Sain Elme, lugar que da título al álbum, es un pueblecito que, a priori, puede resultar idílico. Un sitio tranquilo y relajado famoso por sus manantiales en el que puedes disfrutar del mar y la montaña. Sin embargo, no hay que dejarse llevar por las apariencias. Este pequeño rincón del mundo es corrupto hasta la médula y nadie se libra de tener un secreto. Buena muestra de ello es la plaga de ranas que infesta el lugar y que, aunque salpica la historia de manera puntual, es una magnífica metáfora de lo que nos vamos a ir encontrando.
Si nos quedamos en la superficie, puede parecer que nos estemos enfrentando a una historia detectivesca. El tebeo comienza con la llegada a Saint Elme de Frank Sangaré y su socia, la Señora Dombra junto con su inseparable hurón Bruce, que han sido contratados para localizar a Arno Cavalieri, un joven perteneciente a una familia adinerada que lleva tres meses desaparecido. Lo que debería ser un trabajo sencillo se convierte en un rompecabezas indescifrable que se va complicando cada vez más y nos deja suspendidos en un punto que hace imposible no contar los minutos que faltan para que se publique la segunda parte.
Sin embargo, como decía anteriormente, esta no es una historieta de detectives, es un estudio de personajes. Cada figurante posee una personalidad bien definida dotada de luces y sombras que deja entrever, en este primer número, que arrastra detrás una historia personal que hace que nada de lo que estamos viendo suceda por casualidad. Todos tienen un peso relevante en la trama, independientemente de las viñetas que se les asignen y resulta difícil saber quién es el protagonista o quién va a destacarse en lo sucesivo.
Cada nuevo sujeto aparece casi sin querer y todos simulan ser secundarios ¿Quién es Katye y por qué vale tanto? ¿Por qué Morba, un aparente matón a sueldo, decide morir por ella sin dudarlo? ¿Qué oculta Paco? ¿Con quién habla el padre de Romane? ¿De verdad están solo de vacaciones? ¿Quiénes son los Sax? ¿Cómo ha llegado Arno Cavalieri hasta este punto? ¿Cuál es la historia de Frank y Philippe y por qué Philippe llega tan tarde? Ningún personaje es casual y estoy segura de que cada uno ellos guarda una llave que conduce al siguiente nivel mientras tensan y destensan nuestro ánimo sin que podamos evitarlo.
Pocas cosas hay que podamos escribir sobre Frederik Peeters que no se hayan escrito ya. En 2001 aterrizó en el mundo del cómic proveniente de la publicidad con un tebeo en blanco y negro, muy íntimo y personal, sobre el SIDA, un tema controvertido en aquel momento. "Píldoras azules", título del álbum, consiguió el premio Töffer de la Villa de Ginebra y lo convirtió en uno de los autores europeos más representativos.
Ya en 2018 se asoció con Pascal Fréjan, que es el hombre que se oculta detrás de Serge Lehman y no en vano considerado en Francia como un genio de la fantasía y la ciencia ficción. Publicaron juntos un cómic llamado "El hombre garabateado", un cuento oscuro y onírico dibujado en blanco y negro donde las figuras femeninas son muy potentes y ya ponen de manifiesto la capacidad de este binomio para perfilar personajes.
En el cómic que nos ocupa, esta pareja de titanes, sigue manteniendo la oscuridad de su historia que, si bien apunta a futuras sorpresas paranormales en los siguientes números, en este tomo solo se dejan intuir, abriendo boca para aquellos a quienes les guste la fantasía y el misterio. Lo que sí deja de lado es el blanco y negro. De hecho, una de las cosas que más llama la atención de este tebeo cuando lo abres es el uso del color ya que, aunque la historia es oscura, los colores son vivos y ácidos y contrastan con la trama. Además, sin poder aseverar que cada personaje tenga su propia paleta, sí creo que juega con determinadas gamas de color para situaciones de intensidad semejante, lo que te ayuda a recorrer el tebeo y te mete en la historia sin remedio generando una pulsión inconsciente que te lleva exactamente a donde quiere que estés en cada viñeta.
Es muy difícil sacar conclusiones de una obra habiendo leído solo la primera parte, no obstante, desde mi punto de vista, la misión de un primer tomo es presentar personajes, abrir puertas para que entres en la historia y dejarte enganchado para que no puedas obviar la sucesivas entregas y, en mi opinión, Lehman y Peeters lo consiguen sin ningún pero.
Simplemente, quiero más.