Trabalibros entrevista a Nuria Barrios, autora de "Todo arde"

lunes, 9 de marzo de 2020
"La oscuridad es siempre el origen del conocimiento".
Nuria Barrios colabora habitualmente en El País. Es autora de las novelas "El alfabeto de los pájaros" y "Amores patalógicos"; de los libros de relatos "Ocho centímetros", "El zoo sentimental" y "Balearia", y de los libros de poemas "La luz de la dinamo" (ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado), "Nostalgia de Odiseo" y "El hilo del agua" (ganador
del Premio Ateneo de Sevilla).

Bruno Montano ha tenido la oportunidad de entrevistarla para Trabalibros con motivo de la publicación de "Todo arde", "una original y perturbadora recreación del mito de Orfeo y Eurídice, una historia de luz y tinieblas donde el lector no sabrá hasta el final quién salva a quién" (editorial Alfaguara).

Todo arde (Nuria Barrios)-Trabalibros- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Decía Ósip Mandelshtam que Dante imaginó un infierno con escaleras y callejones, completamente urbano, porque proyectó en él la ciudad de Florencia, de la que había sido expulsado. El infierno que tú imaginas en “Todo arde” está ubicado en un poblado chabolista de la periferia de Madrid. ¿Por qué has elegido este escenario? ¿Qué conocimiento previo tenías de él? 

- Nuria Barrios (N.B.): En los años noventa recorrí la mayor parte de los poblados chabolistas que tachonaban Madrid. Eran asentamientos donde la droga no era la actividad fundamental. Fui testigo de cómo desaparecieron y en su lugar surgieron los narcopoblados. Un día me sorprendí pensando que esos lugares eran una copia actualizada del Hades, el lugar a donde iban los muertos en la mitología griega. Y supe que un escenario así era perfecto para la historia que deseaba contar. 

- B.M.: Ya desde el título y a lo largo de toda la novela el fuego es un elemento omnipresente. El fuego es destructivo, también puede ser renovador o catártico, e incluso la mitología griega lo consideró el principio de la civilización, Proteo se lo robó a los dioses y lo puso al servicio de los hombres. ¿Qué valor le das tú en “Todo arde”?

- N.B.: En “Todo arde” los opuestos van de la mano, se necesitan mutuamente. La oscuridad subraya el resplandor del fuego; la luz del fuego hace más impenetrable la oscuridad que lo rodea. En torno al fuego se han sentado siempre los hombres para contarse historias y me gusta pensar que el lector siente el calor de las llamas y hasta huele el humo mientras pasa las páginas de la novela.

- B.M.: Tu novela transcurre en una sola noche, por lo tanto la oscuridad, las sombras y todos los matices de la tiniebla son otro elemento simbólico muy importante. ¿Se trata tu libro de un “viaje al fin de la noche” o al “corazón de las tinieblas”?

- N.B.: Es un viaje al corazón de cada uno de nosotros, y ese es un viaje a lo desconocido, a lo que intuimos, pero no nos atrevemos a nombrar; es un viaje a lo que hay detrás del disfraz que escenifica el yo, a lo que permanece en sombras. La oscuridad es siempre el origen del conocimiento.

- B.M.: En un momento dado Lena, la protagonista principal, hace referencia al mito clásico de Orfeo, que desciende al inframundo para intentar que Hades devuelva la vida a su amada Eurídice, fallecida prematuramente por la picadura de una serpiente. Este mito clásico articula la esencia de tu novela. Pero la diferencia es que Lolo, el otro protagonista principal, no es el amante de Lena, sino su hermano. ¿El amor fraternal está escasamente representado en la literatura? ¿La fratría es tan importante o más en la vida de una persona como lo son las relaciones paternofiliales o las amorosas?

- N.B.: La infancia es una prolongación de la placenta: ese tiempo nos marca y crea un vínculo muy fuerte con nuestros hermanos, que estuvieron allí con nosotros. Pero ese vínculo posee un elemento de libertad del que carecen el vínculo paterno filial o la relación amorosa. Los padres tienen una obligación hacia los hijos; los amantes obedecen a la ley de la pasión. La relación entre hermanos es distinta, en ella caben el amor y el odio. Digamos que la relación de los padres con los hijos es vertical; la de los amantes es circular; y la de los hermanos es horizontal. El hecho de que Lolo pueda plantearse irse o quedarse en el poblado confiere un valor extraordinario a cada una de sus decisiones.

Nuria Barrios (fotografía de Daniel Mordzinski)-Trabalibros
- B.M.: Reflejas en “Todo arde” la cruda realidad de la adicción a las drogas. Defines a los adictos que merodean por el poblado como “ánimas infelices cuyos cuerpos aún no han recibido sepultura”, “sin más memoria que su deseo”, seres anclados a la droga “por un ansia que no se puede satisfacer, que no se puede ni siquiera comprender”. ¿Has podido comprender tú el tipo de ansia que anima a estas personas, el tipo de dolor que quieren erradicar con las drogas?

- N.B.: Hay en ese ansia una necesidad de olvido, el deseo de un breve descanso de la agitación, la responsabilidad y el dolor que conlleva la vida. Esa necesidad, ese deseo nos son comunes a todos. Pero el ansia conduce a una agitación y a un dolor aún mayores. Un poblado chabolista de venta de drogas es el paisaje de un enorme fracaso. 

- B.M.: “Todo arde” cierra una trilogía que iniciaste con “Ocho centímetros”, un libro de relatos al que siguió el poemario “La luz de la dinamo”. ¿Cuál sería el denominador común que vertebra esta trilogía transgenérica o “anfibia”?

- N.B.: Un intento de dar sentido al sinsentido a través de la ficción.

- B.M.: El “Tío Joaquín” es un personaje muy interesante. Representa la pureza del pueblo gitano, “un país ambulante” con una “vinculación galáctica con la naturaleza”, protegido por Undebel, pero que últimamente, según este ciego sabio, ha perdido sus esencias. ¿Hay un intento también por tu parte de denunciar la degradación del pueblo gitano como consecuencia del tráfico de drogas en alguno de sus campamentos?

- N.B.: Nunca me planteo denunciar esto o aquello cuando escribo ficción. Pero al escribir, ilumino una parte de la realidad, a menudo invisibilizada. Siento una gran admiración por la cultura y sabiduría de una comunidad que ha sobrevivido en los márgenes, despreciada, estigmatizada, castigada. Y siento asimismo indignación por la crueldad de una sociedad que no tolera al diferente y lo degrada para justificar sus prejuicios.

- B.M.: Formalmente yo destacaría en tu novela por una parte el ritmo y la tensión narrativa permanente y por otra la sensación sofocante y opresiva que sufren los protagonistas principales en su intento de protegerse mutuamente. ¿No hay paz ni siquiera en el infierno?

- N.B.:La paz es un estado de ánimo muy difícil de alcanzar. Desde luego el infierno no es el mejor entorno para conseguirla. El infierno es un lugar espantoso en el que el silencioso miedo de los que llegan se teje con la nada de los que allí penan y tan sólo está a ocho centímetros de cada uno de nosotros, la longitud del dedo corazón o la de un cigarrillo. ¿Somos realmente conscientes de lo cerca que estamos de él? No, hemos desarrollado una sofisticada ceguera que sólo nos permite ver lo que deseamos. Somos como los personajes de "Un mundo feliz", de "Aldous Huxley": satisfechos y sumisos en un mundo completamente irreal.  
 
Desde Trabalibros agradecemos a Nuria Barrios el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la editorial Alfaguara el haber hecho posible este encuentro literario.
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