El escritor
Andrés Pascual es abogado de profesión. Es coordinador del Aula de Cultura de Vocento de La Rioja, suele impartir conferencias en distintos países y colabora en radio, donde posee una sección en la que habla acerca de la multitud de viajes que ha realizado alrededor del mundo. Entre sus aficiones destaca la música y ha formado parte de varias bandas de rock, participando en ellas como cantante y pianista. Es autor de los libros "El guardián de la flor de loto", novela que fue traducida a varios idiomas que llegó a más de cien mil lectores, "El compositor de tormentas" (obra finalista del VIII Premio de novela Ciudad de Torrevieja) y "El haiku de las palabras perdidas".
Bruno Montano de
Trabalibros ha tenido la oportunidad de entrevistar a
Andrés Pascual acerca de su nueva novela que se titula "
Edén" y está publicada por Plaza & Janés, un thriller cargado de intriga y acción que se desarrolla entre la Amazonía y las modernas urbes brasileñas, con la que "rompe barreras para entretener al lector, dar respuestas ante la crisis de valores y lanzar un mensaje esperanzador sobre el mundo en que vivimos.
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Bruno Montano,
Trabalibros (
B.M.): Todas tus novelas transcurren en lugares exóticos (Tibet, Cachemira, Madagascar, Japón, Brasil /Amazonía) y en todas vemos cómo la espiritualidad, el viaje interior, la denuncia o la invitación al compromiso social no están reñidos con el entretenimiento. ¿Qué piensas que aporta este tipo de contexto? ¿Crees que un toque oriental o exótico potencia el efecto aventura, que de alguna manera predispone al lector y lo traslada hacia un universo más espiritual?
- Andrés Pascual (A.P.): No cabe duda de que esto forma parte del objetivo último, pero realmente no es algo premeditado. Mis viajes literarios surgieron de los viajes físicos o geográficos, que llegaron antes. Cuando escribí "El guardián de la flor de loto" fue al volver de un viaje al Tíbet. Yo tenía en mente lanzar un proyecto de novela extensa ya hacía mucho tiempo, pero no encontraba el momento y al regresar de aquel viaje pensé que había visto allí suficiente realidad para llenar mil páginas de fantasía, y fue cuando me lancé a ello. Y como la experiencia de evadirme de mi día a día cotidiano fue tan satisfactoria (y hablo todo el rato de mí mismo como creador) fui repitiendo el patrón.
Además, la respuesta de los lectores fue maravillosa desde el principio, en el sentido de que les abría nuevas ventanas por las que asomarse. Y, por otra parte, me he dado cuenta con el paso del tiempo de que los viajes sirven, más que para ver otros mundos, para contemplar el tuyo propio a través de diferentes espejos. Cuando te asomas a Brasil o a Japón, con sus credos, sus folklores y sus sensibilidades diferentes, lo que haces es revisar tu propia realidad, contemplarte a ti mismo a través de otros puntos de vista. Y es tremendamente enriquecedor. Creo que el viaje hacia fuera tiene siempre un efecto de rebote hacia el viaje interior, hacia lo más profundo de tu corazón. Ha sido una experiencia muy satisfactoria, como persona y como creador. Y la respuesta tan afectuosa y tan fiel de los lectores me ha animado a seguir por el mismo camino. Aunque cualquier día puede cambiar. Al final, cualquier rincón del mundo está lleno de fantasía.
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B.M.: Entonces, para ti lo importante sería tener una vivencia previa sobre la que cimentar la novela.
- A.P.: Claro, y también es importante la forma en que la cuentes. En "Edén" pinto mi propio Brasil y en "El compositor de tormentas" mi propia Madagascar, en ese caso más que nunca, porque hablo de una Madagascar que no existe y que quizás nunca haya existido. Y el Japón de "El haiku de las palabras perdidas" es mi Japón más que ningún otro porque está contemplado a través de ojos occidentales. De hecho, incluso en la propia novela los protagonistas -aun cuando las verdaderas musas sean los dos personajes femeninos del pasado y del presente- son dos occidentales del pasado y del presente que viven la sensibilidad de Japón a través de sus ojos. Al final es una aventura de fusión muy enriquecedora. A veces me preguntan si me parece mejor la civilización oriental que la occidental, y yo siempre contesto que ni mejor ni peor, me parecen mejor las dos juntas, la comunión de ambas.
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B.M.: Sé que eres un gran viajero y que incluso das conferencias acerca de las enseñanzas que has adquirido en tus viajes y que son extrapolables al día a día y a la empresa. Para ti el viaje tiene una importancia vital, pero hay otros autores que defienden la postura contraria. Estos días me estoy releyendo el "
Libro del desasosiego" de
Fernando Pessoa, un libro magnífico. Pessoa jamás salió de Lisboa y no le gustaba la idea de viajar. Él decía que había que tener muy poca imaginación para viajar, que había que ser muy poco sensible para ir a buscar las experiencias fuera si se pueden tener en la habitación de tu casa. Aseguraba que viajar es perder países, que no hace falta viajar, que el verdadero viaje es el interior y que para ello ni siquiera necesitaba del estímulo externo. Hay también una novela muy interesante que se llama "
Viaje alrededor de mi habitación" de Xavier de Maistre, cuyo protagonista debe permanecer 42 días encerrado en su habitación por un arresto domiciliario y cuenta la intensa experiencia que supone vivir entre cuatro paredes 24 horas al día.
- A.P.: A mí siempre me ha encantado viajar por la geografía. Y el salto al viaje por las utopías todavía ha sido más enriquecedor, porque me ha permitido fundir los dos. Y las conferencias son el resultado de estos dos viajes, convertidos en el viaje interior del que te hablaba. Pero está claro que no es necesario irse a los confines del mundo para encontrar emociones, sensaciones o destellos de luz, sólo tienes que cerrar los ojos y abrir el corazón, aunque sea en el sitio más cotidiano. Quizás dicho así parezca demasiado poético pero es una realidad como un templo. Muchas veces, cuando miramos las cosas, vemos lo que tememos, lo que queremos o lo que esperamos ver y no vemos lo que realmente hay. Se trata de plantarte frente al escenario más exótico o más cotidiano, cerrar los ojos y abrir el corazón y se te abren un sinfín de posibilidades nuevas.
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B.M.:
Adam interpela muchas veces a
Mika preguntándole: “¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar?” Según él es una pregunta que todos deberíamos hacernos. Si, como dice
Mamá Santa, “los verdaderos esguinces están en la mente”, ¿cambiar nuestra mente y reinventarnos sería la clave para llegar lo más lejos posible, para llegar “hasta el final”? ¿Cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a uno mismo?
- A.P.: Claro, es que el infierno y el edén están dentro de nosotros. En las peores circunstancias externas podemos estar viviendo un momento mágico si tenemos la oportunidad de desplegar todo nuestro amor hacia otra persona, que a su vez lo esté recibiendo con el mismo amor. Puedes convertir una tienda de campaña en mitad de una batalla en un verdadero paraíso, en un verdadero edén. Del mismo modo que puedes estar viviendo en un hotel de lujo como si fuera una cárcel de cristal, de la cual no puedes salir y ni siquiera te encuentras a ti mismo allí.
Yo creo que, para cambiar el mundo, más que cambiarlo nosotros primero tenemos que tomar conciencia de dónde estamos, porque normalmente es mucho más difícil formular las preguntas que encontrar las respuestas. Para lo que hay que tener verdadero coraje y clarividencia es para formularnos las preguntas, para decir: ¿qué es lo que me pasa? ¿por qué no alcanzo la felicidad? Más que la felicidad, que es algo que se escapa entre los dedos, plantearse por qué no alcanzamos la serenidad para estar firmes y para caminar dando pasos en la dirección correcta. A veces sabes que te estás apartando del camino pero no sabes por qué y todo se te viene encima, te sumes en la espiral de caos en la que vivimos, te dejas llevar y no tienes la voluntad de actuar para dar el primer paso fuera de ella.
Para construir un nuevo edén tenemos que tomar conciencia nosotros de la situación actual, y eso es algo que normalmente tratamos de evitar porque sabemos que cuando tomamos conciencia de esta situación el cambio nos va a exigir mucho sacrificio. Y esto es algo a lo que no nos queremos enfrentar, preferimos seguir con la inercia del día a día, con la inercia de esta espiral de caos en la cual fácilmente nos justificamos.
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B.M.: Estoy de acuerdo contigo. Y, con respecto a lo que comentabas de las preguntas, soy de los que piensa que en una pregunta bien formulada está incluida la respuesta. Lo importante es tener el valor y la lucidez de formularla.
- A.P.: Las respuestas surgen con sentido común, simplemente. Lo difícil es hacer las preguntas, para lo que sobre todo hace falta mucho coraje, porque tomar conciencia de la propia situación va a exigir sacrificio a partir del minuto uno. Por eso me gusta Mika, es una persona con la que desgraciadamente se verán identificados muchos lectores, no porque esté sin trabajo, sino porque no sabe hasta cuándo va a estar sin trabajo. Cuando se marcha a trabajar a Sao Paulo lo bueno no es que se vaya allí a trabajar, es una opción más de las que se puede encontrar en el camino, lo bueno es que aprovecha el ahora, el único momento cierto, y se lanza a esa aventura, como decía antes, con los ojos cerrados y el corazón abierto para todo lo que tenga que venir.
Al final, si algo aprendí en las favelas y en la selva con los nativos, es que tienen clarísimo que tienen que luchar para construir su edén. Aquí se nos había olvidado que el ser humano siempre ha luchado para construir sus propios edenes desde el principio de la Historia, últimamente nos venía todo dado. Y lo que es peor, nos creíamos que nos lo merecíamos. Ellos saben que viven en las circunstancias más adversas y que tienen que luchar para salir de allí. Pero hay algo más: saben que tienen que luchar hoy porque, como dice Mika, es el único momento que existe, ya que el ayer no existe y el mañana es algo que vamos a construir con nuestras acciones del presente. Y el tercer estadio es que saben que tienen que tomar decisiones en clave de comunidad, porque son conscientes de que individualmente no son nadie en un universo tan complejo como la selva o como la favela. Y esto es extrapolable a un universo tan complejo como nuestro día a día.
Ellos toman, desde las decisiones más cotidianas hasta las más trascendentales para sus vidas, en clave de comunidad y eso es una experiencia muy inspiradora porque, lejos de sacrificar más, te libera. De repente te quitas de encima todas las ansiedades y todas las angustias de conseguir tus propias metas, te das cuenta de que lo único importante es empezar a dar pasos en la dirección correcta, repercutan o no en mí. Aunque al fin y al cabo sí que van a repercutir en mí, porque yo formo parte de algo superior. Son enseñanzas que percibí de primera mano en estos dos escenarios tan complejos y pensé que nuestras ciudades occidentales son todavía más complejas, con todas sus grandezas y todas sus miserias.
Yo me fui a Brasil sabiendo que quería escribir sobre Brasil, con la historia ya más o menos construida y buscando sólo inspiración geográfica, y esos pequeños destellos que hacen diferente un paisaje acabé describiéndolos con una frase en lugar de con veinte. Iba buscando ese tipo de sensaciones, pero me traje unos depósitos inmensos de inspiración en cuanto a la reinvención social, que se convirtió en la esencia misma del libro, más allá de la trama de aventura. Aunque no cabe duda de que es un thriller y ante todo es espectáculo, la intención es que la gente se lo pase bien leyéndolo, que pase una página y después otra y que los maridos y las mujeres me odien porque su pareja no apaga la luz de la mesilla.
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B.M.: Yo a ese tipo de literatura le llamo "ética-ficción", porque no se trata sólo de ficción que busca el entretenimiento, sino que quiere también vehicular cierto tipo de mensajes éticos.
- A.P.: "El guardián de la flor de loto" lo empezaron a llamar el primer thriller espiritual. Era una novela de aventuras, pero todos los mensajes que recibía en la web eran sobre la atmósfera budista y tibetana que impregnaba la búsqueda del protagonista. Todos y cada uno, ni uno de ellos me hablaba de los disparos. Y fue una sorpresa apasionante, porque de repente se abría un universo muchísimo más enriquecedor para mí como creador.
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B.M.: Esto le aporta un plus añadido a la trama que te hace, como decía Tierno Galván, "leer mirando al techo". Volviendo a las preguntas,
Adam sostiene a lo largo de la novela que nuestro mundo, como consecuencia del “despotismo financiero” se está convirtiendo en “una favela global” y que, para cambiar esto, además de indignación hace falta acción. Pero sobre todo acción creativa (“cambiar este podrido mundo a base de creatividad”). Habla de transversalidad, de inspiración, de ser “caballos y no carrozas” o de la cultura del “no pidas permiso, pide perdón”.
- A.P.: Efectivamente. "Edén" es un libro muy esperanzador pero no porque acabe bien ni mal, que es indiferente. Yo creo en el ser humano y en que todos somos creativos, pero hace falta pasar a la acción. La creatividad no es algo exclusivo de artistas, se trata de aplicar los dos motores del emprendimiento mercantil (que son la creatividad en cuanto a generar una idea innovadora y la voluntad de acción, que es tener el arrojo para sacarla adelante y dar el primer paso) al emprendimiento social. Y eso es buscar el valor añadido de la sociedad y que el fin último del negocio no sea el dinero, que es necesario para sacarlo adelante, sino que sea generar un bien superior. Se me ocurren como ejemplo los microcréditos. El inventor de los microcréditos, por mí, se puede hacer ultramillonario, porque cada millón que gane beneficia a un millón de personas. Y este concepto de empresa, tanto mercantil como social, es aplicable a cualquier otro tipo de empresa, sea familiar, emocional o global, en el sentido de hacer evolucionar las políticas hacia un estadio superior.
La empresa que me sirvió de inspiración en la escritura del libro se llama IDEO y estaba en Silicon Valley. Yo me fui allí en una expedición que se organizó e iba buscando precisamente transversalidad. Quería ver de qué iba esto de Silicon Valley cuarenta años después y cómo lo podía aplicarlo yo a mi labor literaria, dos cosas que en apariencia no tienen nada que ver. Pero tiene sentido precisamente porque en eso consiste la transversalidad.
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B.M.: En romper la excesiva compartimentación de los saberes y conocimientos y conseguir trasvases fructíferos y creativos entre diferentes campos.
- A.P.: Claro. Es que a mí no me supone ningún cambio radical nada que me pueda contar ningún amigo escritor. Me enriquecerá, sin duda, cada palabra que intercambie con mi amigo Francesc Miralles, o con mi editor Alberto Marcos, pero lo que me va a suponer una ruptura va a ser aplicar a mi concepto de la literatura o del ritmo narrativo a campos distintos al literario. De esa forma puedes encontrar algo que sea totalmente rompedor. Y, como ya está todo inventado, la forma de romper es generar transversalidad.
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B.M.: Provocar torrentes de ideas, por absurdas que parezcan, que vayan entrechocando a ver qué resultado se obtiene.
- A.P.: Qué curioso. No había hablado con nadie de esto todavía, me encanta que te hayas detenido en este punto porque es la chispa que encendió la novela.
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B.M.: Me parece uno de los puntos más interesantes, la posibilidad de cambiar el mundo a base de reconstruirlo creativamente.
- A.P.: Sí. La novela surgió al conocer la empresa IDEO, a la que yo en mi novela rebautizo como Creatio. Yo quería una empresa capaz de construirlo todo, como Dios, y pensé: si lo puede crear todo, podría crear un nuevo big-bang, que es un nuevo génesis. A partir de ahí le di forma a la novela y luego ya vinieron de forma inspiracional los Boa Mistura. Ellos representaban la parte más romántica de este compromiso social a través de la creatividad.
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B.M.:
Boa Mistura es un colectivo que existe, en el que participa entre otros tu primo Pablo Purón. Te basas en personajes reales que tú consideras muy inspiradores.
- A.P.: Sí, yo pensé: ¿para qué me voy a inventar unos personajes, si estos son geniales? Y con que Mika sea amiga de ellos ya lo sabes todo sobre Mika, sabes que ella es una maravilla de persona porque ellos son también una maravilla de gente. Al principio tenía previsto para ellos una aparición residual, pero se hicieron personajes secundarios fundamentales, porque son un regalo para un escritor.
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B.M.: Leí hace tiempo un hermoso libro de un escritor francés poco conocido llamado
Maurice Sachs. Era un libro de memorias titulado “
El Sabbat” y en él decía: “Escribo para exasperar en los jóvenes que me lean el gusto por dos rebeldías: una contra el orden, otra contra el desorden”. El espíritu de rebeldía y la búsqueda de la luz son característicos de tus personajes. ¿Es esto también lo que pretendes inspirar en tus lectores? ¿Combinas el entretenimiento con una invitación al activismo social y contracultural?
- A.P.: Absolutamente. Pretendo provocar un despertar, sobre todo. No se trata de hacer una arenga llamando a las barricadas, ni mucho menos, pero sí que he puesto el foco de mi compromiso en ese despertar ante los horrores de la raza humana. No pienso que estemos peor que hace 100 o 200 años, ni mucho menos que hace 2.000, pero desde el momento en que la civilización ha evolucionado a través de los avances tecnológicos hasta el punto de permitirnos asomarnos a lo que está ocurriendo al otro lado del mundo tiene que aumentar del mismo modo nuestra responsabilidad y nuestro nivel de compromiso.
Frente a cualquier violación de los derechos humanos debemos sublevarnos, y sin embargo permanecemos indiferentes ante noticiarios que en el pasado habrían derrocado imperios. Yo con la novela no he querido cambiar el mundo, porque además el mundo lo cambian los lectores, no los libros, pero sí que pretendo plantear una serie de dilemas suficientemente radicales como para que el lector, cuanto menos, se dé cuenta de que estaba dormido hasta ahora. Con remover esa conciencia, ya habremos dado el primer paso en la dirección correcta.
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B.M.: No sé si habrás leído "
Walden" de
Thoreau. Este filósofo americano decía de sí mismo que era un gallo en lo alto de un palo, cacareando para "despertar" a sus vecinos. En ese sentido va también la siguiente pregunta que te quería hacer. En un momento dado la protagonista principal afirma: “Mi generación ha perdido la capacidad para cambiar las cosas”. Esta especie de desánimo y desilusión generacional puede abonar el camino a líderes mesiánicos y endiosados como
Adam, que se sienten llamados a “reiniciar el mundo”.
- A.P.: Todos estos líderes hacen un juego de seducción y hurgan en las debilidades del ser humano. Por eso me gusta también Mika, porque es una persona tremendamente fuerte, pero que se enfrenta a sus propias debilidades y a sus propias carencias. Muchas veces forjamos los escudos más potentes donde nos sabemos más débiles. Mika es un personaje que tiene conflictos pero que me parece adorable, en el sentido de que no tiene ningún problema para cuestionarse a sí misma. Yo creo que el respeto que se tiene a sí misma aparte de al enemigo, así como otras virtudes que le aporta el ser karateka, es algo de lo cual también los demás tendríamos que aprender.
Para crecer debemos respetarnos y amarnos a nosotros mismos, con nuestras grandezas y nuestras debilidades. Reconocerte también en tus debilidades es la forma de esquivar las grandes tragedias antes de que ocurran. Mika está a punto de dar un paso en falso que le va a costar muy caro, pero gracias a que tiene los mimbres suficientes para hacerse las preguntas más comprometidas y el arrojo para verse representada en un escenario un tanto adverso es capaz de buscar una solución.
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B.M.: Fue su padre quien le ayudó a tejer esos mimbres, educándola en el "camino del guerrero", en el código
Bushido, en "el arte de la guerra" y en los valores que emanan de estos antiguos textos. En una sociedad antiheróica como la actual ella es una heroína moral. Ante un dilema ha elegido lo más ético pero lo más difícil. ¿La auténtica heroicidad es la heroicidad moral?
- A.P.: Claro. Yo vestí a Mika de karateka no sólo para que repartiera tres mamporros en las escenas de acción, sino para que atesorase un decálogo personal incuestionable. Respetarse a sí misma y al enemigo, tener una enorme capacidad de sacrificio y de sufrimiento, son unas armas que la convierten realmente en una heroína antes de que empiece a actuar. Y ha de servir de modelo para cualquiera de los héroes cotidianos que leamos la novela.
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B.M.: Todos podemos serlo, aunque quizás sólo por un día, como decía David Bowie.
- A.P.: Sí, "we can be heroes just for one day". Me encanta esa frase, en primer lugar porque todos somos seres minúsculos en la inmensidad espacio-tiempo pero al mismo tiempo albergamos dentro de nosotros la fuerza necesaria para cambiar las cosas, como ha quedado demostrado durante milenios. Pero en segundo lugar porque viene a decirnos que el único momento cierto es ahora, porque el único día que existe es hoy, con lo cual vamos a ser héroes hoy porque mañana no existe.
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B.M.: La trama de “
Edén” es muy cinematográfica, muy rítmica, en avance constante, a pesar de algunos flash-back al pasado de
Adam. En la novela no dejan de pasar cosas, incluso he encontrado un paralelismo curioso con la película “Seven” que se inspira en los 7 pecados capitales: en "
Edén" has dividido la novela en 7 capítulos según 7 fragmentos del Génesis y en cada uno de ellos se produce una performance seguida de un asesinato. ¿Crees que el cine ha marcado de manera definitiva la forma de escribir novelas en la actualidad?
- A.P.: Yo creo que es una opción, y en el caso de "Edén" es una opción tremendamente madurada. Yo quería escribir un best-seller indignado y precisamente en esa fusión radicaba mi objetivo, en vestir de novela para todos los públicos una serie de dilemas morales y sociales de profundidad. Escogí el ritmo cinematográfico yankee a propósito y escribí la novela a base de travellings y contrapicados. Si no funcionaban en mi cabeza los capítulos en clave cinematográfica, para esta novela no me valían. Yo quería que el ritmo fuera vertiginoso para que el lector bebiese sin querer los grandes dilemas de la civilización actual. No quería que ninguna página sonase a ensayo. Para plantear dilemas de semejante envergadura me exigí construir la novela más rápida posible y más fácil de digerir por los lectores y ahí está el resultado, no sé si lo habré conseguido o no.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Andrés Pascual el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección del Hotel Astoria de Valencia el haber cedido un espacio ideal para esta conversación y a la editorial Plaza & Janés por haber hecho posible este encuentro.