Trabalibros entrevista a Antonio San José, autor de "Hoy no me cambio por nadie"

El periodista vallisoletano Antonio San José lleva una larga y exitosa carrera profesional a sus espaldas. Fue director adjunto de Informativos de Antena 3 TV y ejerció de director de los Servicios Informativos de Radio Nacional de España, Canal+ y CNN+. Se calcula que a lo largo de su extensa trayectoria ha realizado más de cuatro mil entrevistas y ha dirigido y presentado decenas de programas de radio y televisión, entre los que se encuentran "Los desayunos de RTVE", "El primer café" (Antena 3) o "Cara a cara" (Canal+ y CNN+), programa que mantuvo doce años en antena.

A lo largo de su trayectoria ha recibido tres Premios Ondas, tres Antenas de Oro y el Premio Salvador de Madariaga como reconocimiento a su labor periodística. En el momento actual trabaja como director de Comunicación de AENA, colabora con la Fundación Juan March y es miembro del Consejo Asesor de la Universidad Europea. Es autor de "La felicidad de las pequeñas cosas", libro que publicó en 2011. 

Bruno Montano de Trabalibros ha tenido la ocasión de conversar con él acerca del segundo de sus libros, titulado "Hoy no me cambio por nadie" y editado por Espasa, un texto que brinda por la vida y que enseña que "el oficio de vivir es todo un arte por cultivar y que practicarlo merece la pena".

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Confiesas en el libro que te interesa mucho la lectura de diarios y dietarios y que, aunque lo has intentado, nunca has podido llevar uno. “Hoy no me cambio por nadie” formalmente no es un diario, no tiene su estructura ni va fechado, pero sin embargo abundan en él las reflexiones trufadas con experiencias personales y anécdotas de la vida cotidiana típicas de los diarios, así como una voluntad de verdad, sinceridad y cierto desnudamiento emocional. 

- Antonio San José (A.S.J.): En cierto modo, sí. El libro es una crónica periodística sobre la felicidad, desde la mirada de un periodista, no de un psicólogo, ni de un coach, ni de un psiquiatra. Por eso no es un libro de autoayuda. Escribí sobre la felicidad después de hablar con mucha gente que la ha estudiado y además fui incorporando reflexiones y vivencias personales. Hay algunos momentos que son autobiográficos, porque creo que pueden darle al libro la capacidad de establecer cierta complicidad con el lector, que yo busco deliberadamente para que se siente identificado con el mismo. Mucha gente me dice: "Me identifico mucho con lo que pone en el libro, yo también hago listas, yo también voy a los mercados cuando viajo a una ciudad..." He buscado esa complicidad, que la gente se sienta identificada y representada en las cosas que yo cuento.

- B.M.: Tu libro es una invitación a celebrar la vida, a practicar un “hedonismo inteligente” disfrutando del momento presente y de las pequeñas cosas. Vivir sería un arte, un oficio y, por lo tanto, precisaría de unos principios fundamentales, una disciplina, incluso unos maestros. Una vida buena, ¿hay que dejar que ocurra, que sobrevenga, o se trata de ser proactivos y provocarla? ¿O sería una combinación de ambas actitudes en el sentido de que sólo cuando estás preparado la vida buena ocurre?

- A.S.J.: Yo creo que es necesario adoptar una actitud positiva y activa para buscar la felicidad. Yo creo que para descubrir esas pequeñas cosas que están a tu alrededor y que nos pueden hacer felices hacen falta dos cosas: primero la capacidad para descubrirlas, saber identificarlas, y después la capacidad para saber disfrutarlas, tener esa disposición vital a querer disfrutarlas, que no siempre se tiene. Son pequeñas cosas, pequeños momentos, ráfagas, que al final todos ellos sumados dan como resultado una jornada agradable, una vida razonadamente feliz. Yo hablo de una felicidad razonable, de un optimismo responsable (no estoy hablando de un optimismo bobalicón, ni naïf). Me refiero a la felicidad que es posible, no a una entelequia que está en un nivel que nadie puede alcanzar.

- B.M.: Te lo comentaba porque en un momento del libro hay una cita, que creo que es de un maestro zen, en la que se invita a poner los cinco sentidos en lo que uno está haciendo y no dispersarse haciendo varias cosas a la vez. Esto me ha recordado otra reflexión de la tradición zen en la que se dice que cuando uno realmente está preparado, la felicidad simplemente ocurre.

- A.S.J.: Bueno, no sé si sobreviene así porque sí. No sé si con esa actitud estás convocando a la felicidad, pero por lo menos, si viene estaremos preparados para identificarla, eso está claro. Hay que tener la actitud adecuada. Hay gente que va por la vida con las orejeras puestas y no es capaz de ver nada, no se da cuenta del día de sol que hace hoy, ni del paisaje, ni de la gente que le rodea. Hace falta una predisposición, unas ganas activas de querer ser feliz.

- B.M.: Es muy difícil explicar qué es la felicidad, de hecho tú citas al principio un buen número de definiciones clásicas. Yo me he permitido aventurar la tuya y, para ello, he usado una metáfora culinaria: alegría, entusiasmo, pasión, optimismo, positividad, todo ello cocinado de forma amorosa e inteligente, salpimentado con unos gramos de locura y servido con amabilidad y una sonrisa. ¿Serían estas para ti las claves de una vida feliz?

- A.S.J.: Sí, podrían ser. Me parece que es una buena síntesis del libro. Sobre todo la felicidad tiene que ver con ese estado de un cierto bienestar personal, de una cierta armonía. En ese estado en el que no hay nada extraordinario, todo fluye de una manera más o menos razonable, armónica, agradable, y es el que al final te lleva a decir: "Qué bien estoy, hoy no me cambio por nadie", (haciendo referencia al título del libro).

- B.M.: En la película “Belleza robada” Bertolucci toma prestada una frase de Jean Cocteau que me parece fantástica y la incluye en uno de sus diálogos más interesantes. La frase dice: “No existe el amor, sólo existen las pruebas del amor”. Trasladando esto a la felicidad, ¿podríamos decir que ésta no existe, como un estado permanente en el que instalarse, sino que sólo existirían momentos de felicidad?

- A.S.J.: Eso es. Yo creo que es imposible ser permanentemente feliz y, además, sería muy aburrido y muy duro. La felicidad se da en ráfagas, cuando tú dices: "Qué ratito más bueno he pasado". Si vas acumulando todo eso te sientes feliz. Lo estábamos comentando hace un momento, hoy hemos tenido una comida muy agradable con unas amigas de aquí, de Valencia, y hemos pasado un rato muy agradable. De estos momentos sales con otra predisposición, con otro ánimo, con una sonrisa interior. No es nada extraordinario, pero sin embargo es un momento grato en tu vida.

- B.M.: Si tienes varios momentos así y los sumas puedes llegar a sentirte feliz.

- A.S.J.: Sí, y no hace falta tener grandes yates, mansiones, edificios, ni millones de euros. El secreto de la felicidad está en las pequeñas cosas.

- B.M.: Los epicúreos pensaron mucho acerca de la felicidad y, al final, decidieron que consistía en buscar el placer y huir del dolor. Para ellos, no se podía llevar una vida juiciosa, bella y justa sin el placer, idea que les acarreó muchas críticas.

- A.S.J.: Así es. Es que, además, todo el que habla de felicidad es sospechoso, porque mucha gente piensa que hemos venido aquí a sufrir, a este mundo que es un valle de lágrimas. Todo esto viene de nuestra tradición judeocristiana, que a veces ha hecho mucho daño. ¿Por qué no vamos a poder ser felices? Aquí hemos venido a disfrutar lo máximo posible y sufrir lo justo, lo que es inevitable, que viene en la hoja de ruta de cada uno y que nos va a tocar. Por lo tanto, el resto del tiempo vamos a intentar pasarlo bien.

- B.M.: En las páginas 62 y 63 de tu libro aparece el guión de lo que sería para ti una vida ideal. En ese guión incluyes los libros y la lectura, a los que además dedicas un capítulo aparte. En la construcción de ese mundo propio en el que sentirnos a salvo que tú recomiendas, ¿qué papel reservarías para los libros?

- A.S.J.: Un papel fundamental. Yo no concibo vivir sin leer, por muchas razones. La más básica es porque siempre se aprende algo, yo pienso que uno de los mayores privilegios del ser humano es poder aprender algo nuevo cada día. De cualquier libro, sea ensayo, novela o poesía, siempre se puede extraer algo, que incorporas a tu propio acerbo personal. Somos lo que leemos. Para mí la lectura es un alimento y, siendo periodista, yo trabajo con palabras, con ideas, y lógicamente he aprendido casi todo lo que sé de los libros. He aprendido de ellos mucho más que estudiando la carrera, sin duda alguna. Y ese amor por la lectura creo que es fundamental. Es importante disfrutar de la lectura. Además, yo soy muy ecléctico leyendo, lo mismo leo un ensayo de Ciorán (que me gusta mucho) que el último libro de Frederick Forsyth. Tampoco hace falta ponerse en plan docto, si de repente me voy un fin de semana a la playa y me apetece leer un libro de evasión me llevo a Forsyth o a Don Winslow y, sin embargo, en otros momentos leo otra cosa. Eso es lo bueno, es como la vida o como la fruta. Hay fruta más jugosa o más refrescante y otra que es más contundente y no hay por qué renunciar a ninguna.

- B.M.: Esa es la grandeza de la literatura, es multiforme y responde a muchas necesidades. Cada lector trata de encontrar el tipo de lectura que mejor satisfaga sus intereses en ese momento.

- A.S.J.: Claro. Y me gustan mucho las librerías, lamentablemente cada vez quedan menos y yo reivindico mucho la figura del librero, que es ese personaje que te comenta, te descubre una novedad, te anima a leerla, es prescriptor y sabe perfectamente el gusto de su cliente, te localiza un libro... Y eso, lamentablemente, no pasa igual en unos grandes almacenes, donde alguien mira en un ordenador y no sabe muy bien de qué le estás hablando, y te preguntan si Ciorán se escribe con C o con Z. Esto ocurre y no es lo mismo una cosa que otra. Me gustan las librerías en locales cuidados, donde puedes pasarte horas mirando. Me encanta ir de librerías "a mirar", que luego no es verdad porque siempre sales con dos o tres libros. Es un placer hojear, ver qué es lo que hay, explorar las novedades, las ediciones, los libros antiguos, es algo fantástico.

- B.M.: Yo eso también lo hago muchas veces, suelo acudir a las librerías a la espera del encuentro feliz. No voy buscando nada en concreto, dejo que algún volumen me seduzca desde los anaqueles.

- A.S.J.: Sí, es muy difícil que yo entre a una librería y no salga con un libro. A veces un libro te llama desde la estantería, parece que haya estado esperándote allí.

- B.M.: En el último capítulo afirmas que has hecho una “elaboración periodística” de tu propia existencia porque ese es tu trabajo. ¿Es posible hacer periodismo de uno mismo? ¿Se tiene la suficiente objetividad e imparcialidad?

- A.S.J.: Yo pienso que "Hoy no me cambio por nadie" es una elaboración periodística basada en mi experiencia, de la propia existencia, sobre la propia vida. Por eso lo defino como una crónica periodística de la felicidad, está elaborada con herramientas no de psicólogo, pero sí de periodista, que es recabar la información, procesarla, destinarla y escribirla. Lo he hecho de esa manera e insisto en que incorporar reflexiones personales lleva a que el libro pueda ser más cómplice con el lector. Es un libro muy personal, muy mío, pero la satisfacció que tengo ahora como autor es que mucha gente que ha leído el libro me dice que se siente muy identificado con lo que se dice en él. Eso es lo que más me está gustando, ver que en el fondo hay un núcleo muy amplio de gente con el que comparto registros comunes.

- B.M.: Aprovechando que te tengo aquí quiero hacerte una pregunta para mi propio provecho personal. Yo creo, como tú, que la entrevista es uno de los géneros periodísticos más hermosos, porque es radicalmente humano. Dos personas cara a cara conversando y encontrándose a través de la palabra. Tú eres un auténtico experto en entrevistas, de hecho llevas más de 4.000. ¿Qué debe tener una buena entrevista para que estimule la respuesta del entrevistado y no aburra a los oyentes y lectores de la misma?

- A.S.J.: Debe de tener vida. Yo creo que las entrevistas tienen que ser auténticas, sinceras, alejadas de lo artificial. Deben tener siempre reflexiones del entrevistado, pensamientos, experiencias... Hay que buscar justo esa complicidad que yo te decía antes que he intentado aportar en el libro. Eso es importante. Y, además, creo que el secreto de una buena entrevista es saber escuchar. El entrevistador tiene simplemente que ir provocando al entrevistado para que hable y debe dejar que se explique, que sea una conversación que fluya de manera natural. No creo en las entrevistas de cuestionarios sin más, no hay que olvidar nunca que se trata de una conversación y que de una respuesta sale una pregunta también.

Desde Trabalibros agradecemos a Antonio San José el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección de Lotelito de Valencia el haber cedido un espacio ideal para esta conversación y a la editorial Espasa por haber hecho posible el encuentro con este autor.