"La experiencia parece demostrar que la mayor parte de los infractores de la ley son -sorprendentemente- normales, desde un punto de vista psíquico: el problema, a menudo, consiste no en que determinados individuos se hallen mal compuestos e inadaptados, sino en que se encuentran bien dispuestos y adaptados pero a la vida y a los valores criminales".
(Antonio García-Pablos de Molina)
El crimen es un fenómeno altamente "selectivo", escoge su espacio adecuado, su víctima propicia, su momento oportuno y, sobre todo, al criminal idóneo. Pero ¿qué es lo que convierte a una persona en delincuente? ¿Qué impulsa a un hombre a elegir el camino de la delincuencia como forma de vida? El comportamiento criminal es complejo y enigmático. Frente a él, y lejos de conformarse con explicaciones simplistas y monocausales, las ciencias sociales y en especial la criminología han propuesto diferentes modelos explicativos del mismo: los biológicos, que tratan de encontrar en alguna parte del cuerpo del delincuente las razones que expliquen su conducta, los psicológicos, que ven al criminal como un enfermo psíquico y los sociológicos, que contemplan al crimen como un producto de una determinada sociedad.
Pero más allá de estas consideraciones debemos tener en cuenta que el crimen, además de un grave problema social, moral y penal es un submundo fascinante poblado de hombres que no carecen de arrojo y de cierta gallardía, pudiendo incluso despertar admiración. En este particular microcosmos del hampa en el que "sólo se prospera con la mentira y la violencia" rigen las leyes evolutivas más brutales y únicamente sobreviven aquellos que tienen "la cabeza fría y los cojones preparados". Esta atracción por el crimen ha hecho del mundo de la delincuencia un tema literario de primera magnitud. Desde que Edgar Allan Poe inició el género negro con "Los crímenes de la calle Morgue" hasta la actualidad delincuentes, policías, detectives privados y mujeres fatales han poblado cientos de novelas que constituyen ya una tradición literaria que, para Ramón Palomar es en la actualidad, sin duda, una de las corrientes más vivas y dinámicas de la literatura.
Charli es huérfano, carne de reformatorio. La calle y la violencia han sido su escuela. Trabaja para Anselmo Antúnez "el Frigorías", hampón valenciano dedicado al tráfico de drogas. Tras toda una vida obedeciendo Charli planta al Nene, su compañero de fechorías, y huye con sesenta kilos de cocaína pertenecientes a su jefe. Mauro, exlegionario y matón a las órdenes de Anselmo, dará con él. A partir de ese momento se desencadenará una espiral de violencia en la que se verán implicados un clan gitano, la mafia tangerina, un sargento de la legión y dos mujeres muy especiales: Amapola la prostituta, hembra pura sangre "de sexualidad sutil, elegante, aristocrática, aterciopelada y misteriosa" y Susana, profesora de inglés sadomasoquista, una "niña bien engolfada, de mirada sucia y labios cuarteados de perversión".
Venganza, ambición, violencia, sexo, corrupción, dinero, pero también amor y amistad, junto a una serie de personajes con "existencias errantes, desestructuradas, disfuncionales, marcianas, marginales, personales, nubladas"; todo ello narrado con el ritmo trepidante de una road-movie y salpimentado de forma equilibrada con el argot de los bajos fondos, conforma una impecable novela de género a la que no calificaríamos de policíaca por la ausencia de policías, sino de "novela criminal", concepto que acuñó Rodrigo Fresán para calificar la novela de su amigo Ricardo Piglia "Plata quemada".
Nos fascina, ante todo, un personaje de esta novela aparentemente secundario, pero que adquiere un papel clave en la resolución de la misma: el sargento
de alma templada en los Tercios norteafricanos.
, representa la figura siempre admirada tanto en la literatura como en el cine del hombre que se comporta con rectitud, valor y sangre fría a ambos lados de la ley. Creemos que este personaje está llamado a convertirse en un perfecto héroe literario si
decide desarrollar su perfil en futuras novelas, cosa que esperamos.