Trabalibros entrevista a Espido Freire, autora de "De la melancolía"

martes, 12 de noviembre de 2019
"En la depresión el tiempo no existe, es como si la aguja del reloj se hubiera detenido en el momento más oscuro y no hubiera ninguna posibilidad de que eso cambiara".
La escritora bilbaína Espido Freire debutó con “Irlanda”, novela que supuso una sorpresa en el entorno literario de aquel momento. Año y medio más tarde, con veinticinco años, se convirtió en la ganadora de menor edad en conseguir el Premio Planeta por su obra “Melocotones helados” (1999). Ha publicado, entre otras novelas, “Soria Moria” (Algaida, Premio Ateneo de Sevilla 2006) y "Llamadme Alejandra" (Planeta, Premio Azorín 2017). Actualmente cuenta con nueve novelas publicadas, varios libros de cuentos y múltiples ensayos, así como literatura juvenil.

Mujer profesionalmente muy activa, ha realizado o realiza colaboraciones con numerosos medios de prensa nacionales (La Ser, La 1 de RTVE, etc.), publicaciones en distintas revistas y traducciones literarias. Por otro lado, es creadora de contenidos para marcas y colabora en campañas de publicidad, ejerce de actriz y autora teatral y ha impartido cursos de creación literaria en las principales universidades españolas y varias internacionales. Es directora del Master de Creación Literaria de la Universidad Internacional de Valencia, VIU y profesora en esa misma universidad.

La crítica la ha saludado como a una de las voces más interesantes de la narrativa española, y las alabanzas que surgieron con su primera obra han acompañado sus siguientes novelas. Sus lectores y reconocimientos han logrado que sea una de las autoras más conocidas y singulares en España durante los últimos veinte años. Ha sido traducida al inglés, francés, alemán, portugués, italiano, griego, polaco, holandés, turco, lituano, croata, serbio...

De la melancolía (Espido Freire)-TrabalibrosBruno Montano ha tenido el placer de entrevistarla para Trabalibros con motivo de la publicación de su última obra titulada "De la melancolía", "una historia que relata las heridas que dejó la crisis; las maneras de sobrevivir, y cómo, frente a todo, la fuerza del ser humano se impone; cómo el amor nos salva de muchas cosas, y la vida nos enseña, siempre que se quiera aprender" (editorial Planeta).

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Me ha interesado mucho tu libro porque, de hecho, me interesa mucho la melancolía. Creo que tengo la colección más extensa que existe de libros sobre la melancolía. Como melancólico que soy, este es un tema que me ha interesado siempre.

- Espido Freire (E.F.): Me han preguntado bastante acerca de esa cuestión y yo siempre comentaba que la aproximación a la melancolía desde la ficción no está tan generalizada como desde la no ficción, donde sí ha dado un enorme juego, como también lo ha dado desde el terreno audiovisual y desde la poesía. Y además me parece que es un tema poco frecuente en la literatura española.

- B.M.: Yo también lo creo. He leído unos cuentos ensayos sobre la melancolía, como “Anatomía de la melancolía” -el clásico libro de Robert Burton-, el famoso Problema XXX de Aristóteles o "Melancolía" de László F. Földényi. También bastante poesía melancólica (como la de Pessoa, que desprende saudade), pero es cierto que en las novelas no se refleja demasiado. Tal vez sí aparece el concepto de melancolía clásica, pero no el concepto de melancolía con el enfoque clínico relacionado con la depresión que tú le has dado.

- E.F.: Hay un especialista en literatura contemporánea que hizo la tesis sobre la maldad en mi obra, es profesor de la Complutense y lo fue de la Sorbona y su siguiente trabajo está enfocado precisamente sobre la melancolía. Se llama Samuel Rodríguez y estaba desesperado porque yo publicara de una santa vez esta novela porque decía que podía hacer algo con Luis Goytisolo, por ejemplo, pero que encontraba muy pocas fuentes. Me baso en eso, principalmente. No he llegado a encontrar un melancólico irredento.

- B.M.: Yo no llego a la depresión ni a la tristeza profunda, me quedo un poco antes, creo que en el punto en el que Victor Hugo decía que la melancolía es la alegría de estar triste. Me quedo en ese punto, disfrutándola.

- E.F.: Mejor. Además es un estado que, si logras mantenerlo ahí, es tremendamente creativo, porque permite la introspección pero no te priva de un buen análisis. Y por otro lado, generalmente, la alegría conlleva una exaltación que no te lleva a un estado demasiado propicio para crear, sobre todo para crear novela.

01.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire

- B.M.: De hecho, los clásicos como Aristóteles y la gente del renacimiento ya asociaban de alguna forma la melancolía con el genio y la creatividad.

- E.F.: El colérico era el político y el militar, el bilioso iba por otra línea… Pero efectivamente, estaba asociada sobre todo al pensador.

- B.M.: Aunque el perfil de la melancolía que tu retratas en esta novela es más clínico.

- E.F.: Así es.

- B.M.: Te he oído decir alguna vez que tu obsesión primaria es bucear en la parte más oscura del ser humano, en aquello que nos avergüenza, que es inconfesable. Te has atrevido con la bulimia, te atreviste ya en parte con la melancolía o la depresión en el libro que escribiste sobre Santa Teresa, pero ahora te metes de lleno en el tema con un protagonista diagnosticado como depresivo y tratado por un especialista.

- E.F.: De hecho, si no hubiera escrito “Para vos nací”, el libro de Santa Teresa de Jesús, no habría continuado construyendo el personaje de Elena. Estamos hablando de 2015 aproximadamente y esa novela estaba en ese momento gestándose en torno al personaje de Lázaro, en torno a la recuperación de la memoria y de lo no dicho, a los campos de concentración… Yo estaba recuperándome de mi propia depresión y encontré en Montaigne, en Séneca y en Teresa de Jesús unos referentes clásicos muy importantes. También en Rilke, pero era mejor no leerlo demasiado tiempo. Necesitaba, además, alimentarme de textos que me hicieran sentir mínimamente acompañada y con Santa Teresa de Jesús hice una buena amiga.

02.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire

- B.M.: Séneca y la filosofía estoica nos preparan para resistir cualquier embate de la vida y  Montaigne y su forma de concebir la filosofía como una forma de prepararse para la muerte es de gran ayuda.

- E.F.: Si, Montaigne es estupendo. Y, además, coincidía que poco tiempo antes se habían puesto de moda varios estudios divulgativos sobre Montaigne. Yo no leo francés, lo leo muy mal, y esas traducciones me vinieron muy bien. El caso es que, mientras estaba haciendo las entrevistas, conferencias y encuentros sobre Teresa de Jesús, hablé de que yo misma había pasado por un proceso en el cual ir hacia la luz había sido muy similar a los procesos que describe Teresa de Jesús sobre la iluminación, desde una fe y desde un mecanismo muy distinto, yo no soy una persona religiosa. Y me encontré con una reacción por parte de los lectores que me hizo dirigirme hacia la idea de la melancolía y la depresión, porque yo tenía la ventaja de haberlo pasado francamente mal, de no haberlo visto venir, pero de haber mantenido la concentración y un lenguaje articulado, de mantener la posibilidad de expresar qué era lo me que ocurría. Y con lo que me encontraba era con personas que estaban privadas todavía incluso del lenguaje, de poder expresar qué les pasaba. Y ahí es donde de pronto Elena, que hasta entonces era un personaje secundario, empieza a cobrar fuerza y empieza a cobrar también peso la idea de convertirla en una depresiva. Es lo único que ella tiene en común con mi persona.

- B.M.: Elena se ve sumida en una depresión a raíz de unas complicaciones que surgen en su vida y también debido a, como tú cuentas muy bien, ese arte de fingir normalidad que presidía su vida. No sabe quejarse y eso la empuja hacia la depresión.

- E.F.: No sabe poner límites, ni hacer lo suficiente como para que perdure aquello que no es el fingimiento. Cuando aquello sobre lo que se sostenía su existencia, que es un pilar muy endeble (la opinión de los demás y su propio valor proyectado a través de los demás) se quiebra, ella deja de tener un asidero firme. Desde mi experiencia, esta situación del fingimiento es muy habitual, de hecho quien más y quien menos la lleva, por una máscara social, en un entorno o en un área de su vida, aunque hay gente que la hecho extensiva a todas las áreas de su existencia. Si funciona puede llevarte a una vida aburrida pero estable, segura. El problema ocurre cuando le pasa a alguien lo que le ha pasado a Elena: no hay una base. Y sin esa base todo lo que existe es vacío. Y precisamente aquello de lo que se intentaba huir te traga.

- B.M.: Claro. Hay una definición muy buena que has dado sobre la depresión, que sería la de la vida succionada por el vacío. Me parece una imagen muy acertada.

- E.F.: Al ser Elena una chica de una cierta cultura, pero no una persona muy articulada, pensé que sería más interesante que expresara todo eso que estaba sintiendo a través de imágenes. Primero por cómo es ella y después porque, tanto el lector que haya pasado por una experiencia parecida como el que no, sin duda entenderá mejor qué es lo que ella quiere expresar. La idea de verse succionado, de no ser nada, de ser gelatina, de que los muslos se te derriten, por ejemplo, es muy común. Y la sensación de oscuridad y de falta de luz, de encontrarte literalmente oprimido como si estuvieras en una fosa o en un sepulcro, la sensación de inseguridad sobre tus pies… Repito, es muy curioso, porque se convierte en muchos momentos como si fuera una experiencia física. Jurarías que lo estás sintiendo. Pero no es físico, se encuentra en otro lugar. Y quien además tenga el problema de ser sinestésico se puede encontrar en el caos más absoluto.

03.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire

-B.M.: Elena llega a perder todo su entorno emocional. Se mueren sus padres, se divorcia… pero rápidamente lo sustituye por otro entorno emocional, una especie de familia artificial -me gusta cómo lo llamas, una ”comunidad desapegada” trasgeneracional- que, de alguna manera, le ayuda a salir a flote.

- E.F.: Sin tener en principio ninguna intención de ayudarla. Es decir, cada uno va siguiendo su vida y su camino como buenamente puede. Lo que ocurre es que tampoco nadie en todo ese grupo tiene intención de herirla y eso ya basta muchas veces. La verdad es que esto no pasa tan rápidamente, hay un salto entre lo que ella nos cuenta al principio y el reencuentro que luego se produce con la vida. La etapa de mayor oscuridad se da cuando se derrite el glaciar y nos sumerge y, en el momento en que ella empieza a reconstruir su vida, lo salta muy púdicamente. Pero le costó encontrar esa salida, y además la encuentra por puro azar, la encuentra por una llamada que ella decide aceptar. Y en cierta medida, por su propia supervivencia.

Antes he tenido una conversación sobre cómo la crisis agudizó el ingenio, como es el caso de muchas mujeres que tenían poca formación que encontraron huecos en trabajos en los que podían encajar, muy poco remunerados o incluso en negro. El problema de Elena es que pertenece a una clase media, o incluso media-alta, que no se puede permitir eso. Su propia idea de rebajarse, de no llegar a eso, era tan dolorosa como la pérdida. Y entonces pasa por algo muy decimonónico, que es la pensión, el instalar una especie de casa de huéspedes, que es algo tan antiguo como el mundo y muy galdosiano. Pero es a lo que muchas veces acabamos recurriendo.

- B.M.: Me ha recordado un poco a "Tiempo de silencio" la obra de Martín-Santos, en la que el protagonista principal vive en una pensión, un micromundo muy particular y en extremo literario.

- E.F.: El piso compartido, que no deja de ser lo mismo.

- B.M.: Y, cómo no, también coadyuda en este proceso terapéutico una gata. Sé que eres una gran amante de los gatos y en este caso la gata Gloria tiene un papel importante, no sólo para Elena sino también para Lázaro e incluso para Sonsoles.

- E.F.: [Risas] Sí, el pobre es un animal demiúrgico. La gata Gloria. Hay dos símbolos importantes de la muerte y de la vida: uno es el pobre perrito, al que trato tan mal, y otro es la gatita. El perro de los padres es el símbolo de todo lo que queda atrás y la gata es todo lo contrario, aunque podría haber sido a la inversa. Y además la idea de salir de ti es terapéutica, volcarte en algo que te da problemas que no son buscados ni intencionados tiende a ayudar. De ahí que muchas veces empecemos a plantar huertos o a cuidar de animales cuando estamos en un proceso de recuperación, de forma totalmente instintiva.

04.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire

- B.M.: De toda esta comunidad desapegada la que hablas tú, evidentemente Lázaro es la figura más importante, no sólo por la función que tiene en la recuperación de la protagonista sino por la extensión que ocupa Lázaro y su historia en la novela. Parece que sea una novela dentro de otra novela. ¿Te interesaba hablar sobre el tema de la guerra civil y el exilio?

- E.F.: Sí, es una estructura de cajas chinas o de muñecas rusas, que además es bastante habitual en lo que escribo. Lázaro comenzó llevándome hacia otros derroteros que luego deseché. Eso me ocurre que muchas ocasiones, yo sé muchas más cosas del personaje que luego no cuento, que luego limito. En este caso yo me había inspirado en la historia de algunos adolescentes que acabaron en Mauthausen por los pecados de sus padres. Se suponía que ellos tenían que redimírselos a través de ese trabajo que les haría libres, cuando ese trabajo le llevaba o a la muerte o a los campos de trabajo. Algunos de estos chicos sobrevivieron, les permitían incluso salir a las granjas de los alrededores a trabajar y eso desmentía que en los alrededores de esta población austriaca no se conociese lo que estaba pasando. Lázaro, en principio, iba a haber pasado por esa experiencia, pero ocurrió que empezaron a surgir algunas ficciones en torno a Mauthausen y me pareció que ese tema me desviaba demasiado del importante y reduje su experiencia a la idea del exilio, a la idea de haber pasado por cosas que, por desgracia, tanta gente pasó, yendo para un lado o para otro, pasando hacia una frontera o hacia otra. En Valencia, que es donde estamos ahora, esa experiencia se vivió con particular amargura y yo creo que quien quiera contar esa experiencia debe hacerlo y nosotros debemos escucharle, sin juicios y sin prejuicios, y a partir de ahí intentar aprender algo. Incluso desligándonos de una perspectiva ideológica. Es una experiencia humana con la que, si no se empatiza, algo estamos haciendo mal. Por encima de cualquier tipo de ideología.

- B.M.: Según Lázaro, Elena ha heredado el carácter tristón de sus padres y la costumbre de pensar demasiado y pensar mal. En el fondo y según los terapeutas cognitivos, la depresión también es un proceso discursivo interior extraño, fallido y perverso.

- E.F.: Sí, yo me puedo identificar con eso.

- B.M.: Hay un momento en el que Elena dice: “La voz con la que pensaba está impregnada de dureza, de hartazgo y de prisas, cambié mi voz interna día tras día mientras la anterior aullaba en el sótano, la acallé con el silencio”. Ese discurso interno torturante, esa rumiación de la que hablan los terapeutas, es lo que va consolidando y haciendo eterna en muchos casos a la depresión.

- E.F.: Sí. Y fíjate, por ejemplo, en cómo esa rumiación, que unas veces es el origen del libre fluir de la conciencia y otras veces es la obsesión o incluso la psicosis, ha sido uno de los grandes descubrimientos de la literatura de principios del siglo XX.

- B.M.: El monólogo interno.

- E.F.: El monólogo interior, el libre fluir de la conciencia. Pero es demasiado duro, hemos intentado suavizarlo y hemos acabado yendo al análisis externo de nuevo. Y es comprensible, porque la intensidad y la capacidad de erosión que tiene ese discurso interno es ilimitada. Y además se transmite, porque se hereda, no sé si de una forma genética o de manera aprendida, pero la voz interna mimetiza aquello que le conviene de la voz exterior. La idea de la rumiación, del hámster en la noria que no puede salir de un pensamiento obsesivo, es algo que aparecía en muchos de mis personajes anteriores, yo lo intuía a través de otro tipo de personajes. Para Elena ese pensamiento rumiativo es clave, porque ya no es bonito como tú decías antes, ya no es melancolía, es una obsesión por la tristeza y por el dolor.

05.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire

- B.M.: Si la melancolía se te va de las manos puede acabar en depresión, que es una enfermedad grave. La gente tiende a confundir melancolía, que es un término médico antiquísimo, con tristeza. La depresión es una cosa muy seria, es un trastorno del ánimo que afecta a la neuroquímica cerebral y que es mortal en un 10% de los casos. No olvidemos que los suicidas generalmente son depresivos. Es un problema muy grave que se ha convertido en la actualidad en casi una epidemia.

- E.F.: Fíjate que parte de la visión que nos presenta Elena en el primer cuarto de la novela puede ser revisada bajo ese prisma. ¿Es cierto lo que nos cuenta? Es una primera persona del singular. ¿O lo que está haciendo es escoger las vivencias familiares y personales que refuerzan precisamente ese pensamiento y esa idea negativa y depresiva? Una de las cosas más difíciles de explicar cuando se está enfermo de depresión es cómo no puedes escoger tus pensamientos, o cómo los consejos bienintencionados no pueden ser seguidos. La mayor parte de la gente ha experimentado periodos de tristeza o incluso de dolor, pero en un tiempo determinado ha sido capaz de superarlo; lo patológico nos lleva a otro terreno. Nos lleva al terreno en el que eso no basta, quizás porque ha habido un clic químico que debe ser, a su vez, contrarrestado con otro tipo de cosas. Y quizás porque eso debe ser compensado o ayudado con un aprendizaje que se basa en la reiteración. Es decir, esta rumiación hay que sustituirla por otra cosa.

- B.M.: Por otro tipo de lenguaje interno, de discurso más sanador.

- E.F.: Y ese lenguaje, para personas que previamente no han construido un lenguaje interior y solamente tienen sensaciones, impresiones y frases dichas por otros, es espectacularmente difícil de construir.

- B.M.: Es un lenguaje muy insidioso, reiterativo y difícil de controlar.

- E.F.: Y en el que no existe el tiempo, es para siempre. Una persona que presenta un funcionamiento normal tiende a pensar que ahora está a gusto pero puede que dentro de un rato no lo esté, y al contrario. En la depresión el tiempo no existe, es como si la aguja del reloj se hubiera detenido en el momento más oscuro y no hubiera ninguna posibilidad de que eso cambiara. Es el tiempo de los animales, es el presente absoluto.

07.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire

- B.M.: Sin embargo, a pesar de que la enfermedad es grave y cuesta de superar, el mensaje de la novela es positivo: se sale.

- E.F.: Es que yo desde el principio quería mandar ese tipo de mensaje. Esta es una novela que intenta acompañar a Elena en el camino hacia la luz y esa luz existe y la va a alcanzar. Quizás no será lo que ella piense, quizás tampoco será lo que el lector planee para ella, pero claro que existe. Y a mí me interesaba mucho que Elena la encontrara, que el tono esperanzado -que casi es simétrico el que acaba con el que empieza la novela- se tiñera de otra luz, de otro color. Que esa especie de eco del glaciar que se derrumba y que se desmorona pueda ser de otra manera.

- B.M.: En la novela la melancolía no surge de repente, "sino como un rumor muy lejano, nada claro. Un eco de algo que apenas se adivina tras la puerta cerrada". Y desaparece de la misma manera y en el mismo lugar en que había empezado. No tiene un desencadenamiento rápido, se va apoderando lentamente de ti, de la misma manera que te va abandonando también lentamente y no de forma súbita.

- E.F.: Exacto. Requiere de una enorme fe en un mismo (y perdona el misticismo). Si se tienen algunas hebras de fe requiere fomentarla, o crearla si nunca se tuvo. En mi caso se trataba más bien de sustentarla y poner parches en según qué cosas; en el caso de Elena era construirla desde cero.

- B.M.: También me ha gustado la imagen que has comentado antes del glaciar, que aparece al principio y al final de la novela. Es una imagen muy bonita y apropiada para explicar todo el proceso que atraviesa la protagonista.

- E.F.: Me alegra que te guste. Primero el glaciar te amenaza, pero luego te proporciona el agua en la que navegas.

Desde Trabalibros agradecemos a Espido Freire el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables del AC Hotel by Marriott Colon de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y la editorial Planeta el haber hecho posible este encuentro literario.
De la melancolía (Espido Freire)-Trabalibros Espido Freire 06.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire 08.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Espido Freire
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