoras del Norte y un euro un poco más devaluado que podría ayudar a las economías menos exportadoras y menos ahorradoras del Sur. Siempre se ha echado mano de las devaluaciones puntuales de la peseta, la lira y el dracma y el gran problema es que ahora no pueden obtener esa savia rápida.
B.M.: Eso mejoraba las exportaciones de estos países y se recuperaban un poco.
A.S.: Exacto.
B.M.: Privándonos de las devaluaciones temporales nos han quitado una herramienta importante. ¿Se habla de eso en el
Parlamento europeo?
A.S.: No se habla aun en el Parlamento, de hecho el problema también aquí es la descoordinación entre Parlamento y Comisión y el entrometimiento del Consejo de la Unión Europea, que son los representantes ministeriales de cada Estado y son los que vetan constantemente las iniciativas del Parlamento. En este sentido, tampoco parece que a corto plazo vayan a dar más competencias al Parlamento. Es decir, los Estados están respondiendo a la crisis blindando aun más sus competencias y, es más, exigieron reducir el presupuesto de la Comunidad Europea para el siguiente cuatrienio. Al final se redujo un poquito menos de lo exigido pero, aun así, esto va para largo, desgraciadamente.
B.M.: ¿Crees que el mercado libre y global puede acabar con los estados del bienestar que hemos tardado 200 años en consolidar?
A.S.: Lo que está claro es que está obligando a rediseñarse y, aunque sí hay Estados como Alemania donde ya existía un germen de Estado del bienestar en la época de Otto von Bismarck en el siglo XIX, también es cierto que en los Estados del Sur el conocido como Estado del bienestar es relativamente reciente. Sí que había una figura de un Estado muy intervencionista, como en la época franquista, pero tampoco lo hacía muy redistribuidor de la riqueza precisamente, más allá de una Seguridad Social que creó Franco. Pero este modelo europeo está obligado a redefinirse.
B.M.: Hay una cosa que me ha asustado un poco, cuando hablas en tu libro del P
uerto del Pireo y de su explotación por una empresa china. Según cuentas, parece que la dictadura global de las élites empresariales europeas puede ser sustituida por una dictadura global de las élites empresariales asiáticas, pudiendo convertirnos así en mano de obra barata para China, la India o para cualquier Estado emergente.
A.S.: Bueno, ellos también lo han sido para nosotros y no parecía molestarnos mucho. A mí el caso del Puerto del Pireo me pareció un caso esclarecedor y, sobre todo, paradigmático del nuevo escenario al que nos estamos enfrentando. China contratando mano de obra barata europea para invertir aquí.
B.M.: Lo que hemos hecho nosotros durante muchos años lo empiezan a hacer ahora ellos, los antiguos explotados.
A.S.: Digamos que, en este caso, si se puede hablar de igualdad, nunca la competición entre países ha sido tan igualada. Lo que tampoco podemos pretender es ser siempre unos privilegiados por encima de Asia. De hecho, ellos están mejorando y nosotros estamos empeorando, estamos igualando las reglas del juego.
B.M.: De hecho, ya tienen edificios mucho más altos que los nuestros. "
Europesadilla" acaba con la metáfora de los edificios: al principio ellos empezaban con edificios más altos, luego nosotros les superábamos y ahora son ellos los que vuelven a superarnos.
A.S.: Y esto suele tener paralelismo con las hegemonías de cada continente, curiosamente. Yo no sé si somos hegemónicos como, por ejemplo, el caso de los Estados Unidos, lo que está claro es que vamos hacia un mundo donde va a haber cada vez más polos de influencia. Tal y como me decía la mano derecha del Comisario de Economía de Olli Rehn en Bruselas, venimos de un mundo donde las decisiones globales importantes se tomaban en la cumbre del G-7 (las siete economías más importantes) y vamos hacia un mundo donde se tienen que tomar en el G-20.
B.M.: Y ahí ya entran los orientales.
A.S.: Por supuesto: orientales, latinoamericanos. Brasil, Sudáfrica, Rusia... es decir, cada vez hay más países cuya opinión no puede ser ignorada. Esto genera un escenario mucho más diverso, mucho más complejo, con sus pros y sus contras pero, como mínimo, nuevo.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Aleix Saló el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también al Hotel Astoria de Valencia el haber cedido un espacio para hacer posible esta conversación.