Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta, autor del "El reino de los hombres sin amor"

lunes, 19 de mayo de 2014
"En realidad la Historia se cuenta mirando al futuro, más que al pasado".
Alfonso Mateo-Sagasta es un autor madrileño licenciado en Geografía e Historia, especialidad de Historia Antigua y Medieval. Trabajó durante un tiempo como arqueólogo, fue cofundador de la librería Tipo (especializada en arqueología y antropología) y editor de la revista Arqrítica. Comenzó su andadura como novelista con "El olor de las especias" y es autor de obras como "Las caras del tigre" y "Caminarás bajo el sol" (Premio Caja Granada de Novela Histórica 2011).

El reino de los hombres sin amor-Alfonso Mateo Sagasta (Trabalibros)Es el creador del personaje de Isidoro Montemayor, cuyas aventuras se iniciaron en "Ladrones de tinta" (Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2005 y Premio Espartaco de Novela Histórica), siguieron en "El gabinete de las maravillas" (Premio Espartaco de Novela Histórica 2007) y continúan en "El reino de los hombres sin amor" (ed. Grijalbo), su libro más reciente, que se encuentra ambientado en la España del Siglo de Oro y narra una "aventura de caballeros despechados, damas enamoradas, aunque no bobas, y metales preciosos que unos y otras desean sobre todas las cosas". Bruno Montano ha tenido la ocasión de entrevistarle para Trabalibros.

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Tu especialidad académica es la Historia Antigua y Medieval. Sin embargo, las tres novelas que protagoniza Isidoro Montemayor las ambientas en el siglo XVII. ¿Qué te atrae especialmente de este momento histórico? ¿Qué te fascina del Siglo de Oro español?

- Alfonso Mateo-Sagasta (A.M.): En realidad fue una fascinación "a posteriori". Yo empecé con "El oro de las especias", que fue mi primera novela y está ambientada en la Edad Media, y en ella incluí muchos temas que yo conocía, sobre los que había estado trabajando. Pero una vez la terminé decidí dedicarme a escribir y, dentro de esa decisión, se encontraba también la de leer un montón de libros que no había leído o que no había sabido apreciar en su momento. Entre ellos el Quijote, que cuando lo leí a los 15 años me pareció un libro tremendamente aburrido, y pensé: ¿por qué lo recuerdo como un castigo, cuando oficialmente este libro es maravilloso? ¿Qué tiene este libro? A raíz de eso empecé a leer el Quijote de nuevo y me dejó deslumbrado, fascinado. No sólo el Quijote, sino todo lo que le rodea, el mundo increible de creadores, poetas, pintores, pensadores, la política... todo el mundo que existía en torno al Quijote me pareció alucinante y me enganché a este momento histórico. Nació la primera novela protagonizada por Isidoro Montemayor ,"Ladrones de tinta", y luego seguí con el personaje. 

En principio Isidoro Montemayor nació para esa novela, pero luego me apeteció escribir una novela policíaca donde no hubieran personajes históricos en la que sólo apareciera el ambiente, recrear un "gabinete de maravillas" del siglo XVII y, para eso, me pareció el personaje perfecto. Isidoro era un tipo con el que me había sentido muy cómodo en "Ladrones de tinta" y que me servía como investigador de un crimen en ese "gabinete de maravillas". Pero cuando empecé el segundo libro protagonizado por Isidoro me apeteció jugar con diferentes perspectivas, porque al plantearme escribir otro tipo con el mismo personaje no me quería autoplagiar, no tendría sentido. Quería escribir algo distinto, en un ambiente diferente, con otro ritmo; una novela totalmente distinta. Utilizar el mismo mundo y el mismo protagonista, pero con una visión diferente, dándole otro giro de tuerca.

1.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
 
- B.M.: Desde la política, desde la economía...

- A.M.: Exactamente. Y el ambiente también cambia. La primera novela se desarrolla en un mundo urbano, la segunda en el interior de un palacio y en esta en el mundo rural. Se trata de una trilogía pero no porque sean tres historias protagonizadas por Isidoro Montemayor, sino porque se trata de tres visiones de un mundo único. En ese sentido son independientes las tres, aunque las tres juntas generan un universo distinto.

- B.M.: Confiesas que “Ladrones de tinta” es un homenaje al mundo de las letras y los libros, y observo que en “El reino de los hombres sin amor” también hay una referencia constante a los autores de este siglo (“Peribáñez y el comendador de Ocaña”de Lope de Vega, “El buscón” de Quevedo, “Guzmán de Alfarache” de Mateo Alemán, el “Quijote” de Cervantes…)
2.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
- A.M.: En los armarios de las casas de la gente de ese momento estaban esos libros, eran los libros populares que se leían entonces. Había muy poca gente que sabía leer, pero no hacía falta ser muy culto para tener "Guzmán de Alfarache", es un libro muy normal. Estaba en muchos figones, en muchos bares de la época, porque la gente leía en voz alta; eran libros pensados para leer en grupo, no se concebía la literatura del mismo modo que ahora. Por eso la mayoría de estos libros son anécdotas independientes que se pueden leer hasta de forma alterna. El primer Quijote es así también, está organizado por secuencias y la gente pedía al estudiante de turno en el bar que leyera en voz alta la que más les gustaba y luego le pagaban dos vinos. Era otra forma de leer y eso se nota en el tipo de libro. Por otra parte, en "Ladrones de tinta" el Quijote es un libro muy importante, Cervantes está pensando en hacer la segunda parte y eso, de alguna forma, tenía que cerrarlo en "El reino de los hombres sin amor".

- B.M.: Cuando tuve el placer de conversar con el gran historiador Fernando García de Cortázar, al que también le apasiona el Siglo de Oro español y su literatura, me comentó que en el momento en que los temidos Tercios españoles dejaron de ejercer presión, se produjo una especie de invasión cultural de la literatura española a toda Europa, gracias a la cual se paseó el prestigio del castellano por todo el mundo.

- A.M.: Sí. En esta época el castellano se habla en la Corte de Francia, donde además la reina (la madre de Luis XIV) era española. A nosotros nos pasa igual, nuestros reyes son medio franceses. Como digo al principio de la novela no se trata de naciones, no es una lucha de España contra Francia, es una lucha por el poder entre dos familias y su clientela. Los famosos Tercios de Flandes en realidad estaban compuestos por una minoría absoluta de españoles, había gente de muchas nacionalidades. En la Historia tradicional a veces se simplifican mucho estas cosas, se hacen muchas veces este tipo de afirmaciones para estructurar el proceso histórico, para organizar, para justificar.
3.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
- B.M.: En un momento dado Isidoro le dice al Conde de Lemos: “No se fie de los poetas, don Pedro, que siempre lo cambian todo a su gusto y retuercen tanto la realidad que al final no se sabe qué es verdad y qué fábrica de su invención”. ¿Qué es más importante para ti, que la verdad histórica esté al servicio de la trama o ser fiel a los datos históricos? ¿La Historia para ti es un medio o un fin?

- A.M.: La Historia para mí es una herramienta. Yo creo que la Historia lo permite todo. La interpretación de los datos, que es a lo que llamamos Historia, es negociable, es revisable y, de hecho, cada generación la revisa a su medida y a su gusto. A partir de ahí, no tengo ningún reparo en utilizar la Historia como me apetezca. Por eso me divierte mezclar personajes reales con personajes ficticios, incluso personajes ficticios con otros personajes ficticios.

- B.M.: Eso me ha resultado una novedad. Es habitual, para darle mayor verosimilitud a la historia, mezclar personajes reales con personajes ficticios. Me ha gustado mucho el homenaje que haces a “Los tres mosqueteros”, haciendo que tu personaje interactue con los personajes de ficción de la novela de Alejandro Dumas.

- A.M.: Sí, en "El reino de los hombres sin amor" trato a "Los tres mosqueteros" como si fueran un texto histórico real y a Dumas no como un novelista, sino como un historiador. Me gusta ir rompiendo esa línea entre la realidad y la ficción, yo creo que esto le da mucha vida a la novela, una vida extra.

- B.M.: Y le das el golpe de gracia en la nota final que firmas como editor del libro, en la que calificas “El reino de los hombres sin amor” como unas memorias con valor documental, una crónica redactada por Isidoro Montemayor que desprecia la exactitud cronológica y que presenta lagunas, errores e inexactitudes. Crónica que se puede leer como una novela y que narraría la síntesis de una época. 
4.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
- A.M.: Claro. Y, como toda crónica, es sospechosa. Manejamos como documentos históricos crónicas de contemporáneos, de gente que vio un hecho, que a saber por qué lo escribió y qué vio exactamente, o incluso si alguien le pudo pagar para que lo escribiera. Todas las crónicas son más que sospechosas, y las biográficas son las peores.

- B.M.: La Historia que llega a nosotros siempre es una visión interesada de la Historia. Tal y como dices al final de la novela, "quedan, pues, abiertos muchos caminos para que una nueva generación de mentes curiosas los desbrocen y vuelvan a contarnos, con nuevos ojos, nuestra propia historia".

- A.M.: Siempre es así, la visión de la Historia siempre es interesada. No existe la ciencia histórica. Hay aproximaciones, visiones, puntos de vista. Es una gran negociación con la sociedad del momento, es decir, la sociedad negocia como se quiere narrar. Porque en realidad la Historia se cuenta mirando al futuro, más que al pasado. Muchos historiadores hablan del rigor histórico, cuando el rigor histórico no existe. Pueden haber versiones completamente distintas de un mismo hecho. Es más, si nos ciñéramos a una documentación rigurosa no podríamos narrar nada, porque la Historia es narración y lo que el ser humano quiere es narración. Y la narración implica creatividad, invención, sentimientos. Saber quién es el bueno y quién es el malo. Eso es narrar, y la Historia exige una narración. Por eso, no es casualidad que los grandes historiadores que han pasado a la historia también sean Premios Nobel de Literatura. Mommsen, Solzhenitsyn, Churchill... Son creadores de la Historia, en el concepto más amplio y generoso. Y eso está muy bien, yo creo que tiene que ser así. Es absurdo pensar que la Historia es científica.
5.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
- B.M.: La Historia siempre es una recreación y, como tal, implica introducir elementos nuevos u obviar otros.

- A.M.: Exactamente. Implica decidir, lo que ya es tomar partido para escoger una cosa en lugar de otra. Decidir qué es importante en el pasado porque, inevitablemente, ya estás contando lo que quieres contar. Es raro el historiador que lo reconoce, porque la mayoría suelen defender la certeza y el rigor histórico, cuando nadie sabe con total seguridad qué y cómo ocurrió. Y también se elige lo que se omite. Para simplificar la Historia se van eligiendo los puntos de inflexión, pero esto es una decisión. La Historia es una herramienta social. La decisión nunca es neutral ni desinteresada.

- B.M.: Siempre se ve la Historia desde un punto de vista ideológico o personal.

- A.M.: Sí, y yo creo que la Historia española necesita una narración nueva, del mismo modo que necesita una Constitución nueva. Está llegando el momento en que tenemos que recontarnos, decidir qué queremos ser y, a partir de ahí, volver a contar nuestra historia.

- B.M.: Una historia contada por una generación que mire con ojos nuevos.

- A.M.: Exactamente, y eso es lo que me divierte intentar hacer a mí. El pasado lo vas a contar en función del futuro que deseas. Así es como funciona, se cuenta pensando en qué queremos ser. Todo esto viene muy a cuento con el tema del nacionalismo, según los datos a los que nos agarremos la historia de España como nación se puede contar de un modo u otro, y tanta razón tiene uno como el contrario. No se van a poner de acuerdo nunca, sólo se pondrían de acuerdo si coincidieran en la idea de qué queremos ser, porque a partir de ahí elegirían los datos que les interesaran para apoyarse en ellos y llegar hasta allí. La Historia funciona a la inversa de lo que se cree. En realidad, la Historia es una generadora de utopías. Para llegar a ser algo en concreto, hay que narrarse de un modo concreto.

Yo en mis novelas juego a eso, a usar lo que me divierte, lo que me apetece. Yo creo un mundo propio, mi siglo XVII por ejemplo, y en él se mueven mis personajes que se mezclan con otros personajes de ficción y con otros reales, que ya han dejado de ser reales puesto que los he convertido en personajes de ficción. ¿Era Calderón, o el conde de Lemos, como yo los describo en el libro? ¿A quíen le importa?
6.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
- B.M.: En la nota del editor con la que cierras tu libro y de la que hablábamos antes se aprecia tu talante, tu espíritu juguetón con la Historia.

- A.M.: Yo creo que sí. Al principio no pensaba escribirla, pero al final pensé que era necesario escribir esta justificación, porque estructura toda la novela. Si no, parecería una novela histórica y el lector se preguntaría si es verdad o no, pero la nota del editor te da la clave y te enseña que en esta novela todo vale.

- B.M.: He recuperado una frase de Guzmán de Alfarache, el célebre pícaro creado por Mateo Alemán, que en un momento dado dice: “Bailar tengo al son de todos, dure lo que durare”. Isidoro Montemayor, como buen pícaro, baila al son de todos pero sólo es fiel a su dama. En el reino de los hombres sin amor es el único enamorado y honesto. Es un hombre práctico, ingenioso, dado a la ironía, pero también sentencioso al estilo de Gracián.

- A.M.: Isidoro tiene cierta sabiduría de calle, de observador. Isidoro en realidad también está muy corrompido, forma parte de esa sociedad. Durante toda la novela está metido en todo tipo de trapicheos. Critica al dinero pero no le hace ascos. Yo pretendo contar como va transcurriendo la vida, pero sin ser moralista.

- B.M.: No hay moralina, yo no la he encontrado a lo largo de la novela. Isidoro hace algunas reflexiones pero no juzga, se adapta al sistema.

- A.M.: Lo acepta. Y, al final, la fortuna en la que se va a sustentar su felicidad no puede estar más corrompida. No es ningún Robin Hood, todo lo contrario, no se le pasa por la cabeza devolver el dinero a su dueño original.
7.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta
- B.M.: Es un pícaro, aunque con unos matices muy particulares. Me ha dado la sensación de que Isidoro Montemayor es tu particular contribución a la gran tradición picaresca española.

- A.M.: Efectivamente. Pero los pícaros de la literatura española tienen ese componente moralista y educativo que a mí no me gusta, del que yo me quería alejar. Isidoro puede tener que ver más con Gil Blas de Santillana, que además he metido en la novela como un personaje más. Me apetecía meterlo, creo que es un libro muy bueno, aunque bastante olvidado.

- B.M.: He rescatado un pequeño fragmento de “Poderoso caballero es don Dinero” de Quevedo que tiene que ver con la trama de tu novela. Dice así, refiriéndose al dinero:
8.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta (2)
“Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir a España
y es en Génova enterrado”.

Felipe II y Felipe III despilfarraron en los campos de batalla el oro y la plata de las Indias, que se esfuman en manos de los prestamistas flamencos y genoveses que adelantaban el dinero a la corona española para sufragar los gastos de las guerras en defensa de la religión católica o del concepto patrimonialista de la Corona habsburguesa. Tras el brillo del imperio se escondía una sociedad hipotecada y empobrecida, obsesionada por la nobleza, la hipocresía religiosa y el ridículo sentido del honor. Todo esto queda muy bien reflejado en tu novela.

- A.M.: Las mecánicas económicas que cuento en la novela eran parecidas a las que se llevaban a cabo en realidad, aunque lógicamente yo lo simplifico, intento hacerlo comprensible. Génova era fundamental para España, no sólo por los banqueros sino por su posición geográfica. Lo que describo en la novela es real, habían leyes protectoras que impedían sacar la plata y entonces convertían la plata en materias primas, que las sacaban y se las quitaban pronto de encima, destrozando el mercado interior. La plata venía de América pero era dinero que ya debían y, muchas veces, ni siquiera llegaba a España, la sacaban directamente a Europa desde la Casa de Contratación de Sevilla, donde tenía mucho más valor. Y ahí el contrabando de plata estaba a la orden del día.

La moneda se devaluó, aunque no tanto como si la hiciera sólo de cobre, y la entrada clandestina de moneda existía, los barriles de moneda pasaban la frontera y entraban por Navarra y por Álava. El tornaviaje, por ejemplo, también era una práctica común. Llevaban esclavos negros en el viaje de ida y en el contraviaje hacían contrabando para aprovechar la vuelta. Había mucho pirata, muchos barcos dispuestos a transportar moriscos que pagaban por el viaje y que a veces no llegaban a su destino porque los tiraban al mar y el barco volvía a cargar otra vez.

9.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta (2)

- B.M.: Yo creo que eso era, en parte, producto de lo complejo que era manejar administrativamente el Estado. Felipe II hizo un gran esfuerzo para construir una compleja maquinaria de administración y transformó el Estado de Carlos V en el más sofisticado sistema de gobierno de la Europa de los siglos XVI y XVII. A pesar de esto, vemos en tu novela, tal y como me comentabas, que la corrupción estaba a la orden del día: comercio con esclavos, evasión fiscal, contrabando de plata, acuñación ilegal de moneda, asesinatos, sobornos… ¿Cuanto más complejo es el sistema de administración, más compleja es la corrupción?

- A.M.: La infraestructura administrativa que monta el imperio español es alucinante, pero cuando miras en un mapa todo lo que abarcaba el imperio te das cuenta de que es increíble cómo podían llegar a administrar todo eso. Hay tanta gente distinta, de idiomas tan diferentes... El patrimonio era enorme, pero muy disperso y carísimo de mantener. Sólo amenazar con una guerra ya era un dispendio. Levantar un ejército en un punto y llevarlo a otro producía unos gastos enormes y, a lo mejor, cuando llegaban allí el conflicto ya no existía y estaba en otro sitio. Sin ni siquiera entrar en guerra, mantener un ejército así suponía un gasto tremendo. Tener un territorio tan grande y tan disperso les causaba unos problemas enormes.

- B.M.: Desde el punto de vista logístico es inviable.

- A.M.: Es absurdo, totalmente irracional. Y, cuando estudias la Historia de aquel momento, te asombra que no se dieran cuenta de que era inviable. Lo lógico quizás habría sido negociar con otros países, vender territorios, o regalarlos, pero esto no cabía en su cabeza, era inconcebible renunciar a una parte del imperio. Pero claro, cada cosa en su momento tiene su sentido.

 
Desde Trabalibros agradecemos a Alfonso Mateo-Sagasta el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección de Lotelito de Valencia el haber cedido un espacio ideal para esta conversación y a la editorial Grijalbo por haber hecho posible este encuentro.
El reino de los hombres sin amor (Alfonso Mateo-Sagasta)-Trabalibros Alfonso Mateo-Sagasta-Trabalibros 10.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Alfonso Mateo-Sagasta Lotelito Valencia-Trabalibros
Compra el libro en Amazon.es:

libro:

eBook Kindle:

subir