"La influencia de la historia y, en general, del contexto científico-social de la época de Descartes en su pensamiento, no ha sido observada con suficiente precisión por los profesionales de la filosofía, que más preocupados por enseñar y 'vender' productos que procesos han olvidado la máxima kantiana de que no se aprende filosofía sino a filosofar". Así se queja Agapito Maestre en un post scriptum a una edición del "Discurso del Método" de Descartes, consciente de que las ideas son procesos de largo recorrido y que el contexto en el que se mueven y evolucionan es de capital importancia.
Bergounioux en este libro -mezcla de ficción, ensayo histórico y reflexión filosófica- consciente de la sensibilidad de las ideas a su entorno, traza de forma escueta pero no exenta de erudición la historia de Europa hasta el siglo XVII, desde la invasión de la Galia por Julio César hasta el viaje de Descartes a Holanda. Muestra así cómo toda idea tiene sus antecedentes históricos lejanos y sus desencadenantes inmediatos de cualquier tipo.
Descartes en 1628 se trasladó a Holanda, concretamente a Leyden, buscando las condiciones políticas, sociales e incluso geográfico-físicas (huía del frío) que le permitieran pensar, sabedor como era de que el topos influye en el logos. Los Países Bajos, en aquel momento tan complicado para Europa (guerras, luchas de potencias, inestabilidad política), ofrecían unas condiciones óptimas para el trabajo intelectual. Eran una zona tolerante, sin excesiva conciencia nacional, lo cual favorecía el individualismo y el desarrollo del yo ajeno a la colectividad.
Descartes encontró una habitación en Holanda, una auténtica -como siglos más tarde diría Virginia Woolf- "habitación propia", un espacio tranquilo, cómodo, aislado, en el que poder llevar a cabo sus investigaciones encaminadas "a bien dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias".
Su estrategia funcionó, pues fue allí donde concibió el texto filosófico considerado como el pórtico de entrada a la filosofía moderna: "El Discurso del Método". Allí despejó al pensamiento europeo de las brumas escolásticas y oscurantistas del medievo y estableció un sistema para descubrir verdades y no para defender tesis o exponer teorías. Su retiro favoreció que encontrara en sí mismo lo que en el estudio no pudo encontrar. Descubrió en el propio entendimiento las razones últimas de los principios.
Curiosidades: - En "Una habitación en Holanda" Pierre Bergounioux hace referencia a un encuentro entre un Spinoza adolescente y un Descartes en pleno apogeo de su pensamiento. No nos consta que esto ocurriera en realidad, pero es una posibilidad muy sugerente.