Llega tranquila, elegante y con una sonrisa al encuentro de blogueros de literatura con reconocimiento nacional que ha organizado la
Editorial Planeta para hablar de su última creación tan esperada: el libro ‘
El valle del asombro’. Su cara denota rasgos asiáticos. Su forma de vestir una mezcla más estadounidense. Una combinación que también se refleja en su identidad como luego nos hace saber “no soy lo uno sin lo otro. Mi pensamiento es americano, he crecido allí, mis aciertos e ignorancias son de Estados Unidos. Sin embargo, mis valores, mis raíces familiares y mis gustos culinarios son irremediablemente chinos. Son mis orígenes”.
Esta rodeada de gente que va a hacerle fotos y preguntas durante una hora. Pero ella está serena, se nota que la escritora de 62 años ya está acostumbrada a las entrevistas y a la fama. Sin embargo, confiesa que antes de la publicación sintió pánico. Parece que hasta los más grandes tienen miedo al publicar sus novelas: “sentí mucha presión. Me imaginé lo peor: malas críticas y la decepción de mi agente y mi editor. Pero cuando sus respuestas fueron tremendamente positivas solo pude sentir gratitud y alivio. El mundo de la
literatura está cambiando mucho y hoy en día nunca se sabe. Pero parece que me he escapado una vez más”.
Pide café, no puede tomar Coca-cola debido a la
enfermedad de
Lyme que sufre desde hace años. Habla de ella con normalidad. Es la autora de las relaciones entre madres e hijas. De las interacciones entre el mundo occidental y el oriental. De la búsqueda del pasado. De los misterios del amor. Parece que se sienta cómoda en este género, aunque ella no lo ve así: “simplemente la escribí porque era una historia importante para mí. Una mezcla de ficción histórica y familiar que necesitaba escribir. No pienso en los géneros, pienso en las historias”.
Cuando estamos acomodados empieza la avalancha de preguntas. Y la avalancha de respuestas. Nos cuenta que estos ocho años que ha tardado en publicar se debe sobre todo a motivos personales: “Estaba escribiendo otro libro, una especie de libreto de una ópera y construyendo una casa pensando ya en mi futuro (se refiere a la enfermedad). El libro en sí solo estuvo gestándose tres años. Así que no es que haya tardado mucho más que con otros libros”.
La historia del libreto fue la que tuvo que parar cuando llegó a sus manos una foto de unas cortesanas del siglo XIX y descubrió que los ropajes coincidían con los que en su día llevara su abuela. Este sería el inicio de la historia que le haría parar sus planes y ponerse a investigar si su
abuela podría haber sido una
cortesana: “Mi vida es descubrir, investigar, siempre siento la necesidad de saber qué ocurrió en el pasado y ponerlo en el contexto ¿fue mi abuela cortesana? A raíz de esta pregunta surgieron el libro, las protagonistas y las historias. Fue un arduo proceso de investigación. Estuve en contacto con diferentes docentes universitarios que son expertos en los siglos XVIII, XIX y XX en
China, analicé muchas fotografías de la época, visité museos, estudié dibujos de las cortesanas del momento, y también me base en las historias de ‘ficción’ que hombres que visitaban frecuentemente a las
concubinas habían publicado”.
Le preguntamos si al ser una historia tan personal no ha sentido la necesidad de guardársela para ella, como su pequeño secreto: “¿Cómo? No. Mucha gente me ha dicho si no me siento avergonzada y yo les contesto: ¿en serio? Es una historia fascinante, no me la puedo quedar. Además, juego con la ficción, y me guardo la posibilidad de no decirle al lector qué es verdad y qué no. Me han llamado valiente. No creo que sea cuestión de valentía”.
Y de las
cortesanas, el tema argumental sobre el que se centra su obra, continúa hablando: “Narrar algunas de las escenas de las chicas fue difícil. Tuve que ponerme un paso atrás. Este es el mundo y la manera en que funciona me repetía, tenía que mirar con pragmatismo. Especialmente porque pensamos que es un tema del pasado, pero de hecho no lo es tanto. Está ocurriendo un fenómeno reciente donde este ‘mundillo’ está resurgiendo. Son las llamadas ‘amantes profesionales’, una especie de relaciones comerciales”.
Pero si el tema de las
cortesanas es el hilo conductor, otro de los temas que se perfilan y recogen en ‘
El valle del asombro’ es la relación intercultural entre las personas procedentes de
China y aquellas que viven en
Estados Unidos. Entre sus páginas la autora deja entrever que únicamente mediante las relaciones comerciales estas dos culturas podían llegar a entenderse en el pasado. Preguntándole sobre el presente su opinión es algo diferente: “hace 100 años no existía una relación de interacción entre ambas culturas. Hoy en día se socializan porque es la única manera de hacer negocios. En
Shanghái los occidentales, sin embargo, ya no tienen el mismo poder, ni ventajas sobre las personas chinas. Los chinos se han modernizado, pero no son más occidentales, como mucha gente se piensa, son más exitosos pero siempre desde una perspectiva china y oriental”.
Su
nueva novela, mucho más terrenal que otras de sus obras anteriores donde los seres espirituales y mísiticos suelen tomar protagonismo, está más basada en las fuerzas internas de los protagonistas. Es casi al final del encuentro cuando
Amy Tan nos habla un poco de los personajes y de cómo ha interactuado con ellos: “en esta novela sentí que los personajes no debían encomendarse a un espíritu, pero los personajes también se encomiendan a algo, solo que esta vez es a un amigo, a las personas, a la esperanza, a la determinación, para poder hallar la respuesta a sus preguntas. Y es
Violet (la protagonista) quien realiza sobre todo ese viaje interno para encontrar el sentido de su vida, saber quién es. En esa búsqueda me he sentido más identificada, no en la parte de ser
cortesana, ni siquiera por la investigación me he propuesto experimentar en primera persona esa parte” bromea la autora. Sin embargo, añade: “pero sí en la metáfora del título. Se puede decir que encontré mi valle en mi interior. El
valle del asombro”.
Y así es como se despide del encuentro. Con ese misticismo que caracteriza sus otras obras. Con esa tranquilidad y esa sonrisa con la que ha venido.