Por Amanda Simón Pérez.
Podría parecer que un autor de reconocido prestigio a nivel internacional como es
Ken Follett, no necesitase de ningún tipo de presentación para promocionar uno de sus nuevos títulos literarios. Sin embargo, el pasado martes, Follett sorprendió a medios, blogueros y asistentes con un magnífico despliegue para promover la tercera parte de la trilogía ‘
Los pilares de la tierra’: ‘
Una columna de fuego’ de la editorial Plaza y Janés.
El autor de Cardiff (1949) lleva vendidos más de 160 millones de libros y sus obras figuran como unas de las más reconocidas en el ámbito internacional. De sus 13 novelas, ‘Los pilares de la tierra’ es, para muchos, su obra maestra. Solo en España se han vendido 6 millones de ejemplares, encabezando la lista de ventas de nuestro país. Tras un éxito así, Follett no quiso -o no supo- separarse de su historia ambientada en
Kingsbridge y escribió la segunda parte: ‘Un mundo sin fin’. Con ella, todos los lectores que conquistó con su escritura ligera y entretenida, se adentraron un poco más en los entresijos de esta región y los personajes.
Ahora, con la
tercera parte, parece que la ocasión merecía una presentación a la altura y para ello, el lugar escogido fue el teatro Infanta Isabel de Madrid. Durante la espera, se respiraba una mezcla de excitación y nerviosismo. Allí, en un entorno en el que se han representado tantas obras escritas por dramaturgos, la gente esperaba al autor como a una verdadera estrella.
Un audiovisual inició el acto. A través de una pantalla, desde nuestras butacas viajamos por los países en los que está ambientada su novela. Y es que, en esta secuela, el tiempo y el ámbito geográfico son mucho más amplios: con la famosa ciudad de Kingsbridge como hilo conductor de la trilogía, el libro también hace paradas en París, Orleans, Amberes, Londres, Escocia e incluso por la ciudad española de Sevilla.
Gracias a la proyección, conocimos de cerca una de las partes más escondidas del proceso literario: la documentación; y supimos que
Follett tardó un año en recorrer todas estas ciudades. Sus visitas, centradas en aquellos rincones mejor preservados, le ayudaron a imaginarse a sus personajes por las calles. La mejor manera de introducirse de lleno en el siglo XVI en el que se centra su novela.
Quizás gracias a ese gran conocimiento, nos confiesa más tarde: “Hubiera odiado vivir en el siglo XVI, no antepongo los coches y las comodidades de ahora a los caballos y carruajes”. Y es que sí,
Ken Follett acabó apareciendo en el escenario minutos después para hablarnos de su obra y su literatura: “De pequeño leía James Bond y al empezar a escribir recordé lo que sentía con su lectura. Es precisamente esa intensidad en la trama la que quería compartir con mis lectores. Encantamiento, fascinación, embeleso… no busco una literatura muy técnica”.
Y poco a poco, delante de un atril, nos desveló de qué trata ‘Una columna de fuego’ mientras, en paralelo, en el escenario sus personajes cobraban vida formando una magnífica escena. Autor y personajes, realidad y ficción en un mismo espacio.
El título de ‘
Una columna de fuego’, nos dice, proviene de la Biblia –como la mayoría de sus obras- pero no trata sobre dogmas: “Aunque la religión tiene un peso importante, escribo sobre tolerancia, derechos humanos, defiendo a quienes lucharon por la libertad religiosa en un siglo en el que se mataba por pensar diferente”. Quizás porque Follett nació en el seno de una familia cristiana evangélica y se reveló contra sus normas tan estrictas, este tema cobra tanto peso: “La libertad en todos sus sentidos es algo excepcional por eso también hablo mucho de la reina Isabel I de Inglaterra. Era una mujer pequeña, de 28 años, independiente y que no quería recibir órdenes de nadie, ni del Papa ni de los señores importantes. Fue la enemiga de los poderosos de Europa”.
Pero ‘
Una columna de fuego’ es también
Ken Follett en estado puro: “En una novela ha de haber esperanzas, dramatismo, acción, romance… y todo eso tiene que sonar con sentido. Quizás ese es mi gran talento: mis lectores se creen mis historias”. Y de todo eso, efectivamente, también hay. De la mano de los personajes de ‘Un mundo sin fin’, profundiza en la difícil relación amorosa entre Ned (protestante) y Margery (católica) en un momento religioso convulso y en medio de una trama de espionaje muy inspirada en la creación de Isabel I del primer servicio secreto.
Mientras sus personajes acaban fundiéndose con el negro del escenario, al autor a quien le gustan los finales felices, concluye su presentación leyendo las primeras páginas de su novela. Letras escritas que se volvieron sonido con la propia voz del inglés. Un cierre colosal para el acto, que según él, puede que no sea el último de la saga.
