Trabalibros entrevista a Eloy Moreno, autor de "Lo que encontré bajo el sofá"

Eloy Moreno es autor de "El bolígrafo de gel verde", una novela que en su origen fue editada y distribuida por él mismo. El gran éxito de ventas obtenido, algo muy difícil de lograr desde la autoedición y considerando la labor de difusión que realizó este autor en persona y en las redes sociales de su propio libro, llamó la atención de Espasa, sello editorial del Grupo Planeta, que decidió publicarla cambiando la portada y realizando algún pequeño retoque de edición. Con el respaldo de uno de los mayores grupos editoriales, "El bolígrafo de gel verde" logró alcanzar más de cien mil ejemplares vendidos y rebasar las 13 ediciones.

Bruno Montano de Trabalibros ha tenido la oportunidad de hablar con Eloy Moreno con motivo de la publicación del segundo de sus libros, "Lo que encontré bajo el sofá", una novela de secretos que su autor saca a la luz removiendo las vidas de sus personajes y la sociedad en la que viven. 

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Todos los protagonistas de tu novela guardan secretos. Todos esconden algo inconfesable bajo el sofá. En realidad, todo el mundo lo hace. Usando una frase de tu libro y convirtiéndola en pregunta, ¿todos somos corruptos en nuestra medida, a nuestro nivel, dentro de nuestras posibilidades?

- Eloy Moreno (E.M.): Yo creo que sí, cada uno de nosotros a nuestro nivel. El otro día me preguntaron: ¿No conoces a ninguna persona buena que no sea corrupta? Y yo dije: Bueno, depende; si a esa persona buena le tocan lo más sensible de su vida, o tiene que darle de comer a su hijo, o tiene que cuidar a su madre que está enferma, al final hará lo que sea. Yo creo que todos, a nuestro nivel y en circunstancias concretas, seguramente haríamos lo mismo, nos corromperíamos o traicionaríamos un poco nuestros valores.

- B.M.: Reflexionando sobre la idea de si somos justos por naturaleza he recordado el mito del Anillo de Giges. Es un mito que cuenta Platón en el Libro II de La República, en boca de su hermano Glaucón. Trata de un pastor que después de un pequeño terremoto encontró en una grieta un anillo mágico que al ponérselo lo hacía invisible. Aprovechando esto, sedujo a su reina, mató a su rey y se apoderó del reino. La invisibilidad le daba impunidad y eso mostraba su verdadera naturaleza, la verdadera naturaleza del hombre que no es moral. La única ley natural es la persecución del bien propio. Nadie es justo por naturaleza, sino por conveniencia o por miedo al castigo.

- E.M.: Para mí ese mito refleja perfectamente lo que pasa con la piratería. En internet uno es invisible, así que roba un libro, lo que no se atreve a hacer en una librería porque le pillarían. Uno desde casa, como es invisible, puede bajarse lo que quiera y no pasa nada, pero no se atrevería a ir a la librería, coger un libro y salir corriendo. Y es exactamente lo mismo. Y esto pasa con muchas cosas, cuando no te ven eres capaz de hacer muchísimas cosas.

- B.M.: Por eso Glaucón dice que la naturaleza del hombre es ser injusto. Y si es justo es, precisamente, porque le interesa o porque pueden castigarle.

- E.M.: Porque hay reglas, porque hay leyes.

- B.M.: Exacto. En ese capítulo se habla de eso precisamente, de que las reglas son un pacto para no acabar matándonos, porque si nos dejáramos llevar nos mataríamos para defender nuestro pan, nuestros hijos, nuestra casa...

- E.M.: Sí. Imagínate que de repente no existieran las reglas; entonces habría gente que sería moral y otra gente que no. En cuanto hay gente que empieza a no comportarse de forma moral, el resto tiene que acoplarse a esa situación y entonces deja de serlo también.

- B.M.: Para acabar con este tema, que da título a tu libro, me gustaría plantearte esta pregunta. Nuestras pequeñas miserias, lo que escondemos bajo el sofá junto con la pelusa, forma un todo con el resto de nuestra humanidad. Nosotros somos también nuestras miserias, estamos hechos de luces y sombras, y así debe ser. En muchas ocasiones, ¿no crees que las pequeñas miserias de la gente despiertan más ternura y comprensión que reprobación? Yo creo que esto pasa con tus personajes, sus miserias nos hacen sentir ternura hacia ellos porque les entendemos, compartimos miserias con ellos.

- E.M.: Claro, porque si hemos pasado por la misma situación podemos identificarnos con ellos. Yo creo que en general la humanidad es buena también. Muchas veces, cuando pasan catástrofes, ves que en seguida hay mucha gente que desinteresadamente ayuda. Aunque hay otra que se escaquea, tenemos las dos partes. Yo creo que sí que hay gente desinteresada, como por ejemplo los médicos sin fronteras que ayudan sin pedir nada a cambio.

- B.M.: La elección de Toledo para situar tu novela sin duda no es casual. Toledo es una ciudad que guarda muchos secretos, al igual que tus protagonistas. ¿Qué crees que aporta esta maravillosa ciudad a tu narración?

- E.M.: Que hay muchísimas historias o leyendas que yo podía aplicar al día de hoy. Eso es lo que me encantó de Toledo. Por ejemplo, habrás visto que hay leyendas como la del Hombre de Palo, que era un hombre que trabajaba para las administraciones públicas, no le pagaron y se quedó en la ruina; hoy en día pasa lo mismo. O también que han desaparecido calles porque la avaricia humana hizo que se privatizaran cosas, del mismo modo que pasa hoy en día. Me gustó poder trasladar esas historias al día de hoy.

- B.M.: Leyendo el libro se nota que has visitado Toledo, que te ha fascinado. Has recuperado historias de Toledo, de sus calles, de sus plazas.

- E.M.: Incluso me he inventado alguna.

- B.M.: Cambiando de tema, gran parte de la novela está escrita a modo de fresco social de nuestra época. A lo largo de la narración vas abriendo numerosas ventanas sobre la realidad, de forma que se da una visión panóptica de la misma. Como en "El bolígrafo de gel verde" te sigue preocupando el día a día, los pedazos de la realidad cotidiana, las situaciones y emociones comunes. Hablas siempre de cosas que conciernen al lector. Los problemas de tus personajes son problemas comunes de los lectores. ¿Crees que esto facilita la identificación de los lectores con tus personajes?

- E.M.: Sí. A mí me gusta mucho escribir sobre las personas, sobre lo que yo observo cada día, sobre lo que veo que una persona está sintiendo, o sobre conversaciones que cojo a veces al vuelo de cualquier sitio. Eso es algo que me encanta y yo creo que es mi forma de escribir.

- B.M.: Sí, has seguido en esa línea, la línea de la cercanía. Confiesas que te gusta la literatura de ciencia ficción y la novela histórica, pero sin embargo a la hora de escribir no te has decantado por ninguno de estos géneros.

- E.M.: Es curioso, me encanta la ciencia ficción pero sin embargo yo escribo de forma muy realista.

- B.M.: En "Lo que encontré bajo el sofá" está muy presente la crisis, los momentos que vivimos. Que hay una gran desafección política es evidente. La dictadura economicista, la corrupción a todos los niveles, la hipocresía y el cinismo reinante, el bloqueo del futuro a los jóvenes… Este es el fondo sociológico sobre el que se desarrolla tu novela. Tú denuncias todo esto en tu libro. ¿De dónde crees que nos puede llegar la salvación? ¿Cuál crees que debe ser el papel de los movimientos del tipo del 15M? ¿Está la gente suficientemente implicada?

- E.M.: Compleja pregunta. Yo lo que veo es que se hizo un intento muy bueno con el 15M, pacífico, y no funcionó. Y lo que sí que pienso es que el siguiente movimiento no será tan pacífico, porque como los políticos no han hecho ningún caso a lo que pasó, ellos siguen pensando que son intocables... Yo siempre digo lo mismo, uno es intocable hasta que a un tío se le cruzan los cables, coge una escopeta y ya no es intocable. Creo que eso puede llegar a pasar, porque hay una distancia tan grande entre la política y los ciudadanos, y hubo este movimiento que fue tan bonito y no se le hizo ningún caso... ¿Cuál es la solución? No lo sé, pero creo que la solución siguiente que vendrá ya no será tan pacífica.

- B.M.: ¿No crees que se ha desinflado un poco, que la gente ha vuelto a desentenderse, que hay un desencanto político que hace que no se participe y que la gente cree que la política no sirve absolutamente para nada?

- E.M.: Sí, y seguramente en el momento en que se solucione la crisis volveremos a estar como antes, eso lo tengo muy claro. Es como si la crisis no hubiera sido suficiente para despertar, no sé qué más tiene que pasar para que eso suceda.

 
- B.M.: Hay una frase que me encanta de un libro antiguo llamado Popol-Vuh. Dice así: “Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca”. Laura, la tía de la protagonista, no lo siguió y se arrepiente. Alicia por un tiempo lo sigue, pero al final vuelve a su antigua vida. ¿Se equivocan aquellos que no son fieles a sus sentimientos y principios y los traicionan?

- E.M.: Sí, hay que ser fiel al corazón más que a la razón. Yo creo que al final siempre triunfan los sentimientos, en cualquier aspecto de la vida. Tú estás en un trabajo y allí no te sientes bien y seguro que acabas por dejarlo, o te despiden. Los sentimientos, por mucho que se quieran ocultar, al final salen. Y eso pasa en muchas parejas que se separan, en amigos que en el fondo no se aguantan, en un trabajo que no soportas. Yo siempre he pensado que el camino de los sentimientos es el que al final va a funcionar.

- B.M.: Esto me sugería una pregunta interesante relacionada con la metáfora del globo que haces en tu libro. El globo que escapa representa la felicidad y cabe preguntarse, ¿se escapa o lo dejamos escapar?

- E.M.: Yo creo que muchas veces lo dejamos escapar. Por la moral, por la presión social, por las obligaciones que tienes muchas veces lo dejas escapar y luego pones la excusa de que se te ha escapado. Pones la excusa de que se te escapó el tren y no pudiste cogerlo, cuando no fue así, muchas veces sí pudiste pero no quisiste.

 
- B.M.: Algunos teóricos de la literatura hablan de la experiencia literaria entendida como una experiencia de la realidad que sólo puede tenerse a través de la literatura. ¿Amplía la literatura el modo de pensar, de sentir y de vivir? Después de leer y escribir, ¿se ve la realidad de otra manera, se vive de otra manera? ¿Dirías que leer te proporciona una mirada literaria de la realidad?

- E.M.: Indudablemente. De hecho a mí me pasó algo curioso con el Quijote. Yo no vivía en aquella época, pero al leer el Quijote sé cómo vivía la gente en aquella época de alguna forma y para mí es una realidad que no viví pero que ya tengo dentro de mí. Lo mismo pasa con cualquier novela histórica. Y aunque no sea histórica, como es el caso de mi novela, que se desarrolla en el momento actual, puede pasar algo parecido: a lo mejor una persona que lea el libro y no sea de este país puede trasladarse a nuestra sociedad de hoy en día. Es muy bonito trasladarse de una realidad a otra, de vez en cuando.

- B.M.: No trasladarse de una realidad a otra paralela para alejarse un poco de esta o para evadirse, sino la literatura como una especie de "gafas de cerca" para ver la realidad de otra manera, ni más ni menos real, de otra manera. El haber leído o el haber escrito te da una visión de la realidad distinta que sólo se puede tener desde la literatura.

- E.M.: Totalmente, de hecho la gente que no lee muchas veces sólo tiene una visión empobrecida de la realidad y sólo tiene una, la suya, que a lo mejor es la real para él pero que quizás no es la verdadera.

- B.M.: Creo que la gente no es consciente cuando lee del proceso mental que siguen, de la capacidad que tiene la lectura de transformar tu visión sobre la realidad. Suele pensarse que el que lee se evade de la realidad, cuando lo que sucede es que el que lee usa la literatura como un microscopio para acercarse a ella. Tú por ejemplo lo haces, haces análisis de la microrrealidad cotidiana de la gente, no te vas a los grandes acontecimientos sino al día a día.

- E.M.: Sí, sobre todo porque a lo mejor son cosas que desde fuera de casa no se ven, sólo se ven dentro de la casa.

- B.M.: Empezaste autoeditando tu primer libro y distribuyéndolo trabajosamente por tu cuenta. Ahora sigues los cauces normales dentro de una gran editorial. ¿Echas de menos la maleta y el cartón pluma? Fue una experiencia dura, ¿qué aprendiste de ella?

- E.M.: No lo echo de menos, pero no me arrepiento de nada, creo que fue muy bueno para mí todo aquello. Empecé desde cero, desde abajo, a pie de calle, y tuve un contacto muy directo con la gente. De hecho la gente venía a comprarme el libro y a lo mejor al día siguiente venía a decirme si le había gustado o no. Hoy en día ese contacto lo sigo teniendo, pero por internet. Evidentemente hay mucha gente y yo no puedo estar físicamente con cada uno pero lo sigo teniendo, este contacto es algo que yo nunca he obviado y me encanta tenerlo. Aun así, intento hacer muchas presentaciones del libro y muchas firmas para intentar seguir teniendo ese contacto directo. Yo creo que me he quedado con eso, con el contacto con la gente.

- B.M.: Yo recuerdo haberte visto intentando dar a conocer el primero de tus libros por las librerías durante muchos días y verte muchas horas trabajando, sábados enteros. Parabas a la gente, no perdías la sonrisa, la gente te veía, se acercaba, le dabas tus separadores. Todo ese contacto a lo mejor puede parecer tedioso pero supongo que en el fondo te retroalimenta, porque tienes cientos de opiniones reales directas allí mismo, sobre el terreno.

- E.M.: Sí, y eso era bonito, lo que pasa es que era muy cansado, llegabas a casa agotado. Pero también era reconfortante, veías que se vendían libros y que a la gente le gustaban. Ahora, como no puedo hacer lo mismo en todos los sitios, intento tener la misma presencia en internet, de alguna forma. Las redes sociales son de algún modo lo que suple este contacto.

Desde Trabalibros agradecemos a Eloy Moreno su amabilidad y el tiempo que nos ha dedicado al responder a nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección de Lotelito de Valencia el habernos cedido un espacio ideal para hacer posible esta entrevista.