Agustina Guerrero es una ilustradora y diseñadora gráfica nacida en Argentina que reside en Barcelona desde hace más de doce años. En 2013 Agustina publicó "Nina, diario de una adolescente".
Su blog autobiográfico "
Diario de una Volátil" que inició en 2011 logró rápidamente una gran repercusión en las redes sociales, convirtiéndose en un auténtico
boom en Internet. El éxito proporcionado por el blog hizo posible la publicación por la editorial Lumen de las viñetas de la Volátil, "una treintañera con camiseta de rayas que ve el mundo muy a su manera", en formato de libro.
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Bruno Montano,
Trabalibros (
B.M.): Yo soy un buen lector de diarios, es un tipo de literatura que me fascina, pero este es mi primer diario íntimo ilustrado. Los diarios surgen, generalmente, como textos no destinados a la publicación pero muchos de ellos, al final, igual que le ocurre al tuyo, se publican. Tu primera viñeta es muy significativa: tu diario eres tú al desnudo. ¿Has sentido algún tipo de pudor al desnudarte ante miles de personas?
- Agustina Guerrero (A.G.): Sí y no. Sí porque soy yo la que dibuja las viñetas y la gente ya sabe que es autobiográfico. Pero para mí, en el sentido personal, a medida que va pasando el tiempo la Volátil está cogiendo tanto su propia personalidad, se está convirtiendo en algo individual, que hay bastante distancia entre ella y yo. Veo las primeras viñetas y veo las últimas y hay una evolución en el personaje. Cada vez está adquiriendo más su propia identidad. Por otra parte, intento no censurarme y que no me dé vergüenza decir ciertas cosas porque la Volátil funciona por eso, la gente empatiza con ella por eso. Antes hablaba en primera persona del personaje, ahora hablo en tercera persona, porque es como si ella escuchara los pensamientos de cualquier mujer o de cualquier hombre. Si a mí me empezara a dar vergüenza, creo que el personaje dejaría de ser como empezó y no me gustaría que eso pasara.
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B.M.: ¿Entonces ya no te identificas totalmente con la
Volátil? He leído declaraciones en las que afirmabas "Yo soy la Volátil".
- A.G.: Ahora yo creo que soy menos la Volátil. Ahora ella a veces reacciona como a mí me gustaría hacerlo en la vida real, o bien de una manera distinta a mí. Yo creo que en las primeras viñetas ella era más dulce, más ingénua, y ahora se está cambiando. A lo mejor puede que esto esté ligado a mí, no lo sé, pero creo que por mi propio bien la Volátil está haciendo su propio camino.
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B.M.: Pero, de alguna manera, proyectarte en ella también te permite decir algunas cosas que jamás te atreverías a decir como
Agustina Guerrero.
- A.G.: Sí, ella habla por mí. Hay un montón de cosas que cara a cara yo no podría decir y, sin embargo, la Volátil se atreve a decir y queda dulce. Aunque a veces toca temas delicados, a mí me parece que no queda basta. Yo creo que estoy tan encariñada con este personaje que no quiero que se posicione de ningún lado, ni que esté estructurada, quiero que fluya.
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B.M.: ¿En qué acepción usas la palabra volátil, en el sentido romántico de andar o tener los pies en el aire o en el sentido de ser voluble, inestable y cambiante?
- A.G.: Cuando pensé el nombre fue con el diario íntimo y, aunque ahora me pasa cada vez menos, en ese momento era en el sentido de que tengo los pies en el aire. Soy piscis, soy bastante soñadora, volada, vivo en mi mundo imaginario y me pareció curioso ponerle una característica en lugar de un nombre propio. Ella es la Volátil, de hecho mi pareja tampoco sale con su nombre real. El hecho de no ponerle mi nombre ni el nombre de mi pareja al personaje masculino hace que no se reduzca sólo a él o a mí, crea una situación que podría pasarle a cualquier pareja. Así fue como nació, pero tampoco lo pensé demasiado.
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B.M.: Los psicólogos dicen que es muy importante para nuestro equilibrio realizar acciones autotélicas, es decir, acciones que no sean un medio para conseguir otras cosas, sino que sean un fin en sí mismas. Tu diario es un ejemplo de acción autotélica que acaba en éxito.
- A.G.: En mi caso realmente fue así. Era algo mío, un diario íntimo, privado, que no tenía la finalidad de ser mostrado. Pero a partir de un robo en el que se llevaron el trabajo que estaba preparando en ese momento decidí lanzar esos dibujos que tenía guardados en un ordenador viejo. Pero es lo que tú comentas, yo nunca tuve la idea de que esto iba a llegar donde llegó, ni se me ocurrió nunca que pudiera llegar a convertirse en un libro, ni que yo iba por ejemplo a estar aquí sentada ahora hablando contigo, entrevistándome. Nunca lo hubiera imaginado. Sí noto que ahora soy cada vez más exigente con lo que cuelgo. Antes a lo mejor sacaba una viñeta y no me importaba, ahora lo pienso más. Porque, aunque intento que tener tantos seguidores no me condicione, es muy difícil.
El diario era algo que yo dibujaba para mí. Yo nunca tuve la pretensión de que esto tuviera tanto éxito y, a lo mejor, si lo hubiese pensado, la Volátil sería otro tipo de personaje. Creo que no sería tan espontánea ni tan auténtica, ni tan poco pudorosa. Ni siquiera pensé el nombre demasiado. Y ahora sí que me pasa que cada viñeta intento que me cierre por todos los lados porque, aunque no quiera, hay 400.000 personas que pueden estar mirando mi trabajo. Intento no pensar en eso, no hacer caso, pero de alguna forma te condiciona y eres cada vez más exigente con lo que haces. Pero esto es algo personal que quiero ir mejorando.
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B.M.: Yo creo que tu
libro tiene dos grandes virtudes: una es la capacidad para convertir el día a día, lo cotidiano, en una fuente inagotable de temas; la otra es la capacidad para convertir tus pequeñas verdades particulares en universales femeninos. En tu diario reflejas cómo esas pequeñas grandes cosas de las rutinas diarias, del día a día, son las que más nos unen.
- A.G.: Empezó siendo un diario y yo escribía lo que me pasaba diariamente. A mí en mi día a día no me pasan cosas maravillosas, mi vida es bastante rutinaria, yo creo que como la de cualquier mujer. Si tuviera que escribir todas las historias maravillosas de mi día a día a lo mejor este libro tendría dos páginas. Poderle sacar jugo a cosas tan cotidianas ha hecho que me convierta en una persona mucho más observadora. Me doy cuenta también de que la gente no le hace mucho caso a estas cosas mínimas, pero son la mayoría y puedes sacarle jugo a eso, convertirlo en una viñeta y que la gente diga: "Es verdad, aunque yo no lo veía". El otro día leí que las mejores ideas son las que tú piensas: "Yo también lo podría haber hecho", cuando a alguien se le ocurre algo y tú dices: "¿Cómo no se me ocurrió a mí?". Simplemente intento tener los ojos abiertos y poder captar la esencia de las cosas pequeñas.
También están las otras viñetas (que a mí son las que más me gustan) que quizás tienen una lectura un poquito más profunda, que no son tan cotidianas, como la que hay en la primera página del libro.
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B.M.: Te refieres a viñetas de tipo más conceptual. Las dos o tres primeras páginas son de ese estilo. Empiezas con una imagen de la Volátil desnuda, a modo de declaración de intenciones en la que pareces querer señalar que en el libro te desnudas a ti misma, y a continuación aparece la primera viñeta del libro que me parece fantástica. Me refiero a la de convertir un problema en algo lúdico, jugar con el problema. Esta viñeta es la que más me gusta.
- A.G.: A mí este tipo de viñetas son las que me hacen sentir más orgullosa. La que comentas también es mi favorita, y de hecho la coloqué la primera por una razón, tiene una historia detrás. Cuando yo estaba haciendo mi anterior libro, "Nina, diario de una adolescente", le pregunté a mi editora si podía presentar la Volátil. Hacía poco que existía y me dijeron que no, que de momento no la iban a publicar y llegué a mi casa muy decepcionada, porque este es un personaje que yo quiero mucho. Me puse a dibujar y me salió esta viñeta y, al cabo de un año más o menos, yo ya estaba en la promoción del otro libro, me llama la editora, quedamos para una reunión en su oficina y encima de su escritorio estaba impresa esta viñeta. Me dijo que le gustaba mucho mi trabajo, que quería trabajar conmigo y que, personalmente, esa viñeta la enamoró. Y pensé: "Cómo son las cosas". Cuando a mí me dijeron que no, me salió hacer esta viñeta y ahora ella me estaba diciendo que sí, la tenía impresa y de hecho me la pidió en grande para colgarla en su despacho. Se la regalé y, a la hora de ordenar el libro, pensé que esta tenía que ser la primera página.
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B.M.: De alguna manera, la negativa te inspiró.
- A.G.: Eso me ha pasado con todo, empezando con el robo del que hemos hablado antes, a partir del que nació la Volátil. Después de un no me salió esa viñeta que, a lo mejor, fue el detonante que empujó a la editora a publicar el libro. No sé, son de estas cosas que parecen mágicas. En el momento en que dibujé esta viñeta estaba muy decepcionada y cuando la acabé seguía decepcionada pero luego, viéndolo desde la distancia, pienso que no era para tanto. Me da la sensación de que la Volatil lo tenía muchísimo más claro que yo. Y, aunque se llame Volátil, ella tiene los pies más en el suelo.
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B.M.: Uso mayoritario del blanco y negro, fondos de viñeta limpios, pocos detalles, combinas viñetas conceptuales con viñetas descriptivas de situaciones cotidianas y con listas (cosas que dan pereza, cosas que dan mucho placer, cosas que me ponen muy nerviosa…) Es evidente que estás creando tu propio estilo, pero no se crea el estilo a partir de la nada. ¿Cuáles son tus referentes en el mundo de la ilustración?
- A.G.: Para mí Quino es alguien que mamé desde pequeña, pero a mí me motivó mucho para hacer viñetas Liniers. De hecho, en una de mis viñetas hay un libro en la mesita de noche en el que pone Liniers. Para mí fue alguien que me dio el empujón, creo que no compartimos el estilo pero, personalmente, creo que tiene una gran sensibilidad. Y, sobre el estilo que comentabas, la Volátil al principio no era en blanco y negro con camiseta de rayas. Hay todo un proceso en cuanto al estilo, tú lo vas encontrando. Al cabo de cuatro años, como que se va dando. Y con el tema de la ropa me encontraba siempre con el mismo problema, no sabía qué ponerle, y me parecía que estaba creando un problema innecesario. A no ser la temática de la viñeta trate sobre la ropa y tenga que vestirla de cierta manera, ¿qué más me da que lleve falda o pantalón?
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B.M.: ¿Por eso la vistes siempre igual?
- A.G.: Sí. Y además, luego ya me di cuenta de que le da una identidad. El moño y las rayas ya forman parte del personaje, lo identifican. Pero, como te decía, todo esto llevó un proceso. Pasó lo mismo con los colores, suelo usar mucho el celeste. El otro día me di cuenta de que el celeste, inconscientemente, era el color de la carpeta donde yo tenía guardadas las viñetas. No sé si será casualidad, pero era de este color.
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B.M.: Cuando me hablaron de tu
diario me dijeron que eras una especie de Maitena suavizada, pero después de leerlo no estoy de acuerdo. Las mujeres que retrata Maitena pertenecen a todos los grupos de edad, no tiene un personaje principal definido y además sus mujeres tienen un punto neurótico que la Volátil no tiene. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué crees tú que te diferenciaría de Maitena?
- A.G.: Sí, yo tampoco creo que me parezca. A mí me llama la atención el hecho de que siempre etiqueten el humor femenino. A lo mejor Maitena, como habla de temas femeninos, me relacionan con ella. O porque soy argentina, no lo sé. Pero yo creo que el mundo de la Volátil es muy amplio, porque igual puedo hablar de monstruos, de temas más profundos o de una tontería. El mundo de la mujer es todo eso y lo tengo que abarcar todo, no sólo hablar de la mujer neurótica, engañada... El otro día me comentaban que siempre funciona el personaje femenino de la mujer despechada, la engañada por el hombre, que quiere vengarse del marido... Sin embargo, aunque quede cursi, la Volátil dice a los cuatro vientos que está enamorada.
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B.M.: Y también dice que ha puesto cuernos y los ha sufrido.
- A.G.: Sí, también lo dice. La gente se avergüenza al hablar de amor y a mí me parece muy bueno que ella pueda hablar de todo. No me gusta clasificar a la mujer sólo de esa manera de la que hablaba antes.
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B.M.: Por otra parte, Maitena se centra mucho más que tú en el texto y en lo cerebral y tú más en la identificación emocional.
- A.G.: Cuando hago una viñeta la lleno de texto, es como si todo lo quisiera explicar con palabras. Siempre pienso que la idea no se va a entender y el primer boceto lleva mucho texto. Y luego empiezo a pulir y hay algunas que al final ni siquiera lo tienen. Me doy cuenta de que el cuerpo habla mucho, yo pienso de qué manera diría tal expresión, me miro al espejo y la hago, o a veces también me ayudo del color. Encontrar el modo de hablar a través de estos elementos a mí me parece mucho más rico que hacerlo por medio de un texto, porque es reducirlo al máximo.
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B.M.: También he oído hablar de la
Volátil como de una Bridget Jones latina.
- A.G.: Yo creo que Bridget Jones es un personaje femenino que ha marcado, es un estereotipo de una mujer real, aunque luego cada mujer tiene su propia realidad. Pero no creo que se parezca demasiado a la Volátil.
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B.M.: Acostumbras a decir que en el “
Diario de una Volátil” no mientes, sólo exageras. ¿Crees que si traicionaras tu verdad particular no lograrías ese efecto empático característico de tu diario? ¿Habría más problemas a la hora de identificarse con tu personaje?
- A.G.: Antes firmaba así: "Yo no miento, yo exagero". Y creo que en el mundo del comic se capta todo mucho más rápido a través de la exageración. Y no me refiero sólo a que la dibujo con una cabeza grande y el cuerpo pequeño, sino también a la exageración de las situaciones en sí. Exagerar la realidad hace que veas todo más claro y también le da un punto más divertido.
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B.M.: En la
Volátil has hecho una proyección paródica de tu yo para poder reirte de él y eso me ha recordado a un cuento que leí de E. T. A. Hoffmann. Se llama “La princesa Brambilla” y habla de un rey melancólico casado con una princesa a su vez triste. La pareja cae en un largo sueño y, al despertar, se inclinan sobre un lago mágico y contemplan su imagen, su propio yo reflejado en las aguas. Luego se miran y estallan en una risa salvadora. La contemplación de su doble pone fin a su tristeza. Establecer distancia con uno mismo, dejarse a uno mismo en ridículo, contemplarse irónicamente, ¿tiene efectos curativos o terapéuticos?
- A.G.: Sí, a mí me hace bien. Mis primeros dibujos eran muy oscuros, de cierta manera me estaba reflejando en ellos y lo que veía no me gustaba. Yo estaba pasando un momento oscuro que me hacía dibujar ese tipo de ilustración y creo que con ellas me desnudaba más todavía que con la Volátil. Pero es como si de repente dijera basta. La Volátil es muy luminosa y creo que el secreto es que sea parte de ti. Yo nunca me río de otros, simplemente me dejo yo en ridículo. Me río de eso y creo que esa es la clave de que funcione. Tiene un efecto sanador. Empecé a dibujar por necesidad y ahora es una necesidad para mí hacer estas viñetas, porque en ellas puedo volcar todo lo que llevo dentro, sea una emoción o un hecho cotidiano.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Agustina Guerrero el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección de Lotelito de Valencia el haber cedido un espacio ideal para esta conversación y a la editorial Lumen por haber hecho posible el encuentro con esta autora.